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Lucas 8:47 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

47 Entonces la mujer, al ver que no podía ocultarse, fue temblando a arrodillarse a los pies de Jesús, y en presencia de todos declaró por qué le había tocado y cómo había quedado curada instantáneamente.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

47 Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

47 Cuando la mujer se dio cuenta de que no podía permanecer oculta, comenzó a temblar y cayó de rodillas frente a Jesús. A oídos de toda la multitud, ella le explicó por qué lo había tocado y cómo había sido sanada al instante.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

47 La mujer, al verse descubierta, se presentó temblando y se echó a los pies de Jesús. Después contó delante de todos por qué lo había tocado y cómo había quedado instantáneamente sana.

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La Biblia Textual 3a Edicion

47 Entonces, viendo que no había pasado° inadvertida, la mujer fue temblando, y después de postrarse ante Él, confesó delante de todo el pueblo por qué se había asido de Él, y cómo había sido sanada al instante.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

47 Cuando la mujer vio que había sido descubierta, se acercó toda temblorosa y, echándose a sus pies, refirió delante de todo el pueblo por qué motivo lo había tocado y cómo había quedado curada repentinamente.

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Lucas 8:47
18 Referans Kwoze  

Las mujeres se alejaron rápidamente del sepulcro, y asustadas, pero al mismo tiempo llenas de alegría, corrieron a llevar la noticia a los discípulos.


La mujer entonces, temblando de miedo porque sabía lo que había pasado, fue a arrodillarse a los pies de Jesús y le contó toda la verdad.


Pero Jesús insistió: - Alguien me ha tocado, porque he sentido que un poder curativo salía de mí.


Jesús le dijo: - Hija, por tu fe has quedado curada. Vete en paz.


El carcelero pidió una luz, corrió hacia el interior y, temblando de miedo, se echó a los pies de Pablo y Silas.


Me presenté, pues, a vosotros sin recursos y temblando de miedo;


Cada vez que él recuerda con qué profundo respeto le acogisteis y cómo todos a una le prestasteis atención, crece más y más el cariño que os tiene.


Siempre me habéis, queridos hermanos. Ahora, pues, que estoy ausente, afanaos con santo temor en lograr vuestra salvación, poniendo aún más empeño que si yo estuviese presente.


Y, puesto que somos nosotros los que recibimos ese reino inconmovible, seamos agradecidos, ridiendo así, respetuosos y reverentes, un culto agradable a Dios.


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