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Gálatas 2:14 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

14 Viendo, pues, que su proceder no se ajustaba a la verdad del mensaje de salvación, eché en cara a Pedro delante de todos: 'Tú, que eres judío, has vivido, sin embargo, como si no lo fueses, prescindiendo de las prescripciones judías; ¿cómo quieres ahora obligar a los no judíos a comportarse como judíos? '.

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Biblia Reina Valera 1960

14 Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

14 Cuando vi que ellos no seguían la verdad del mensaje del evangelio, le dije a Pedro delante de todos los demás: «Si tú, que eres judío de nacimiento, dejaste a un lado las leyes judías y vives como un gentil, ¿por qué ahora tratas de obligar a estos gentiles a seguir las tradiciones judías?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 Cuando advertí que no andaban derecho según la verdad del Evangelio, le dije a Cefas delante de todos: 'Si tú, que has nacido judío, te has pasado del modo de vivir de los judíos al de los otros pueblos, ¿por qué ahora impones a esos pueblos el modo de vivir de los judíos?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 Pero cuando vi que no andaban rectamente en cuanto a° la verdad del evangelio, dije a Cefas° delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como gentil y no como judío, ¿cómo obligas a los gentiles a judaizar?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 Pero cuando vi que no procedían rectamente conforme a la verdad del Evangelio le dije a Cefas delante de todos: 'Si tú, siendo como eres judío, vives a lo gentil y no a lo judío, ¿cómo obligas a los gentiles a judaizar?'.

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Gálatas 2:14
30 Referans Kwoze  

- Como sabéis, a un judío le está prohibido alternar con extranjeros o entrar en su casa. Pero Dios me ha hecho comprender que a nadie debo considerar impuro o profano.


Por aquel entonces llegaron algunos de Judea enseñando a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme a las normas mosaicas, no podrían salvarse.


Hemos tenido conocimiento de que algunos de aquí, sin autorización por nuestra parte, os han inquietado y preocupado con sus manifestaciones.


Pero algunos miembros del partido fariseo que habían abrazado la fe intervinieron para decir: - A los no judíos debe imponerse como obligatoria la circuncisión, así como la observancia de la Ley mosaica.


Como cristiano que soy, estoy convencido de que nada es de suyo impuro. Un manjar es impuro sólo para aquel que lo considere como tal.


Tres años más tarde fui a Jerusalén para conocer a Pedro, y estuve con él quince días.


¡No salgo de mi asombro! ¡Hay que ver con qué rapidez habéis desertado de aquel que os llamó mediante la gracia de Cristo y os habéis pasado a otro evangelio!


Pues bien, ni siquiera Tito, mi acompañante, que era griego, fue obligado a circuncidarse.


Mas ni por un instante me doblegué a sus pretensiones; era preciso que la verdad del Evangelio se mantuviese intacta entre vosotros.


En cualquier caso, ellos vieron que Dios me había confiado la misión de proclamar el mensaje de salvación a los no judíos, así como a Pedro el había confiado la de proclamarlo a los judíos.


Así que Santiago, Pedro y Juan, considerados como columna de la Iglesia, reconocieron que Dios le había concedido el privilegio de esta misión, y nos tendieron la mano a Bernabé y a mí en señal de acuerdo: ellos llevarían el mensaje de salvación a los judíos, y nosotros a las demás naciones.


Quienes os fuerzan a circuncidaros, lo hacen por quedar bien ante los demás y no ser perseguidos a causa de la cruz de Cristo.


Os anima a ello la esperanza de un premio celestial, cuya existencia conocéis desde que llegó a vosotros el mensaje de la verdad, la buena nueva de la salvación.


Reprende públicamente a los que pequen. Así escarmentarán los demás.


al par que encamináis vuestros pasos por senderos llanos, para que el pie cojo no sufra una nueva torcedura, sino que, más bien, pueda sanar.


Eran simplemente alimentos, bebidas o ritos purificatorios diversos, observancias todas ellas exteriores y válidas únicamente hasta que Dios instaurase el nuevo orden de cosas.


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