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Apocalipsis 4:8 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

8 Seis alas tenía cada viviente, y eran todo ojos por fuera y por dentro. Día y noche proclaman sin descanso: -Santo, santo, santo, Señor Dios, dueño de todo. el que es, el que era, el que está para llegar.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Cada uno de los seres vivientes tenía seis alas, y las alas estaban totalmente cubiertas de ojos por dentro y por fuera. Día tras día y noche tras noche repiten continuamente: «Santo, santo, santo es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que siempre fue, que es, y que aún está por venir».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Cada uno de los cuatro Seres Vivientes tiene seis alas llenas de ojos alrededor y por dentro, y no cesan de repetir día y noche: Santo, santo, santo es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era, es y ha de venir.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Los cuatro seres vivientes, cada uno de los cuales tenía seis alas alrededor, estaban por dentro llenos de ojos,° y no se daban reposo día y noche, diciendo: ¡Santo, Santo, Santo,° es el Señor Dios Todopoderoso,° el que era, y el que es, y el que está viniendo!°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Cada uno de los cuatro seres vivientes tiene seis alas; y alrededor y por dentro están llenos de ojos. De día y de noche claman sin descanso: 'Santo, santo, santo, Señor Dios, todo poderoso, el que era y el que es y el que ha de venir'.

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Apocalipsis 4:8
42 Referans Kwoze  

Vigilad, por tanto, y recordad que durante tres años no cesé de aconsejar día y noche, incluso con lágrimas, a cada uno de vosotros.


Seré padre para vosotros, y vosotros seréis mis hijos e hijas - dice el Señor todopoderoso.


Recordad, hermanos, nuestros afanes y fatigas. Cómo trabajamos día y noche para no ser gravosos a nadie, y así os anunciamos el mensaje salvador de Dios.


Vigila con cuidado tu vida y tu enseñanza; sé constante; haciéndolo así, te salvarás tú y salvarás a tus oyentes.


proclama el mensaje e insiste en todo momento, tanto si gusta como si no gusta. Argumenta, reprende, exhorta, echando mano de toda tu paciencia y tu competencia en enseñar.


Jesucristo es siempre el mismo: ayer, hoy y por toda la eternidad.


¡Dichoso quien lea este libro! ¡Dichosos los que presten atención a este mensaje profético y cumplan lo que en él está escrito! Porque la hora final está al caer.


¡Mirádle como viene entre las nubes! Todos le verán, incluso los que le traspasaron, y todas las naciones de la tierra prorrumpirán en llanto por su causa. Sí. Amén.


Gracias, porque tu ira ha hecho añicos el furor de las naciones y porque ha sonado al fin la hora del juicio, la hora de premiar a tus siervos los profetas, a los santos y a cuantos, humildes y poderosos, veneran tu nombre ; la hora de exterminar a los contaminadores de la tierra.


Hay eternos tormentos, día y noche, sin descanso, para quienes adoren a la bestia y a su imagen, para quienes se hayan dejado tatuar su nombre.


Entonaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos; un cántico que nadie era capaz de cantar , fuera de los ciento cuarenta y cuatro mil rescatados de la tierra.


cantaban el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: - Maravillas sin cuento has realizado, Señor Dios, dueño de todo; recto y fiel es tu proceder, rey de las naciones.


Vi cómo uno de los cuatro seres vivientes entregaba a los siete ángeles siete copas de oro llenas a rebosar del furor del Dios que vive para siempre.


Se trataba de espíritus diabólicos que realizaban prodigios y pretendían reunir a todos los poderosos del mundo con vistas a la batalla del gran día de Dios, el dueño de todo.


Oí entonces que decían desde el altar: - Efectivamente, Señor Dios, dueño de todo, tú juzgas con verdad y con justicia.


Una espada afilada salía de su boca, para herir con ella a las naciones, a las que gobernará con cetro de hierro; y pisará el lagar del vino de la terrible ira de Dios, que es dueño de todo.


Los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes cayeron entonces rostro a tierra, y, adorando a Dios, que está sentado en el trono, decían: - ¡Amén! ¡Aleluya!


Pero no vi templo alguno en la ciudad, porque el Señor Dios, dueño de todo, y el Cordero son su templo.


Escribe al ángel de la iglesia de Filadelfia: Esto dice el Santo, el Veraz, el que tiene la llave de David; el que, cuando abre, nadie puede cerrar, y, cuando cierra, nadie puede abrir.


Rodeando el trono había otros veinticuatro tronos, y, sentados en ellos, veinticuatro ancianos vestidos de blanco y ceñidas sus cabezas con coronas de oro.


y un mar transparente, de cristal, se extendía también delante. En medio del trono y a su alrededor había cuatro seres vivientes, todo ojos por delante y por detrás.


Y cada vez que los cuatro vivientes tributan gloria y honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por siempre,


Vi entonces un Cordero junto al trono, rodeado por los cuatro seres vivientes y por los ancianos. Estaba en pie y mostraba señales de haber sido degollado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.


Vi entonces cómo el Cordero rompió el primero de los siete sellos, al tiempo que uno de los cuatro seres vivientes decía con voz de trueno:


Emergiendo de entre los cuatro seres vivientes, una especie de voz proclamaba: - Por un kilo de trigo, el jornal de un día; por tres kilos de cebada, el jornal de un día; respetad, sin embargo, el aceite y el vino.


Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, cayeron rostro a tierra delante del trono y adoraron a Dios,


Por eso están ante el trono de Dios, rindiéndole culto día y noche en su templo; y el que está sentado en el trono los protege.


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