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Apocalipsis 14:13 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

13 Y oí una voz del cielo, que decía: - Escribe esto: 'Dichosos ya desde ahora los muertos que mueren en el Señor. El Espíritu mismo les asegura el descanso de sus fatigas, por cuanto sus buenas obras los acompañan. '

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Biblia Reina Valera 1960

13 Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 Y oí una voz del cielo que decía: «Escribe lo siguiente: benditos son los que de ahora en adelante mueran en el Señor. El Espíritu dice: “Sí, ellos son en verdad benditos, porque descansarán de su arduo trabajo, ¡pues sus buenas acciones los siguen!”».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 Entonces oí una voz que decía desde el cielo: 'Escribe esto: Felices desde ahora los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, que descansen de sus fatigas, pues sus obras los acompañan.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Y oí una voz del cielo que decía: Escribe: ¡Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor de aquí en adelante! ¡Así sea! dice el Espíritu. Les será dado descanso de sus fatigas, porque sus obras van° con ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 Y oí una voz del cielo que decía: 'Escribe: 'Dichosos ya desde ahora los que mueren en el Señor'. Sí, dice el Espíritu, que descansen de sus fatigas, pues sus obras los acompañan'.

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Apocalipsis 14:13
41 Referans Kwoze  

Y una voz que salía del cielo decía: - Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.


Abraham le contestó: 'Amigo, recuerda que durante tu vida terrena recibiste muchos bienes, y que Lázaro, en cambio, solamente recibió males. Pues ahora él goza aquí de consuelo y a ti te toca sufrir.


Por eso os aconsejo que os ganéis amigos utilizando las riquezas de este mundo. Así, cuando llegue el día de dejarlas, habrá quien os reciba en la mansión eterna.


Si vivimos, para el Señor vivimos. Si morimos, para el Señor morimos. En vida o en muerte, del Señor somos.


No hay que añadir que también habremos de dar por perdidos a quienes, siendo cristianos, han fallecido hasta el momento.


Pero no, Cristo ha resucitado, y él es el anticipo de quienes duermen el sueño de la muerte.


Por tanto, hermanos míos muy queridos, manteneos firmes y constantes; destacad en todo momento por vuestra labor cristiana, seguros de que el Señor no dejará sin recompensa vuestros afanes.


Rebosamos confianza a pesar de todo, y preferiríamos abandonar el cuerpo para ir a vivir junto al Señor.


Y aunque tuviera que sufrir el martirio para completar la ofrenda y sacrificio en favor de vuestra fe, me alegraría y regocijaría con todos vosotros.


Nosotros creemos que Jesús ha muerto y ha resucitado; pues, igualmente, Dios ha de llevarse consigo a quienes han muerto unidos a Jesús.


Porque el Señor mismo bajará del cielo tras la voz de mando, cuando suene el clamor del arcángel y se escuche la trompeta de Dios. Entonces resucitarán los que murieron unidos a Cristo.


El fue quien murió por nosotros a fin de que, despiertos o dormidos, vivamos siempre en él.


Los pecados de algunos hombres son del dominio público aun antes de ser aireados en juicio. Los de otros, en cambio, sólo después del juicio salen a la luz.


Así sucede con nuestras acciones: o son buenas, y están a la vista, o no lo son, y tampoco podrán permanecer ocultas.


cuando he aquí cuando un domingo caí en éxtasis y oí a mi espalda una voz poderosa, como de trompeta,


y yo me dispuse a escribir al dictado de los truenos. Pero una voz me dijo desde el cielo: - No escribas. Mantén en secreto las palabras de los siete truenos.


Se postraron entonces rostro en tierra los veinticuatro ancianos que están sentados en sus tronos ante Dios, y adoraron a Dios, diciendo:


Apareció entonces en el cielo una figura prodigiosa: una mujer vestida del sol, con la luna por pedestal y una corona de doce estrellas en la cabeza.


Finalmente, el séptimo ángel derramó su copa en el aire, y una voz poderosa procedente del templo, de junto al trono mismo, clamó: - ¡Hecho está!


Alguien me dijo: - Escribe: 'Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero' . Y añadió: - Palabras verdaderas de Dios son éstas.


En cuanto al misterio de las siete estrellas que has visto en mi mano derecha y de los siete candeleros de oro, he aquí la explicación: las siete estrellas son los ángeles de las siete Iglesias y los siete candeleros son las siete iglesias.


Aunque tienes a tu favor que aborreces la conducta de los nicolaítas, como la aborrezco yo también.


¡Dichosos aquellos a quienes Dios ha elegido para tomar parte en ella! Invulnerables a la segunda muerte, serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él los mil años.


El que estaba sentado en el trono anunció: - Ahora voy a hacer nuevas todas las cosas. Y añadió: - Palabras fieles y verdaderas son éstas. ¡Escríbelas!


El Espíritu y la Esposa claman: - ¡Ven! Y el que escuche, diga: - ¡Ven! Que venga también el sediento, y se le dará gratis agua de vida.


Recibió entonces cada una túnica blanca, mientras les decían: - Esperad un poco todavía. Esperad hasta que se complete el número de vuestros compañeros y hermanos que han de morir como vosotros.


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