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Apocalipsis 1:9 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

9 'Soy el Alfa y la Omega' dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que está para llegar, el dueño de todo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

9 Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Yo, Juan, soy hermano de ustedes, y su compañero en el sufrimiento, en el reino de Dios y en la paciente perseverancia a la que Jesús nos llama. Me exiliaron a la isla de Patmos por predicar la palabra de Dios y por mi testimonio acerca de Jesús.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Yo, Juan, hermano de ustedes, con quienes comparto las pruebas, el reino y la perseverancia en Jesús, me encontraba en la isla de Patmos a causa de la palabra de Dios y por haber proclamado a Jesús.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Yo, Juan, vuestro hermano, y partícipe con vosotros en la tribulación, y en el reino, y en la perseverancia en Jesús,° estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesús.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constante espera de Jesús, estuve en la isla llamada Patmos por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús.

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Apocalipsis 1:9
35 Referans Kwoze  

El les dijo: - Pues bien, beberéis de mi copa de amargura; pero el que os sentéis el uno a mi derecha y el otro a mi izquierda, no es cosa mía concederlo; eso está reservado a aquellos para quienes mi Padre lo ha preparado.


Ellos le contestaron: - ¡Sí, podremos hacerlo! Jesús les dijo: - Pues bien, beberéis de mi copa de amargura y seréis bautizados con mi propio bautismo;


Os he dicho todo esto para que podáis encontrar la paz en vuestra unión conmigo. En el mundo tendréis sufrimientos; pero ¡ánimo!, yo he vencido al mundo.


Uno de aquellos días, Pedro, puesto en pie en medio de los fieles, que formaban un grupo de ciento veinte personas aproximadamente, habló como sigue:


animando de paso a los creyentes y exhortándoles a permanecer firmes en la fe: 'Para entrar en el reino de Dios - les advertían - nos es necesario pasar por muchos sufrimientos. '


Y si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos con Cristo, por cuanto, si ahora participamos en sus sufrimientos, también compartiremos la gloria con él.


Pero si esperamos algo que no vemos, entonces ponemos en juego nuestra perseverancia.


Tiene, pues, una sólida base lo que esperamos con respecto a vosotros, por cuanto sabemos que, si compartís nuestros sufrimientos, habréis de compartir también nuestro consuelo.


¿Acaso no está justificado esto que siento por vosotros? Os llevo muy dentro del corazón, ya que compartís conmigo este privilegio mío de estar preso y de poder defender y consolidar el mensaje de salvación.


Sin embargo, es hermoso que os hayáis solidarizado conmigo en mis horas difíciles.


Que el Señor, pues, encamine vuestros corazones para que améis a Dios y esperéis a Cristo con paciencia.


Así que no te avergüences de dar la cara por nuestro Señor y por mí, su prisionero. Al contrario, sostenido por la fuerza de Dios, sufre conmigo por el evangelio.


Pero es preciso que seáis constantes en el cumplimiento de la voluntad de Dios, para que podáis alcanzar la promesa.


A los que estáis al frente de las comunidades cristianas, yo, como corresponsable, testigo de la pasión de Cristo y partícipe ya de la gloria que ha de revelarse un día en plenitud, os exhorto


(este versículo está escrito en el anterior)


Esta es la revelación que Dios confió a Jesucristo en relación con los inminentes sucesos que era preciso poner en conocimiento de sus servidores. Así se lo comunicó, por medio de signos, el ángel del Señor a Juan, su servidor.


¡Dichoso quien lea este libro! ¡Dichosos los que presten atención a este mensaje profético y cumplan lo que en él está escrito! Porque la hora final está al caer.


y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de todos los resucitados y el dominador de todos los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos ha liberado con su muerte de nuestros pecados,


Sus cadáveres estarán expuestos al público en la plaza de la gran ciudad, a la que se da el nombre simbólico de Sodoma y Egipto, y en la que fue también crucificado su Señor.


¡Alegraos, por tanto, cielos, y quienes en ellos tenéis vuestra morada! Temblad, en cambio, vosotros, tierra y mar, porque el diablo ha bajado hasta vosotros ebrio de furor, sabiendo que es corto el tiempo con que cuenta.


Y el dragón se puso al acecho junto a la orilla del mar.


El que esté destinado a ser cautivo, cautivo será. El que haya de morir a espada, a filo de espada morirá. ¡Ha sonado la hora de poner a prueba la firmeza y la fe de los consagrados a Dios!


¡Ha sonado la hora de poner a prueba la firmeza de los consagrados a Dios, de los que cumplen los mandamientos de Dios y son fieles a Jesús!


Me postré a sus pies, dispuesto adorarle; pero él me dijo: - ¿Qué haces? Yo soy un simple servidor como tú y tus hermanos, los que dan testimonio de Jesús. A Dios debes adorar. (Y es que tener espíritu profético y dar testimonio de Jesús es una misma cosa.)


Vi también unos tronos; a los que se sentaron en ellos se les dio poder para juzgar. Y vi a los que habían sido asesinados por haber dado testimonio de Jesús y por haber proclamado la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen y no llevaban tatuada en la frente ni en las manos la marca de la bestia. Todos éstos recobraron la vista y reinaron con Cristo mil años.


Tú has sido fiel a mi consigna de aguantar con paciencia el sufrimiento. Por eso, yo lo seré contigo en esta difícil hora que se avecina sobre el mundo entero, en la que serán puestos a prueba los habitantes de la tierra.


El Cordero rompió el quinto sello, y vi debajo del altar, vivos, a los que habían sido asesinados por haber proclamado el mensaje de Dios y haber dado testimonio de su fe.


Yo le respondí: - Mi Señor, tú eres quien lo sabe. El me dijo: - Estos son los que han pasado por la gran persecución, los que han lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero.


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