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2 Timoteo 1:10 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

10 y que ahora se ha hecho manifiesto por la aparición de Cristo Jesús, nuestro Salvador, cuyo mensaje de salvación ha destruido a la muerte y ha hecho brillar la luz de la vida y de la inmortalidad.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 y ahora todo esto él nos lo ha hecho evidente mediante la venida de Cristo Jesús, nuestro Salvador. Destruyó el poder de la muerte e iluminó el camino a la vida y a la inmortalidad por medio de la Buena Noticia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 acaba de manifestarse ahora con la aparición de Cristo Jesús, nuestro Salvador, que ha destruido la muerte y ha hecho resplandecer en su Evangelio la vida y la inmortalidad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 pero ahora manifestada mediante el aparecimiento de nuestro Salvador, Jesús el Mesías, el cual abolió la muerte, y sacó a luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 pero que se ha manifestado ahora en la aparición de nuestro Salvador, Cristo Jesús. Él ha destruido la muerte, y ha hecho aparecer, por el evangelio, la vida y la incorrupción.

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2 Timoteo 1:10
58 Referans Kwoze  

Así, pues, si tú eres luminoso y no hay en ti oscuridad alguna, todo tú serás tan claro como si te iluminara la luz de una lámpara.


Entonces dijo al que cuidaba la viña: 'Ya hace tres años que vengo en busca de higos a esta higuera, y nunca los tiene. Así que córtala, para que no ocupe terreno inútilmente.'


En la ciudad de David os ha nacido hoy un salvador, que es el Mesías, el Señor.


La verdadera luz, la que ilumina a todos los hombres, estaba a punto de llegar al mundo.


Tomás replicó: - Pero, Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino?


Estos han sido narrados para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida eterna en él.


decían a la mujer: - Ya no creemos en él por lo que tú nos dijiste, sino porque nosotros mismos le hemos oído, y estamos convencidos de que él es verda- deramente el salvador del mundo.


A pesar de ello, vosotros no queréis aceptarme para obtener esa vida.


Y Dios, de acuerdo con su promesa, hizo surgir de su linaje un salvador para Israel, Jesús.


Ha sido Dios quien le ha elevado a la máxima dignidad y le ha constituido jefe y salvador, para ofrecer a la nación israelita la ocasión de convertirse y de alcanzar el perdón de los pecados.


A los que buscan la gloria, el honor y la inmortalidad mediante la práctica constante del bien, les dará vida eterna.


¿Pero no estaremos destruyendo el valor de la Ley al dar tanta fuerza a la fe? ¡De ningún modo! Más bien, estamos consolidando el valor de la Ley.


Tened en cuenta que nuestra antigua condición pecadora fue clavada con Cristo en la cruz, quedando así destruida la fuerza del pecado y libres nosotros de su servidumbre.


Y como último enemigo destruirá a la muerte,


Así que no emitáis juicios prematuros. El Señor es quien iluminará lo que se esconde en la oscuridad y quien pondrá al descubierto las secretas intenciones de los hombres. Entones cada uno recibirá de Dios su merecido.


En verdad, a los que vivimos en esta morada corporal nos abruma la aflicción, pues no queremos quedar desnudos, sino ser sobrevestidos de modo que lo mortal sea absorbido por la vida.


Y querer alcanzar la amistad de Dios mediante el cumplimiento de la Ley, significa romper con Cristo, quedarse fuera de la acción de la gracia.


Que llene de luz los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es la esperanza a la que os llama, qué inmensa la gloria que ofrece en herencia a su pueblo


y darnos a conocer sus designios más secretos! Es el plan que benévolamente había decidido realizar por medio de Cristo,


para que se dé a conocer el impío. Pero Jesús, el Señor, lo destruirá con el aliento de su boca y lo aniquilará con el resplandor de su presencia.


Pablo, apóstol de Jesucristo por designio de Dios, para anunciar la vida prometida en Cristo Jesús,


Así que no te avergüences de dar la cara por nuestro Señor y por mí, su prisionero. Al contrario, sostenido por la fuerza de Dios, sufre conmigo por el evangelio.


En presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos y que ha de manifestarse como rey, te suplico encarecidamente:


Sólo me queda recibir la corona de salvación que el Señor, justo Juez, me entregará el día del juicio. Y no sólo a mí, sino a todos los que hayan esperado su venida gloriosa con amor.


Porque se ha hecho visible la bondad de Dios, que trae la salvación a todos los hombres.


mientras aguardamos el feliz cumplimiento de lo que estamos esperando: la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo.


Pero ahora se han hecho patentes la bondad y el inmenso amor que Dios, nuestro Salvador, tiene a los hombres.


Recordad aquellos días, cuando apenas acababais de recibir la luz de la fe y tuvisteis ya que sostener un encarnizado y doloroso combate.


Simón Pedro, servidor y apóstol de Jesucristo, a los que, en virtud de la fuerza salvadora de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, les ha sido otorgada, lo mismo que a nosotros, una fe de tan alto valor.


Es más, se os abrirá bien ancha la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.


Dios, por su poder, nos ha concedido todo lo necesario para una vida de auténtica fe al llevarnos al conocimiento de quienes nos llamó por su propia gloria y fuerza poderosa.


Estos les sucede a los que, habiendo sido liberados de la corrupción del mundo por haber conocido al Señor y Salvador Jesucristo, se dejan de nuevo enredar y atrapar en ella; su situación final resulta peor que la primera.


Y creced en gracia y en conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él la gloria ahora y por siempre. Amén.


para que recordéis el mensaje anunciado en otro tiempo por los santos profetas, y el mandamiento del Señor y Salvador que os transmitieron vuestros apóstoles.


(Está escrito en el anterior).


Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado a su Hijo para salvar al mundo.


Vi bajar del cielo a otro ángel. Su poder era inmenso y con su resplandor iluminó la tierra,


Aunque tienes a tu favor que aborreces la conducta de los nicolaítas, como la aborrezco yo también.


Y la muerte y el abismo fueron después arrojados al lago de fuego, es decir, a la segunda muerte.


¡Dichosos los que han decidido lavar sus vestiduras para tener acceso al árbol de la vida y poder entrar por las puertas de la ciudad!


El Espíritu y la Esposa claman: - ¡Ven! Y el que escuche, diga: - ¡Ven! Que venga también el sediento, y se le dará gratis agua de vida.


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