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2 Corintios 1:12 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

12 Si de algo me siento orgulloso, es de que la conciencia me asegura que mi comportamiento con todo el mundo, y particularmente con vosotros, ha estado presidido por la sencillez y la franqueza que Dios da; es decir, ha sido fruto del favor divino y no del humano saber.

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Biblia Reina Valera 1960

12 Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Podemos decir con confianza y con una conciencia limpia que, en todos nuestros asuntos, hemos vivido en santidad y con una sinceridad dadas por Dios. Hemos dependido de la gracia de Dios y no de nuestra propia sabiduría humana. Esa es la forma en que nos hemos comportado ante el mundo y en especial con ustedes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Hay algo de lo que nos sentimos orgullosos: nuestra conciencia nos asegura que la santidad y la sinceridad de Dios han inspirado siempre nuestra conducta en este mundo, especialmente respecto a ustedes. No nos han movido razones humanas, sino la gracia de Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Porque nuestra gloria es ésta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos condujimos en el mundo, y mucho más hacia vosotros.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Mi orgullo se basa en el testimonio de nuestra conciencia de que hemos actuado en el mundo, y especialmente con vosotros, con la simplicidad y honradez de Dios, [y] no con sabiduría carnal, sino con la gracia de Dios.

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2 Corintios 1:12
40 Referans Kwoze  

Con la mirada fija en los miembros del Consejo, dijo Pablo: - Hermanos: hasta el presente me he comportado siempre ante Dios con conciencia enteramente limpia.


Por esta razón me esfuerzo en guardar limpia mi conciencia ante Dios y ante los hombres.


Como cristiano que soy, digo la verdad. No miento, y mi conciencia, bajo la guía del Espíritu Santo, me asegura que es verdad lo que digo.


Y es que Cristo no me envió a bautizar, sino a proclamar el mensaje de salvación. Y a proclamarlo sin alardes de humana elocuencia, para que toda su eficacia radique en la muerte de Cristo en la cruz.


Así, a uno le capacita el Espíritu para hablar con sabiduría, mientras a otro le concede expresarse con profundo conocimiento de las cosas.


Pero la gracia divina ha hecho de mí esto que soy; una gracia que no se ha malogrado en cuanto a mí toca. Al contrario, me he afanado más que todos los otros; bueno, no yo, la gracia de Dios que actúa en mí.


Esto es precisamente lo que anunciamos con palabras que no están inspiradas por el saber humano, sino por el Espíritu de Dios. Y así expresamos las cosas del Espíritu con un lenguaje espiritual.


Es cierto que no me remuerde la conciencia, pero no por ello me considero inocente. Quien me juzga es el Señor.


Hagamos, pues, fiesta; pero no a base de la vieja levadura - me refiero a la maldad y a la perversidad - , sino con los panes pascuales de la sinceridad y de la verdad.


¿Pensáis que proyecté todo esto a la ligera? ¿O imagináis que el interés humano condiciona mis planes hasta el punto de andar jugando calculadamente con el 'sí' y el 'no'?


Pero tengo miedo; la serpiente sedujo con su astucia a Eva, y temo que pervierta también vuestros pensamientos y que os apartéis de una limpia y sincera entrega a Cristo.


Porque no vamos, como tantos otros, convirtiendo la palabra de Dios en un negocio. Al contrario, en la presencia de Dios y unidos a Cristo, hablamos con sinceridad lo que Dios nos inspira.


renunciamos a actuar de forma oculta y avergonzada, a proceder con astucia o a falsear el mensaje de Dios. Nuestra propia propaganda, frente al juicio que puedan hacer de nosotros todos los demás en la presencia de Dios, consiste en decir la verdad.


No se trata de ninguna imposición; pero, eso sí, a la vista del entusiasmo de los demás, podré comprobar hasta dónde llega la autenticidad de vuestro amor.


Que cada uno se examine en su propia conducta; porque ha de ser la suya y no la del vecino la que le proporcione motivos de satisfacción,


Estad, pues, listos para el combate: ceñida con la verdad vuestra cintura, protegido vuestro pecho con la coraza de la rectitud


Así podréis discernir lo que mejor convenga, se os encontrará limpios e irreprochables el día de Cristo


De nuevo sois testigos, y lo es Dios también, de lo noble, honesto e irreprochable que fue nuestro proceder para con vosotros los creyentes.


El propósito de estas advertencias es que vivan el amor que brota de un corazón limpio, de una conciencia sana y de una fe sin engaños.


En cuanto a ti, preséntate como un modelo de buena conducta. Sé íntegro en la enseñanza, serio en el comportamiento,


Me encomiendo a vuestras oraciones. En realidad, creo estar limpio de culpa, puesto que en todo he procurado portarme rectamente.


Aunque su benevolencia es siempre mayor, y por eso dice también la Escritura: Dios se cierra a los orgullosos y concede su favor a los humildes.


como quien tiene limpia la conciencia, para que la evidencia misma de la calumnia confunda a quienes denigran vuestra buena conducta cristiana.


Aquello fue una imagen del bautismo que ahora os salva. Bautismo que no consiste en quitar una suciedad corporal, sino en comprometerse ante Dios a llevar una conducta limpia. Y os salva en virtud de la resurrección de Jesucristo,


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