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1 Juan 2:28 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

28 En resumen, hijos míos, vivid unidos a Cristo, para que el día glorioso de su manifestación tengamos absoluta confianza, en lugar de sentirnos abochornados, lejos de su presencia.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

28 Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

28 Y ahora, queridos hijos, permanezcan en comunión con Cristo para que, cuando él regrese, estén llenos de valor y no se alejen de él avergonzados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

28 Y ahora, hijitos, permanezcan en él; haciéndolo, tendremos plena confianza cuando aparezca en su gloria, en vez de sentir vergüenza ante él cuando nos venga a pedir cuentas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

28 Y ahora, hijitos, permaneced en Él,° para que cuando sea manifestado, tengamos confianza y no nos apartemos de Él avergonzados en su venida.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

28 Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que, cuando se manifieste, tengamos plena confianza y en su parusía no nos veamos avergonzados, lejos de él.

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1 Juan 2:28
29 Referans Kwoze  

El Hijo del hombre ya está a punto de venir revestido de la gloria de su Padre y acompañado de sus ángeles. Cuando llegue, recompensará a cada uno conforme a sus hechos.


Os aseguro que algunos de los que están aquí no morirán sinantes haber visto al Hijo del hombre llegar como Rey.


Pues bien, si alguno se avergüenza de mí y de mi mensaje delante de esta gente infiel y pecadora, también se avergonzará de él el Hijo del hombre cuando venga rodeado de la gloria de su Padre y acompañado de los santos ángeles.


Así será el día en que se manifieste el Hijo del hombre.


de que habla la Escritura: Mirad, yo coloca en Sión una piedra contra la que podéis tropezar, y una roca que os puede hacer caer. Pero quien ponga su confianza en ella, no quedará defraudado.


que de ningún don carecéis mientras estáis a la espera de que nuestro Señor Jesucristo se manifieste.


Pero cada uno en el puesto que le corresponda: Cristo como primer fruto; después, los que pertenecen a Cristo, el día de su gloriosa manifestación.


Y nosotros, por nuestra parte, podemos acercarnos a Dios libre y confiadamente mediante la fe.


Cuando Cristo, vida vuestra, se manifieste, también vosotros apareceréis, junto a él, llenos de gloria.


Y es que ¿dónde, sino en vosotros, descansa mi esperanza y mi alegría? ¿Quién, sino vosotros, será mi corona de gloria el día en que venga Jesús nuestro Señor?


Quiera, en fin, haceros interiormente fuertes e irreprochables en vuestra consagración delante de Dios, nuestro Padre, para el día en que el propio Jesús, nuestro Señor, se manifieste acompañado de todos sus elegidos.


Que el Dios de la paz os haga llevar una vida de consagración más auténtica cada día, de modo que todo vuestro ser - espíritu, alma y cuerpo - permanezca sin tacha para el día en que se manifieste nuestro Señor Jesucristo.


el mandato que has recibido guárdalo limpio y sin reproche hasta el día en que nuestro Señor Jesucristo se manifieste.


Sólo me queda recibir la corona de salvación que el Señor, justo Juez, me entregará el día del juicio. Y no sólo a mí, sino a todos los que hayan esperado su venida gloriosa con amor.


mientras aguardamos el feliz cumplimiento de lo que estamos esperando: la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo.


De manera semejante, Cristo se ofreció una sola vez en sacrificio para quitar los pecados de los hombres; después se mostrará por segunda vez, pero ya no en relación con el pecado, sino para bien de quienes esperan de él la salvación definitiva.


Claro que así la autenticidad de vuestra fe -de más valor que el oro, que no perece por más que sea acrisolado por el fuego- será motivo de alabanza, de gloria y de honor, cuando se manifieste Jesucristo,


Y el día en que se manifieste el Pastor supremo recibiréis el premio imperecedero de la gloria.


Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Ahora bien, si alguno peca, tenemos un intercesor ante el Padre: Jesucristo, el justo.


Ahora, queridos míos, somos hijos de Dios, aunque todavía no se ha manifestado lo que hemos de ser. Pero sabemos que el día en que se manifieste seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es.


Si, por el contrario, queridos hermanos, la conciencia no nos acusa, crece nuestra confianza en Dios.


Nuestro amor alcanza su más alto nivel de perfección cuando, al compartir nosotros ya en este mundo la condición de Cristo, nos hace esperar confiados el día del juicio.


Estamos seguros de que, si algo pedimos a Dios tal y como él quiere, nos atiende.


al que nos ha hecho reyes y sacerdotes para su Dios y Padre, a él sea la gloria y el poder por siempre. Amén.


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