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1 Corintios 3:5 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

5 ¿Qué es, en definitiva, Pablo? ¿Y qué es Apolo? Simples servidores que os condujeron a la fe, valiéndose cada cual del don que Dios le concedió.

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Biblia Reina Valera 1960

5 ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Después de todo, ¿quién es Apolos?, ¿quién es Pablo? Nosotros solo somos siervos de Dios mediante los cuales ustedes creyeron la Buena Noticia. Cada uno de nosotros hizo el trabajo que el Señor nos encargó.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 ¿Qué es Apolo? ¿Qué es Pablo? Son servidores que recibieron de Dios dones diferentes, y por medio de los cuales ustedes llegaron a la fe.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 ¿Qué, pues, es Apolos? ¿Y qué es Pablo?° Servidores por medio de los cuales creísteis, y eso según dio el Señor a cada uno.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Pues, ¿qué es Apolo?, ¿qué es Pablo? Unos servidores, por medio de los cuales abrazasteis la fe; y cada uno es según la gracia que le dio el Señor.

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1 Corintios 3:5
30 Referans Kwoze  

A cada cual, de acuerdo con su capacidad, le encomendó una cantidad de dinero: a uno le entregó cinco partes; a otro, dos, y a otro, una. Luego emprendió su viaje.


tal y como nos lo transmitieron quienes fueron testigos presenciales de todo desde el principio y luego recibieron el encargo de anunciar el mensaje de Dios.


Juan respondió: - El hombre solamente puede tener lo que Dios le haya dado.


Llegó por entonces a Efeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría , hombre elocuente y muy versado en las Escrituras.


Durante la estancia de Apolo en Corinto, Pablo estuvo recorriendo las regiones interiores del Asia Menor. Cuando finalmente llegó a Efeso, encontró allí a un grupo de creyentes,


de ser embajador de Cristo Jesús entre las naciones, es decir, como si fuera un sacerdote que anuncia el mensaje divino de salvación, a fin de que todos los pueblos presenten a Dios una ofrenda agradable, consagrada por el Espíritu Santo.


Es Dios quien ha asignado en la iglesia un puesto a cada uno: en primer lugar están los apóstoles; en segundo lugar, los que comunican mensajes en nombre de Dios; en tercer lugar, los encargados de enseñar; vienen después los que tienen el don de hacer milagros, de realizar curaciones, de asistir a los necesitados, de presidir la asamblea, de hablar un lenguaje misterioso.


En cuanto al hermano Apolo, le he insistido vivamente para que os visite en compañía de los hermanos; pero él no quiere hacerlo ahora en modo alguno . Irá cuando encuentre ocasión propicia.


Yo, respondiendo al don que Dios me ha concedido, he puesto los cimientos como buen arquitecto; otro es el que levanta el edificio. Mire, sin embargo, cada uno cómo lo hace.


Pablo, Apolo, Pedro, el mundo, la vida, la muerte, lo presente y lo futuro; todo es vuestro.


Así que ni el que planta ni el que riega cuentan para nada; Dios, que hace crecer, es el que cuenta.


No puedo, pues, exigir recompensa por algo que no parte de mi propia iniciativa, sino que se me impone como tarea a realizar.


¿Que están al servicio de Cristo? Pues, aunque sea una insensatez decirlo , más lo estoy yo. Les aventajo en fatigas, en encarcelamientos, en palizas recibidas, en tantas veces como he estado al borde de la muerte.


Y bien que se os nota que sois carta de Cristo redactada por mí; una carta no escrita con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en frías tablas de piedra, sino en las páginas palpitantes del corazón.


El fue quien me capacitó para ser ministro de una alianza, basada no en la letra de la Ley, sino en la fuerza del Espíritu; y es sabido que la letra de la Ley es causa de muerte, mientras que el Espíritu lo es de vida.


Por eso, conscientes de que Dios, en su misericordia, nos ha confiado esta tarea, lejos de darnos por vencidos,


No nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo el Señor, declarándonos nosotros mismos siervos vuestros por amor de Jesús.


Sin embargo, se trata de un tesoro que guardamos en vasijas de barro, a fin de que nadie ponga en duda que la fuente de este poder extraordinario está en Dios y no en nosotros.


Todo se lo debemos a Dios, que ha hecho la paz con nosotros por medio de Cristo y que nos ha confiado la tarea de llevar esta paz a los demás.


Colaboradores de Dios como somos, no podemos menos de recomendaros que no dejéis que se pierda su gracia.


Ahí está, si no, lo mucho que hemos tenido que soportar, como prueba de que en todo momento nos hemos comportado como servidores de Dios. Ahí están los sufrimientos, las dificultades, las estrecheces,


del que la generosidad y la fuerza poderosa de Dios me han constituido pregonero.


Una cosa, sin embargo, es necesaria: que permanezcáis sólidamente firmes e inconmovibles en la fe y que no traicionéis la esperanza anunciada en el mensaje de salvación. Ese mensaje de salvación que vosotros escuchasteis, que ha sido proclamado a todas las criaturas que se encuentran bajo el cielo, y del que yo Pablo, me he convertido en servidor.


Dios me ha hecho servidor de esa Iglesia y me ha confiado la tarea de llevar a plenitud en vosotros su mensaje:


Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, porque me ha sostenido con su fuerza y se ha fiado de mí hasta el punto de ponerme a su servicio.


Que todos, como buenos administradores de los múltiples dones de Dios, pongan al servicio de los demás el don que recibieron.


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