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Zacarías 10:5 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

5 Juntos serán como héroes que combaten sobre el lodo de las calles, que luchan contra jinetes y los derriban porque el Señor está con ellos.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Y serán como valientes que en la batalla huellan al enemigo en el lodo de las calles; y pelearán, porque Jehová estará con ellos; y los que cabalgan en caballos serán avergonzados.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Serán como guerreros poderosos en batalla, que pisotean a sus enemigos en el lodo debajo de sus pies. Puesto que el Señor está con ellos cuando luchan, hasta derribarán a los jinetes de sus enemigos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Ellos serán en la batalla como valientes que pisan el polvo del camino; serán victoriosos, pues Yavé estará de su parte, y derrotarán a los que montan a caballo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Serán como valientes que pisan el lodo callejero en la batalla, Combatirán, porque YHVH estará con ellos. Y los jinetes serán derrotados.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 serán como guerreros que pisan el barro de las calles, darán la batalla, porque Yahveh está con ellos y serán confundidos los que montan en caballos.

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Zacarías 10:5
40 Referans Kwoze  

Los desmenucé. Parecían el polvo de la tierra. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles!


»La tierra tembló, se estremeció; se sacudieron los cimientos de los cielos; ¡se tambalearon a causa de su enojo!


y Jehú les ordenó: ―¡Arrojadla de ahí! Así lo hicieron, y su sangre salpicó la pared y a los caballos que la pisotearon.


Los desmenucé. Parecían polvo disperso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles!


Estos confían en sus carros de guerra, aquellos confían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios.


No se salva el rey por sus muchos soldados, ni por su mucha fuerza se libra el valiente.


Por ti derrotamos a nuestros enemigos; en tu nombre aplastamos a nuestros agresores.


¡Con esplendor y majestad, cíñete la espada, oh valiente!


Lo envío contra una nación impía, lo mando contra un pueblo que me enfurece, para saquearlo y despojarlo, para pisotearlo como el barro de las calles.


La mano del Señor se posará sobre este monte, pero Moab será pisoteada en su sitio, como se pisotea la paja en el muladar.


¡Ay de los que descienden a Egipto en busca de ayuda, de los que se apoyan en la caballería, de los que confían en la multitud de sus carros de guerra y en la gran fuerza de sus jinetes, pero no tienen en cuenta al Santo de Israel, ni buscan al Señor!


Aunque busques a tus enemigos, no los encontrarás. Los que te hacen la guerra serán como nada, como si no existieran.


»Del norte hice venir a uno, y acudió a mi llamado; desde el oriente invoca mi nombre. Como alfarero que amasa arcilla con los pies, aplasta gobernantes como si fueran barro.


Escuchad esto, naciones, todas las naciones lejanas: ¡Alzad el grito de guerra, y seréis destrozadas! ¡Preparaos para la batalla, y seréis despedazadas! ¡Preparaos para la batalla, y seréis desmenuzadas!


Vendrás desde el lejano norte, desde el lugar donde habitas, junto con otros pueblos numerosos. Todos ellos vendrán montados a caballo, y serán una gran multitud, un ejército poderoso.


El arquero no resistirá, ni escapará con vida el ágil de piernas, ni se salvará el que monta a caballo.


Será el remanente de Jacob entre las naciones, en medio de muchos pueblos, como un león entre los animales del bosque, como un cachorro entre las ovejas del rebaño, que al pasar las pisotea y las desgarra, sin que nadie pueda rescatarlas.


Cuando lo vea mi enemiga, la que me decía: «¿Dónde está tu Dios?», se llenará de vergüenza. Mis ojos contemplarán su desgracia, pues será pisoteada como el lodo de las calles.


Volcaré los tronos reales y haré pedazos el poderío de los reinos del mundo. Volcaré los carros con sus conductores, y caerán caballos y jinetes, y estos se matarán a espada unos a otros.


»En aquel día espantaré a todos los caballos y enloqueceré a sus jinetes —afirma el Señor—. Me mantendré vigilante sobre Judá, pero dejaré ciegos a los caballos de todas las naciones.


»En aquel día yo, el Señor, protegeré a los habitantes de Jerusalén. El más débil entre ellos será como David, y la casa real de David será como Dios mismo, como el ángel del Señor que marcha al frente de ellos.


En aquel día el Señor los llenará de pánico. Cada uno levantará la mano contra el otro, y se atacarán entre sí.


Entonces saldrá el Señor y peleará contra aquellas naciones, como cuando pelea en el día de la batalla.


Tensaré a Judá como mi arco, y pondré a Efraín como mi flecha. Sión, incitaré a tus hijos contra los hijos de Grecia y te usaré como espada de guerrero.


enseñándoles a obedecer todo lo que os he mandado. Y os aseguro que estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo.


El tentador se le acercó y le propuso: ―Si eres el Hijo de Dios, ordena a estas piedras que se conviertan en pan.


―¿Qué es lo que ha pasado? —les preguntó. ―Lo de Jesús de Nazaret. Era un profeta, poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo.


Por aquel entonces llegó a Éfeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría. Era un hombre ilustrado y convincente en el uso de las Escrituras.


Así Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios, y era poderoso en palabra y en obra.


Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas.


»Cuando salgas a pelear contra tus enemigos y veas un ejército superior al tuyo, con muchos caballos y carros de guerra, no les temas, porque el Señor tu Dios, que te sacó de Egipto, estará contigo.


Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que por medio de mí se llevara a cabo la predicación del mensaje y lo oyeran todos los paganos. Y fui librado de la boca del león.


He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe.


Nunca antes ni después ha habido un día como aquel; fue el día en que el Señor obedeció la orden de un ser humano. ¡No cabe duda de que el Señor estaba peleando por Israel!


A todos esos reyes y sus territorios Josué los conquistó en una sola expedición, porque el Señor, Dios de Israel, combatía por su pueblo.


Vi a un ángel que, parado sobre el sol, gritaba a todas las aves que vuelan en medio del cielo: «Venid, reuníos para la gran cena de Dios,


Uno de los cortesanos sugirió: ―Conozco a un muchacho que sabe tocar el arpa. Es valiente, hábil guerrero, sabe expresarse y es de buena presencia. Además, el Señor está con él. Su padre es Isaí, el de Belén.


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