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Santiago 4:5 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

5 ¿O creéis que la Escritura dice en vano que Dios ama celosamente al espíritu que hizo morar en nosotros?

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

5 ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 ¿Acaso piensan que las Escrituras no significan nada? Ellas dicen que Dios desea fervientemente que el espíritu que puso dentro de nosotros le sea fiel.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 No sin razón dice la Escritura que el espíritu que habita en nosotros quiere tener cada vez más;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El espíritu que puso en nosotros se inclina hacia el celo?°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 ¿O creéis que dice en vano la Escritura: 'A la envidia tiende el espíritu que Dios puso en nosotros?'.

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Santiago 4:5
24 Referans Kwoze  

Esto causó que los filisteos comenzaran a tenerle envidia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos.


Cuando Raquel se dio cuenta de que no le podía dar hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana y le dijo a Jacob: ―¡Dame hijos! Si no me los das, ¡me muero!


Sus hermanos le tenían envidia, pero su padre meditaba en todo esto.


Pero Onán sabía que los hijos que nacieran no serían reconocidos como suyos. Por eso, cada vez que tenía relaciones con ella, derramaba el semen en el suelo, y así evitaba que su hermano tuviera descendencia.


Al ver el Señor que la maldad del ser humano en la tierra era muy grande, y que todos sus pensamientos tendían siempre hacia el mal,


Cuando el Señor percibió el grato aroma, se dijo a sí mismo: «Aunque las intenciones del ser humano son perversas desde su juventud, nunca más volveré a maldecir la tierra por culpa suya. Tampoco volveré a destruir a todos los seres vivientes, como acabo de hacer.


En el campamento tuvieron envidia de Moisés y de Aarón, el que estaba consagrado al Señor.


No te irrites a causa de los impíos ni envidies a los que cometen injusticias;


El malvado solo piensa en el mal; jamás se compadece de su prójimo.


Vi además que tanto el afán como el éxito en la vida despiertan envidias. Y también esto es absurdo; ¡es correr tras el viento!


Desaparecerán los celos de Efraín; los opresores de Judá serán aniquilados. Efraín no tendrá más celos de Judá, ni oprimirá Judá a Efraín.


Pero Moisés le respondió: ―¿Estás celoso por mí? ¡Cómo quisiera que todo el pueblo del Señor profetizara, y que el Señor pusiera su Espíritu en todos ellos!


Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a cabo lo que dice?


Si Dios llamó “dioses” a aquellos a quienes vino la palabra (y la Escritura no puede ser quebrantada),


y, como dice otra Escritura: «Mirarán al que han traspasado».


¿Acaso no dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David, y de Belén, el pueblo de donde era David?»


»Por envidia, los patriarcas vendieron a José como esclavo, quien fue llevado a Egipto; pero Dios estaba con él


Se han llenado de toda clase de maldad, perversidad, avaricia y depravación. Están llenos de envidia, homicidios, disensiones, engaño y malicia. Son chismosos,


Porque la Escritura le dice al faraón: «Te he levantado precisamente para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea proclamado por toda la tierra».


¿Acaso no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en vosotros y que habéis recibido de parte de Dios? No sois vosotros vuestros propios dueños;


¿En qué concuerdan el templo de Dios y los ídolos? Porque nosotros somos templo del Dios viviente. Como él ha dicho: «Viviré con ellos y caminaré entre ellos. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo». Por tanto, el Señor añade:


En efecto, la Escritura, habiendo previsto que Dios justificaría por la fe a las naciones, anunció de antemano el evangelio a Abraham: «Por medio de ti serán bendecidas todas las naciones».


En otro tiempo también nosotros éramos necios y desobedientes. Estábamos descarriados y éramos esclavos de todo género de pasiones y placeres. Vivíamos en la malicia y en la envidia. Éramos detestables y nos odiábamos unos a otros.


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