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Santiago 3:2 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

2 Todos fallamos mucho. Si alguien nunca falla en lo que dice, es una persona perfecta, capaz también de controlar todo su cuerpo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Es cierto que todos cometemos muchos errores. Pues, si pudiéramos dominar la lengua, seríamos perfectos, capaces de controlarnos en todo sentido.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 y todos tenemos nuestras fallas. El que no peca en palabras es un hombre perfecto de verdad, pues es capaz de dominar toda su persona.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Porque todos ofendemos muchas veces; si alguno no ofende de palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 pues todos fallamos muchas veces. Si alguno no falla en el hablar, ése es varón perfecto, capaz de refrenar todo el cuerpo.

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Santiago 3:2
29 Referans Kwoze  

»Ya que no hay ser humano que no peque, si tu pueblo peca contra ti, y tú te enojas con ellos y los entregas al enemigo para que se los lleven cautivos a otro país, lejano o cercano,


»No hay ser humano que no peque. Si tu pueblo peca contra ti y tú te enojas con ellos y los entregas al enemigo para que se los lleven cautivos a otro país, lejano o cercano;


¿Por qué desatas tu enojo contra Dios y das rienda suelta a tu lengua?


que refrene su lengua de hablar el mal y sus labios de proferir engaños;


Me dije a mí mismo: «Mientras esté ante gente malvada, vigilaré mi conducta, me abstendré de pecar con la lengua, me pondré una mordaza en la boca».


El que mucho habla mucho yerra; el que es sabio refrena su lengua.


El que refrena su lengua protege su vida, pero el ligero de labios provoca su ruina.


¿Quién puede afirmar: «Tengo puro el corazón; estoy limpio de pecado»?


El que refrena su boca y su lengua se libra de muchas angustias.


No hay en la tierra nadie tan justo que haga el bien y nunca peque.


Todos somos como gente impura; todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia. Todos nos marchitamos como hojas; nuestras iniquidades nos arrastran como el viento.


el sacerdote deberá examinarlas. Si las manchas resultan ser blancuzcas, se trata solo de una erupción cutánea, de modo que la persona es pura.


Camada de víboras, ¿cómo podéis vosotros que sois malos decir algo bueno? De la abundancia del corazón habla la boca.


Porque por tus palabras se te absolverá, y por tus palabras se te condenará».


Así está escrito: «No hay un solo justo, ni siquiera uno;


Así que descubro esta ley: que, cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal.


Más bien, golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo quede descalificado.


Pero la Escritura declara que todo el mundo es prisionero del pecado, para que mediante la fe en Jesucristo lo prometido se les conceda a los que creen.


Porque esta desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella. Los dos se oponen entre sí, de modo que no podéis hacer lo que quisierais.


A este Cristo proclamamos, aconsejando y enseñando con toda sabiduría a todos los seres humanos, para presentarlos a todos perfectos en él.


Os manda saludos Epafras, que es uno de vosotros. Este siervo de Cristo Jesús está siempre luchando en oración por vosotros, para que, plenamente convencidos, os mantengáis firmes, cumpliendo en todo la voluntad de Dios.


Que él los capacite en todo lo bueno para hacer su voluntad. Y que, por medio de Jesucristo, Dios cumpla en nosotros lo que le agrada. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.


Si alguien se cree religioso, pero no le pone freno a su lengua, se engaña a sí mismo, y su religión no sirve para nada.


Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que seáis perfectos e íntegros, sin que os falte nada.


Porque el que cumple con toda la ley, pero falla en un solo punto ya es culpable de haberla quebrantado toda.


En efecto, «el que quiera amar la vida y gozar de días felices, que refrene su lengua de hablar el mal y sus labios de proferir engaños;


Y, después de que hayáis sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que os llamó a su gloria eterna en Cristo, os restaurará y os hará fuertes, firmes y estables.


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