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Salmos 6:2 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

2 Ten compasión de mí, Señor, porque desfallezco; sáname, Señor, que un frío de muerte recorre mis huesos.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo; Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Ten compasión de mí, Señor, porque soy débil; sáname, Señor, porque mis huesos agonizan.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Ten compasión de mí que estoy sin fuerzas; sáname pues no puedo sostenerme.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 ¡Ten piedad de mí, oh YHVH, porque desfallezco! Sáname, oh YHVH, porque mis huesos se estremecen,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Ah Señor, no me corrijas en tu enojo y en tu furor no me reprendas.

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Salmos 6:2
21 Referans Kwoze  

Entonces Abraham oró a Dios, y Dios sanó a Abimélec y permitió que su esposa y sus siervas volvieran a tener hijos,


»¡Compadeceos de mí, amigos míos; compadeceos, que la mano de Dios me ha golpeado!


Porque él hiere, pero venda la herida; golpea, pero trae alivio.


Como agua he sido derramado; dislocados están todos mis huesos. Mi corazón se ha vuelto como cera, y se derrite en mis entrañas.


Señor mi Dios, te pedí ayuda y me sanaste.


La vida se me va en angustias, y los años, en lamentos; la tristeza está acabando con mis fuerzas, y mis huesos se van debilitando.


Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día.


Porque tus flechas me han atravesado, y sobre mí ha caído tu mano.


A causa de tu indignación no hay nada sano en mi cuerpo; por mi pecado, mis huesos no hallan descanso.


Estoy ardiendo de fiebre; no hay nada sano en mi cuerpo.


Anúnciame gozo y alegría; infunde gozo en estos huesos que has quebrantado.


Les dijo: «Yo soy el Señor vuestro Dios. Si escucháis mi voz y hacéis lo que yo considero justo, y si cumplís mis leyes y mandamientos, no traeré sobre vosotros ninguna de las enfermedades que traje sobre los egipcios. Yo soy el Señor, que os devuelvo la salud».


Corrígeme, Señor, pero con justicia, y no según tu ira, pues me destruirías.


Sáname, Señor, y seré sanado; sálvame y seré salvado, porque tú eres mi alabanza.


¡Venid, volvámonos al Señor! Él nos ha despedazado, pero nos sanará; nos ha herido, pero nos vendará.


Moisés le rogó al Señor: «¡Oh Dios, te ruego que la sanes!»


Su fama se extendió por toda Siria, y le llevaban todos los que padecían de diversas enfermedades, los que sufrían de dolores graves, los endemoniados, los epilépticos y los paralíticos, y él los sanaba.


»”¡Ved ahora que yo soy único! No hay otro Dios fuera de mí. Yo doy la muerte y devuelvo la vida, causo heridas y doy sanidad. Nadie puede librarse de mi poder.


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