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Proverbios 28:13 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

13 Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja halla perdón.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

13 El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 Los que encubren sus pecados no prosperarán, pero si los confiesan y los abandonan, recibirán misericordia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 Ocultar sus faltas no conduce a nada, el que las reconoce y renuncia a ellas se hace perdonar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 El que encubre sus pecados no prosperará, Pero el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 Quien encubre sus faltas no tiene dicha; quien las confiesa y se enmienda, logrará piedad.

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Proverbios 28:13
38 Referans Kwoze  

El Señor le preguntó a Caín: ―¿Dónde está tu hermano Abel? ―No lo sé —respondió—. ¿Acaso soy yo el que debe cuidar a mi hermano?


―¡He pecado contra el Señor! —reconoció David ante Natán. ―El Señor ha perdonado ya tu pecado, y no morirás —contestó Natán—.


Y Absalón le respondió: ―Te pedí que fueras a ver al rey y le preguntaras para qué he vuelto de Guesur. ¡Más me habría valido quedarme allí! Voy a presentarme ante el rey y, si soy culpable de algo, ¡que me mate!


―¿Y qué vieron en tu palacio? —preguntó el profeta. ―Vieron todo lo que hay en él —contestó Ezequías—. No hay nada en mis tesoros que yo no les haya mostrado.


»Cuando tu pueblo peque contra ti y tú lo aflijas cerrando el cielo para que no llueva, si luego ellos oran en este lugar y honran tu nombre y se arrepienten de su pecado,


Ahora, pues, confesad vuestro pecado al Señor, Dios de nuestros antepasados, y haced lo que a él le agrada. Separaos de los paganos y de las mujeres extranjeras.


Entonces uno de los descendientes de Elam, que se llamaba Secanías hijo de Jehiel, se dirigió a Esdras y le dijo: «Nosotros hemos sido infieles a nuestro Dios, pues tomamos por esposas a mujeres de los pueblos vecinos; pero todavía hay esperanza para Israel.


Habiéndose separado de los extranjeros, confesaron públicamente sus propios pecados y la maldad de sus antepasados,


Jamás he ocultado mi pecado, como el común de la gente, ni he mantenido mi culpa en secreto,


El hombre reconocerá públicamente: “He pecado, he pervertido la justicia, pero no recibí mi merecido.


»Supongamos que le dijeras: “Soy culpable; no volveré a ofenderte.


Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu.


El odio es motivo de disensiones, pero el amor cubre todas las faltas.


El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos.


Que abandone el malvado su camino, y el perverso sus pensamientos. Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios, que es generoso para perdonar, y de él recibirá misericordia.


te voy a juzgar: por alegar que no has pecado, por insistir en tu inocencia, por afirmar: “¡Dios ya no está enojado conmigo!”


Por lo tanto, oh rey, yo te ruego que aceptes el consejo que te voy a dar: Renuncia a tus pecados y actúa con justicia; renuncia a tu maldad y sé bondadoso con los oprimidos. Tal vez entonces tu prosperidad vuelva a ser la de antes».


»Si alguien resulta culpable de alguna de estas cosas, deberá reconocer que ha pecado


Al ver Dios lo que hicieron, es decir, que se habían convertido de su mal camino, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que les había anunciado.


Al contrario, comenzando con los que estaban en Damasco, siguiendo con los que estaban en Jerusalén y en toda Judea, y luego con los gentiles, a todos les prediqué que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, y que demostraran su arrepentimiento con sus buenas obras.


Pero los israelitas le contestaron al Señor: ―Hemos pecado. Haz con nosotros lo que mejor te parezca, pero te rogamos que nos salves en este día.


Cuando Samuel llegó, Saúl le dijo: ―¡Que el Señor te bendiga! He cumplido las instrucciones del Señor.


―¡He pecado! —admitió Saúl—. He quebrantado el mandato del Señor y tus instrucciones. Los soldados me intimidaron y les hice caso.


―¡He pecado! —respondió Saúl—. Pero te pido que por ahora me sigas reconociendo ante los ancianos de mi pueblo y ante todo Israel. Regresa conmigo para adorar al Señor tu Dios.


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