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Proverbios 15:8 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

8 El Señor aborrece las ofrendas de los malvados, pero se complace en la oración de los justos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 El sacrificio de los impíos es abominación a Jehová; Mas la oración de los rectos es su gozo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 El Señor detesta el sacrificio de los perversos, pero se deleita con las oraciones de los íntegros.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Yavé aborrece el sacrificio de los malvados, pero acoge con alegría la oración de los justos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Abominación a YHVH es el sacrificio de los impíos, Pero la oración de los rectos es su deleite.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Yahveh abomina el sacrificio de los malos; pero se complace en la plegaria de los justos.

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Proverbios 15:8
26 Referans Kwoze  

Luego, mientras celebraba los sacrificios, Absalón mandó llamar a un consejero de su padre David, el cual se llamaba Ajitofel y era del pueblo de Guiló. Así la conspiración fue tomando fuerza, y el número de los que seguían a Absalón crecía más y más.


Al Señor le agradó que Salomón hubiera hecho esa petición,


Yo sé, mi Dios, que tú pruebas los corazones y amas la rectitud. Por eso, con rectitud de corazón te he ofrecido voluntariamente todas estas cosas, y he visto con júbilo que tu pueblo, aquí presente, te ha traído sus ofrendas.


Que suba a tu presencia mi plegaria como una ofrenda de incienso; que hacia ti se eleven mis manos como un sacrificio vespertino.


Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos.


Lo que el malvado teme, eso le ocurre; lo que el justo desea, eso recibe.


El Señor se mantiene lejos de los impíos, pero escucha las oraciones de los justos.


Los labios de los sabios esparcen conocimiento; el corazón de los necios ni piensa en ello.


El sacrificio de los malvados es detestable, y más aún cuando se ofrece con mala intención.


Practicar la justicia y el derecho lo prefiere el Señor a los sacrificios.


Dios aborrece hasta la oración del que se niega a obedecer la ley.


Cuando vayas a la casa de Dios, cuida tus pasos y acércate a escuchar en vez de ofrecer sacrificio de necios, que ni conciencia tienen de que hacen mal.


Paloma mía, que te escondes en las grietas de las rocas, en las hendiduras de las montañas, muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz; pues tu voz es placentera y hermoso tu semblante.


«Yo, el Señor, amo la justicia, pero odio el robo y la iniquidad. En mi fidelidad los recompensaré y haré con ellos un pacto eterno.


Pero los que sacrifican toros son como los que matan hombres; los que ofrecen corderos son como los que desnucan perros; los que presentan ofrendas de grano son como los que ofrecen sangre de cerdo, y los que queman ofrendas de incienso son como los que adoran ídolos. Ellos han escogido sus propios caminos, y se deleitan en sus abominaciones.


¿De qué me sirve este incienso que llega de Sabá, o la caña dulce de un país lejano? Vuestros holocaustos no me gustan; vuestros sacrificios no me agradan».


Tan pronto como empezaste a orar, Dios contestó tu oración. He venido a decírtelo porque tú eres muy apreciado. Presta, pues, atención a mis palabras, para que entiendas la visión.


»Si alguna carne del sacrificio de comunión llega a comerse al tercer día, tal sacrificio no será válido ni se tomará en cuenta, porque la carne ya está descompuesta. El que la coma sufrirá las consecuencias de su pecado.


¿Cómo podré acercarme al Señor y postrarme ante el Dios Altísimo? ¿Podré presentarme con holocaustos o con becerros de un año?


¿Se complacerá el Señor con miles de carneros, o con diez mil arroyos de aceite? ¿Ofreceré a mi primogénito por mi delito, al fruto de mis entrañas por mi pecado?


Entonces Hageo respondió: «¡Así es este pueblo! ¡Así es para mí esta nación! —afirma el Señor—. ¡Así es cualquier obra de sus manos! ¡y aun lo que allí ofrecen es inmundo!


¡Cómo quisiera que alguno de vosotros clausurara el templo, para que no encendierais en vano el fuego de mi altar! No estoy nada contento con vosotros —dice el Señor Todopoderoso—, y no voy a aceptar ni una sola ofrenda de vuestras manos.


Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.


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