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Mateo 8:8 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

8 ―Señor, no merezco que entres bajo mi techo. Pero basta con que digas una sola palabra, y mi siervo quedará sano.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 —Señor —dijo el oficial—, no soy digno de que entres en mi casa. Tan solo pronuncia la palabra desde donde estás y mi siervo se sanará.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 El capitán contestó: 'Señor, ¿quién soy yo para que entres en mi casa? Di no más una palabra y mi sirviente sanará.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Pero el centurión, respondiendo, dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo, pero sólo dilo de palabra, y mi siervo será sanado,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Le contestó el centurión: 'Señor, yo no soy digno de que entres bajo mi techo; bastará con que lo digas y mi criado se curará.

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Mateo 8:8
18 Referans Kwoze  

realmente yo, tu siervo, no soy digno de la bondad y fidelidad con que me has privilegiado. Cuando crucé este río Jordán, no tenía más que mi bastón; pero ahora he llegado a formar dos campamentos.


Tú, Señor, escuchas la petición de los indefensos, les infundes aliento y atiendes su clamor.


Envió su palabra para sanarlos, y así los rescató del sepulcro.


porque él habló, y todo fue creado; dio una orden, y todo quedó firme.


«Toma la vara y reúne a la asamblea. En presencia de esta, tú y tu hermano le ordenaréis a la roca que dé agua. Así haréis que de ella brote agua, y daréis de beber a la asamblea y a su ganado».


»Yo os bautizo con agua para arrepentimiento. Pero el que viene después de mí es más poderoso que yo, y ni siquiera merezco llevarle las sandalias. Él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.


Pero Juan trató de disuadirlo. ―Yo soy el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? —objetó.


Jesús extendió la mano y tocó al hombre. ―Sí quiero —le dijo—. ¡Queda limpio! Y al instante quedó sano de la lepra.


―Iré a sanarlo —respondió Jesús.


Porque yo mismo soy un hombre sujeto a órdenes superiores, y además tengo soldados bajo mi autoridad. Le digo a uno: “Ve”, y va, y al otro: “Ven”, y viene. Le digo a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace.


Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jornaleros”.


El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo”.


Al ver esto, Simón Pedro cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo: ―¡Apártate de mí, Señor; soy un pecador!


y que viene detrás de mí, al cual yo no soy digno ni siquiera de desatarle la correa de las sandalias.


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