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Mateo 21:31 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

31 ¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería?» ―El primero —contestaron ellos. Jesús les dijo: ―Os aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas van delante de vosotros hacia el reino de Dios.

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Biblia Reina Valera 1960

31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

31 »¿Cuál de los dos obedeció al padre? Ellos contestaron: —El primero. Luego Jesús explicó el significado: —Les digo la verdad, los corruptos cobradores de impuestos y las prostitutas entrarán en el reino de Dios antes que ustedes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 Ahora bien, ¿cuál de los dos hizo lo que quería el padre?' Ellos contestaron: 'El primero. Entonces Jesús les dijo: 'En verdad se lo digo: en el camino al Reino de los Cielos, los publicanos y las prostitutas andan mejor que ustedes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 ¿Quién de los dos hizo la voluntad del padre? Dicen: El primero. Jesús les dice: De cierto os digo que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad del padre?'. Responden: 'El segundo'. Díceles Jesús: 'Os aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que vosotros al reino de Dios.

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Mateo 21:31
26 Referans Kwoze  

Tu propia boca te condena, no la mía; tus propios labios testifican contra ti.


Diles: “Tan cierto como que yo vivo —afirma el Señor omnipotente—, que no me alegro con la muerte del malvado, sino con que se convierta de su mala conducta y viva. ¡Conviértete, pueblo de Israel; conviértete de tu conducta perversa! ¿Por qué habrás de morir?”


Pues mi hermano, mi hermana y mi madre son los que hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.


Entonces dijo: ―Os aseguro que, a menos que cambiéis y os volváis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.


»Así que los últimos serán primeros, y los primeros, últimos».


Después el padre se dirigió al otro hijo y le pidió lo mismo. Este contestó: “Sí, señor”; pero no fue.


Os aseguro que, mientras existan el cielo y la tierra, ni una letra ni una tilde de la ley desaparecerán hasta que todo se haya cumplido.


Si amáis solamente a quienes os aman, ¿qué recompensa recibiréis? ¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de impuestos?


»Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, porque a ellos les encanta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Os aseguro que ya han obtenido toda su recompensa.


»No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino solo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo.


Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos. «Sígueme», le dijo. Mateo se levantó y lo siguió.


Os digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.


El rey le contestó: “Siervo malo, con tus propias palabras te voy a juzgar. ¿Así que sabías que soy muy exigente, que tomo lo que no deposité y cosecho lo que no sembré?


Al oír esto, todo el pueblo, y hasta los recaudadores de impuestos, reconocieron que el camino de Dios era justo, y fueron bautizados por Juan.


―De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios —dijo Jesús.


―Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús—.


Pues bien, Dios pasó por alto aquellos tiempos de tal ignorancia, pero ahora manda a todos, en todas partes, que se arrepientan.


Ahora bien, sabemos que todo lo que dice la ley, lo dice a quienes están sujetos a ella, para que todo el mundo se calle y quede convicto delante de Dios.


En lo que atañe a la ley, esta intervino para que aumentara la transgresión. Pero, allí donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia,


El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan.


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