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Mateo 20:22 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

22 ―No sabéis lo que estáis pidiendo —les replicó Jesús—. ¿Podéis acaso beber el trago amargo de la copa que yo voy a beber? ―Sí, podemos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

22 Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

22 Jesús les respondió: —¡No saben lo que piden! ¿Acaso pueden beber de la copa amarga de sufrimiento que yo estoy a punto de beber? —Claro que sí —contestaron ellos—, ¡podemos!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

22 Jesús dijo a los hermanos: 'No saben lo que piden. ¿Pueden ustedes beber la copa que yo tengo que beber?' Ellos respondieron: 'Podemos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

22 Respondiendo entonces Jesús, dijo: No sabéis° qué estáis pidiendo. ¿Podéis beber la copa que Yo estoy por beber?° Le responden: Podemos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

22 Pero Jesús contestó: 'No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo tengo que beber?'. Ellos le responden: 'Sí que lo somos'.

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Mateo 20:22
17 Referans Kwoze  

Cuando se estremece la tierra con todos sus habitantes, soy yo quien afirma sus columnas». Selah


Al orgullo le sigue la destrucción; a la altanería, el fracaso.


¡Despierta, Jerusalén, despierta! Levántate, tú, que de la mano del Señor has bebido la copa de su furia; tú, que has bebido hasta el fondo la copa que entorpece a los hombres.


Así dice tu Señor y Dios, tu Dios, que aboga por su pueblo: «Te he quitado de la mano la copa que te hacía tambalear. De esa copa, que es el cáliz de mi furia, jamás volverás a beber.


Así dice el Señor: «Los que no estaban condenados a beber la copa de castigo la bebieron. ¿Y acaso tú vas a quedarte sin castigo? ¡De ninguna manera quedarás impune, sino que también beberás de esa copa!


―Aunque tenga que morir contigo —insistió Pedro—, jamás te negaré. Y los demás discípulos dijeron lo mismo.


Yendo un poco más allá, se postró sobre su rostro y oró: «Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».


Por segunda vez se retiró y oró: «Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este trago amargo, hágase tu voluntad».


Pero todo esto ha sucedido para que se cumpla lo que escribieron los profetas. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.


Decía: «Abba, Padre, todo es posible para ti. No me hagas beber este trago amargo, pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».


Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla!


«Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo; pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya».


―¡Devuelve esa espada a su funda! —ordenó Jesús a Pedro—. ¿Acaso no he de beber el trago amargo que el Padre me da a beber?


Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.


Y, cuando pedís, no recibís porque pedís con malas intenciones, para satisfacer vuestras propias pasiones.


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