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Marcos 11:18 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

18 Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley lo oyeron y comenzaron a buscar la manera de matarlo, pues le temían, ya que toda la gente se maravillaba de sus enseñanzas.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

18 Y lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban cómo matarle; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba admirado de su doctrina.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Cuando los principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa oyeron lo que Jesús había hecho, comenzaron a planificar cómo matarlo; pero tenían miedo de Jesús, porque la gente estaba asombrada de su enseñanza.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley se enteraron de lo ocurrido y pensaron deshacerse de él; le tenían miedo al ver el impacto que su enseñanza producía sobre el pueblo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Y lo oyeron los principales sacerdotes y los escribas, y buscaban cómo acabar con Él, porque le temían, pues todo el pueblo estaba maravillado de su doctrina.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Cuando los pontífices y los escribas se enteraron buscaban la manera de acabar con él; pero le tenían miedo, porque todo el pueblo estaba maravillado de su enseñanza.

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Marcos 11:18
26 Referans Kwoze  

Acab le respondió a Elías: ―¡Mi enemigo! ¿Así que me has encontrado? ―Sí —contestó Elías—, te he encontrado porque te has vendido para hacer lo que ofende al Señor,


El rey de Israel le dijo a Josafat: ―¿No te dije que jamás me profetiza nada bueno, y que solo me anuncia desastres?


El rey de Israel le respondió: ―Todavía hay alguien por medio de quien podemos consultar al Señor, pero me cae muy mal porque nunca me profetiza nada bueno; solo me anuncia desastres. Se trata de Micaías hijo de Imlá. ―No digas eso —replicó Josafat.


Así dice el Señor, el Redentor y Santo de Israel, al despreciado y aborrecido por las naciones, al siervo de los gobernantes: «Los reyes te verán y se pondrán de pie, los príncipes te verán y se inclinarán, por causa del Señor, el Santo de Israel, que es fiel y te ha escogido».


Pero cuando los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley vieron que hacía cosas maravillosas, y que los niños gritaban en el templo: «¡Hosanna al Hijo de David!», se indignaron.


Cuando Jesús terminó de decir estas cosas, las multitudes se asombraron de su enseñanza,


La gente se asombraba de su enseñanza, porque la impartía como quien tiene autoridad y no como los maestros de la ley.


Pero, si decimos: “De la tierra”…» Es que temían al pueblo, porque todos consideraban que Juan era realmente un profeta.


Cayendo en la cuenta de que la parábola iba dirigida contra ellos, buscaban la manera de arrestarlo. Pero temían a la multitud; así que lo dejaron y se fueron.


Tan pronto como salieron los fariseos, comenzaron a tramar con los herodianos cómo matar a Jesús.


ya que Herodes temía a Juan y lo protegía, pues sabía que era un hombre justo y santo. Cuando Herodes oía a Juan, se quedaba muy desconcertado, pero lo escuchaba con gusto.


Todos los días enseñaba en el templo, y los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los dirigentes del pueblo procuraban matarlo.


Todos los que le oían se asombraban de su inteligencia y de sus respuestas.


Los maestros de la ley y los jefes de los sacerdotes, cayendo en la cuenta de que la parábola iba dirigida contra ellos, buscaron la manera de echarle mano en aquel mismo momento. Pero temían al pueblo.


Todos dieron su aprobación, impresionados por las hermosas palabras que salían de su boca. «¿No es este el hijo de José?», se preguntaban.


Algún tiempo después, Jesús andaba por Galilea. No tenía ningún interés en ir a Judea, porque allí los judíos buscaban la oportunidad para matarlo.


¿No os ha dado Moisés la ley a vosotros? Sin embargo, ninguno de vosotros la cumple. ¿Por qué tratáis entonces de matarme?


―¡Nunca nadie ha hablado como ese hombre! —declararon los guardias.


Al disertar Pablo sobre la justicia, el dominio propio y el juicio venidero, Félix tuvo miedo y le dijo: «¡Basta por ahora! Puedes retirarte. Cuando sea oportuno te mandaré llamar otra vez».


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