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Jueces 5:23 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

23 “Maldice a Meroz —dijo el ángel del Señor—. Maldice a sus habitantes con dureza, porque no vinieron en ayuda del Señor, en ayuda del Señor y de sus valientes”.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

23 Maldecid a Meroz, dijo el ángel de Jehová; Maldecid severamente a sus moradores, Porque no vinieron al socorro de Jehová, Al socorro de Jehová contra los fuertes.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 “Que sean malditos los habitantes de Meroz —dijo el ángel del Señor—. Que sean completamente malditos, porque no vinieron para ayudar al Señor, para ayudar al Señor contra los poderosos guerreros”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Maldigan a Meroz, dijo el ángel de Yavé, maldigan, maldigan a sus habitantes que no estuvieron allí para ayudar a Yavé, para ayudar a Yavé con los valientes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 ¡Maldecid a Meroz! dice el ángel de YHVH, Maldecid severamente a sus moradores, Porque no vinieron en ayuda de YHVH, En ayuda de YHVH con los valientes.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 Maldecid a Meroz, dice el ángel de Yahveh, maldecid y maldecid a sus habitantes, porque no vinieron en ayuda de Yahveh, en ayuda de Yahveh, con los héroes.

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Jueces 5:23
23 Referans Kwoze  

Los de Tecoa reconstruyeron el siguiente tramo de la muralla, aunque sus notables no quisieron colaborar con los dirigentes.


¿Quién se levantó a defenderme de los impíos? ¿Quién se puso de mi parte contra los malhechores?


»¡Maldito el que sea negligente para realizar el trabajo del Señor! ¡Maldito el que de la sangre retraiga su espada!


»Después dirá a los que estén a su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.


No me atreveré a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para que los gentiles lleguen a obedecer a Dios. Lo ha hecho con palabras y obras,


Si alguno no ama al Señor, quede bajo maldición. ¡Marana ta!


En efecto, nosotros somos colaboradores al servicio de Dios; y vosotros sois el campo de cultivo de Dios, sois el edificio de Dios.


Nosotros, colaboradores de Dios, os rogamos que no recibáis su gracia en vano.


Pero el ángel del Señor se le apareció a ella y le dijo: «Eres estéril y no tienes hijos, pero vas a concebir y tendrás un hijo.


El ángel del Señor subió de Guilgal a Boquín y dijo: «Yo os saqué de Egipto y os hice entrar en la tierra que juré darles a vuestros antepasados. Dije: “Nunca quebrantaré mi pacto con vosotros;


Luego preguntaron los israelitas: «¿Quién de entre todas las tribus de Israel no se presentó a la asamblea del Señor?» Porque habían pronunciado un juramento solemne contra cualquiera que no se presentara ante el Señor en Mizpa, diciendo: «Tendrá que morir».


Entonces preguntaron: «¿Cuál de las tribus de Israel no se presentó ante el Señor en Mizpa?» Y resultó que ninguno de Jabés Galaad había llegado al campamento para la asamblea,


Débora mandó llamar a Barac hijo de Abinoán, que vivía en Cedes de Neftalí, y le dijo: ―El Señor, el Dios de Israel, ordena: “Ve y reúne en el monte Tabor a diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón.


»Los sobrevivientes descendieron con los nobles; el ejército del Señor vino a mí con los valientes.


El ángel del Señor vino y se sentó bajo la encina que estaba en Ofra, la cual pertenecía a Joás, del clan de Abiezer. Su hijo Gedeón estaba trillando trigo en un lagar, para protegerlo de los madianitas.


Allí Gedeón dijo a la gente de Sucot: ―Dadles pan a mis soldados; están agotados y todavía estoy persiguiendo a Zeba y a Zalmuna, los reyes de Madián.


Pero los jefes de Sucot le respondieron: ―¿Acaso tienes ya en tu poder las manos de Zeba y Zalmuna? ¿Por qué tenemos que darle pan a tu ejército?


Desde allí subió a Peniel y les pidió lo mismo. Pero los de Peniel le dieron la misma respuesta que los hombres de Sucot.


Todos los que están aquí reconocerán que el Señor salva sin necesidad de espada ni de lanza. La batalla es del Señor, y él os entregará en nuestras manos.


Un día Saúl le dijo a David: ―Aquí tienes a Merab, mi hija mayor. Te la entrego por esposa, con la condición de que me sirvas con valentía, peleando las batallas del Señor. Saúl pensaba: «Será mejor que no muera por mi mano, sino a mano de los filisteos».


Yo te ruego que perdones el atrevimiento de esta tu sierva. Ciertamente, el Señor te dará a ti una dinastía que se mantendrá firme, y nunca nadie podrá hacerte a ti ningún daño, pues tú peleas las batallas del Señor.


Te ruego que escuches mis palabras. Si quien te mueve en contra mía es el Señor, una ofrenda bastará para aplacarlo. Pero, si son los hombres, ¡que el Señor los maldiga! Hoy me expulsan de esta tierra, que es la herencia del Señor, y me dicen: “¡Vete a servir a otros dioses!”


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