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Jueces 4:9 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

9 ―¡Está bien, iré contigo! —dijo Débora—. Pero, por la manera en que vas a encarar este asunto, la gloria no será tuya, ya que el Señor entregará a Sísara en manos de una mujer. Así que Débora fue con Barac hasta Cedes,

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Biblia Reina Valera 1960

9 Ella dijo: Iré contigo; mas no será tuya la gloria de la jornada que emprendes, porque en mano de mujer venderá Jehová a Sísara. Y levantándose Débora, fue con Barac a Cedes.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 —Muy bien —dijo ella—, iré contigo. Pero tú no recibirás honra en esta misión, porque la victoria del Señor sobre Sísara quedará en manos de una mujer. Así que Débora fue con Barac a Cedes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Ella le dijo: 'Muy bien, iré contigo, pero estás empezando mal, y la gloria de esta expedición no será para ti; Yavé pondrá a Sísera en manos de una mujer'. Se levantó pues Débora y Barac partió con ella rumbo a Cadés.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Y ella dijo: Ciertamente iré contigo, pero no será tuya la gloria de la jornada que vas a emprender, porque YHVH entregará a Sísara en mano de una mujer. Y Débora se levantó y fue con Barac a Cedes.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Respondió ella: 'Bien, iré contigo; pero no será tuya la gloria de la expedición que vas a emprender, porque Yahveh entregará a Sísara en manos de una mujer'. Débora se levantó y se fue con Barac a Cades.

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Jueces 4:9
9 Referans Kwoze  

quienes se le enfrentaron y le dijeron: «No te corresponde a ti quemar el incienso al Señor. Esta es función de los sacerdotes descendientes de Aarón, pues son ellos los que están consagrados para quemar el incienso. Sal ahora mismo del santuario, pues has pecado, y así Dios el Señor no va a honrarte».


Entonces el Señor se enfureció contra los israelitas y los entregó en manos de invasores que los saquearon. Los vendió a sus enemigos que tenían a su alrededor, a los que ya no pudieron hacerles frente.


Barac le dijo: ―Solo iré si tú me acompañas; de lo contrario, no iré.


una mujer le arrojó sobre la cabeza una piedra de moler y le partió el cráneo.


De inmediato llamó Abimélec a su escudero y le ordenó: «Saca tu espada y mátame, para que no se diga de mí: “¡Lo mató una mujer!”» Entonces su escudero le clavó la espada, y así murió.


»Por lo tanto —dice el Señor—, de ninguna manera permitiré que tus parientes me sirvan, aun cuando yo había prometido que toda tu familia, tanto tus antepasados como tus descendientes, me servirían siempre. Yo, el Señor, Dios de Israel, lo afirmo. Yo honro a los que me honran, y humillo a los que me desprecian.


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