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Jeremías 6:10 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

10 ¿A quién hablaré? ¿A quién advertiré? ¿Quién podrá escucharme? Tienen tapados los oídos y no pueden comprender. La palabra del Señor los ofende; detestan escucharla.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 ¿A quién hablaré y amonestaré, para que oigan? He aquí que sus oídos son incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra de Jehová les es cosa vergonzosa, no la aman.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 ¿A quién puedo advertir? ¿Quién escuchará cuando yo hable? Tienen sordos los oídos y no pueden oír. Ellos desprecian la palabra del Señor. No quieren escuchar para nada.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 ¿A quién hablaré y tomaré como testigo para que escuchen? A sus oídos les hace falta una circuncisión, y no pueden entender. La palabra de Yavé les causa risa y no les gusta.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 ¿A quiénes tendré que hablar y testificar para que escuchen? He aquí que sus oídos son incircuncisos, Y no pueden escuchar:° He aquí que la palabra de YHVH ha venido a ser un oprobio para ellos; No tienen deleite en ella.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 ¿A quiénes hablaré y exhortaré para que me escuchen? Su oído está cerrado, no pueden atender. La palabra de Yahveh es para ellos oprobio, no la quieren.

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Jeremías 6:10
40 Referans Kwoze  

sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella.


En tus decretos hallo mi deleite, y jamás olvidaré tu palabra.


Yo, Señor, ansío tu salvación. Tu ley es mi regocijo.


Tus estatutos son mi deleite; son también mis consejeros.


Dirígeme por la senda de tus mandamientos, porque en ella encuentro mi solaz.


El corazón de ellos es torpe e insensible, pero yo me regocijo en tu ley.


Que venga tu compasión a darme vida, porque en tu ley me regocijo.


Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad; tu ley la llevo dentro de mí».


Pero Moisés se enfrentó al Señor y le dijo: ―¿Y cómo va a hacerme caso el faraón, si ni siquiera los israelitas me creen? Además, no tengo facilidad de palabra.


Tú has visto muchas cosas, pero no las has captado; tienes abiertos los oídos, pero no oyes nada».


¿Quién ha creído nuestro mensaje y a quién se le ha revelado el poder del Señor?


«Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: “Ve y dile a toda la gente de Judá y Jerusalén: ¿No podéis aprender esta lección, y obedecer mis palabras? —afirma el Señor—.


Habitantes de Judá y de Jerusalén, marcad vuestro corazón con la señal del pacto: circuncidaos para honrar al Señor, no sea que por la maldad de vuestras obras mi furor se encienda como el fuego y arda sin que nadie pueda apagarlo.


Escucha esto, pueblo necio e insensato, que tiene ojos, pero no ve, que tiene oídos, pero no oye.


Y ahora, puesto que vosotros habéis hecho todas estas cosas —afirma el Señor—, y puesto que una y otra vez os he hablado y no me habéis querido escuchar, y puesto que os he llamado y no me habéis respondido,


Con todo, no me obedecieron ni me prestaron atención, sino que se obstinaron y fueron peores que sus antepasados”.


castigaré a Egipto, Judá, Edom, Amón, Moab, y a todos los que viven en el desierto y se rapan las sienes. Todas las naciones son incircuncisas, pero el pueblo de Israel es incircunciso de corazón».


Pero el pueblo de Israel no va a escucharte, porque no quiere obedecerme. Todo el pueblo de Israel es terco y obstinado.


si este ve acercarse al ejército enemigo, toca la trompeta para advertir al pueblo.


En cambio, si le adviertes al malvado que cambie su mala conducta, y no lo hace, él morirá por su pecado, pero tú habrás salvado tu vida.


Entonces Amasías, sacerdote de Betel, envió un mensaje a Jeroboán rey de Israel: «Amós está conspirando contra ti en medio de Israel. El país ya no aguanta tanta palabrería de Amós,


Pero, al ver que muchos fariseos y saduceos llegaban adonde él estaba bautizando, les advirtió: «¡Camada de víboras! ¿Quién os dijo que podríais escapar del castigo que se acerca?


Uno de los expertos en la ley le respondió: ―Maestro, al hablar así nos insultas también a nosotros.


Los maestros de la ley y los jefes de los sacerdotes, cayendo en la cuenta de que la parábola iba dirigida contra ellos, buscaron la manera de echarle mano en aquel mismo momento. Pero temían al pueblo.


El mundo no tiene motivos para aborreceros; a mí, sin embargo, me aborrece porque yo testifico que sus obras son malas.


Algunos fariseos que estaban con él, al oírlo hablar así, le preguntaron: ―¿Qué? ¿Acaso también nosotros somos ciegos?


»¡Tercos, duros de corazón y oídos! Vosotros sois iguales que vuestros antepasados: ¡Siempre resistís al Espíritu Santo!


Luego cayó de rodillas y gritó: ―¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado! Cuando hubo dicho esto, murió.


Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios;


Pero hasta este día el Señor no os ha dado mente para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír.


A este Cristo proclamamos, aconsejando y enseñando con toda sabiduría a todos los seres humanos, para presentarlos a todos perfectos en él.


Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír.


Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe.


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