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Jeremías 49:2 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

2 Vienen días —afirma el Señor— en que yo haré resonar el grito de guerra contra Rabá de los amonitas; y se convertirá en un montón de ruinas, y sus ciudades serán incendiadas. Entonces Israel despojará de todo a los que de todo la despojaron —afirma el Señor—.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Por tanto, vienen días, ha dicho Jehová, en que haré oír clamor de guerra en Rabá de los hijos de Amón; y será convertida en montón de ruinas, y sus ciudades serán puestas a fuego, e Israel tomará por heredad a los que los tomaron a ellos, ha dicho Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 En los días futuros —dice el Señor—, haré sonar el grito de guerra contra la ciudad de Rabá. Se convertirá en un montón de escombros y las ciudades vecinas serán quemadas. Entonces Israel volverá a tomar la tierra que ustedes le quitaron», dice el Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Por eso, se acerca ya el tiempo, dice Yavé, en que haré resonar, en Rabbá de los amonitas, el grito de guerra. Quedará convertida en un montón de escombros abandonados, y sus aldeas serán incendiadas. Entonces Israel despojará a los que lo habían despojado, afirma Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Por tanto, vienen días, dice YHVH, En que haré resonar alarma de guerra contra Rabá de los hijos de Amón. Será convertida en montón de ruinas, Y sus ciudades serán puestas a fuego. Entonces Israel desposeerá A quien lo desposeyó, dice YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Por eso, mirad que vienen días -oráculo de Yahveh-, en que lanzaré contra Rabá de los amonitas el grito de guerra: será una escombrera desolada, y sus hijas consumidas por el fuego. Así heredará Israel a sus herederos, dice Yahveh.

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Jeremías 49:2
22 Referans Kwoze  

En la primavera, que era la época en que los reyes salían de campaña, David mandó a Joab con la guardia real y todo el ejército de Israel para que aniquilara a los amonitas y sitiara la ciudad de Rabá. Pero David se quedó en Jerusalén.


A causa de tus justas decisiones el monte Sión se alegra y las aldeas de Judá se regocijan.


Señor, a causa de tus juicios Sión escucha esto y se alegra, y las ciudades de Judá se regocijan.


Juntos se lanzarán hacia el oeste, contra las laderas de los filisteos; juntos saquearán a los pueblos del este, dejarán sentir su poder sobre Edom y Moab, y se les someterán los amonitas.


Profecía contra Damasco: «¡Mirad Damasco! ¡Ya no será una ciudad! ¡Será convertida en un montón de escombros!


¡Qué angustia, qué angustia! ¡Me retuerzo de dolor! Mi corazón se agita. ¡Ay, corazón mío! ¡No puedo callarme! Puedo escuchar el toque de trompeta y el grito de guerra.


Así dice el Señor acerca de los amonitas: «¿Acaso Israel no tiene hijos? ¿Acaso no tiene herederos? ¿Por qué el dios Moloc ha heredado Gad, y su pueblo vive en sus ciudades?


Traza un camino para que la espada llegue contra Rabá de los amonitas y contra Jerusalén, la ciudad fortificada de Judá.


»Y en cuanto a ti, príncipe de Israel, infame y malvado, tu día ha llegado; ¡la hora de tu castigo es inminente!


yo prenderé fuego a los muros de Rabá, que consumirá sus fortalezas entre gritos de guerra en el día de la batalla, y en el rugir de la tormenta en un día de tempestad.


Los del Néguev poseerán el monte de Esaú, y los de la Sefelá poseerán Filistea. Los israelitas poseerán los campos de Efraín y de Samaria, y los de Benjamín poseerán Galaad.


»Cuando estéis ya en vuestra propia tierra y tengáis que salir a la guerra contra el enemigo opresor, las trompetas darán la señal de combate. Entonces el Señor se acordará de vosotros y os salvará de vuestros enemigos.


Israel se apoderó de todas las ciudades amorreas y se estableció en ellas, incluso en Hesbón y en todas sus aldeas.


Lleva todo el botín a la plaza pública, y préndele fuego a la ciudad y a todo el botín. Será una ofrenda totalmente quemada para el Señor tu Dios. La ciudad se quedará para siempre en ruinas, y no volverá a ser reedificada.


Por cierto, el rey Og de Basán fue el último de los gigantes. Su cama era de hierro y medía cuatro metros y medio de largo por dos de ancho. Todavía se la puede ver en Rabá de los amonitas.


Dentro de las fronteras de Isacar y Aser, la tribu de Manasés tenía las siguientes ciudades con sus poblaciones: Betseán, Ibleam, Dor, Endor, Tanac y Meguido. La tercera ciudad de la lista era Nafot.


Los descendientes de José replicaron: ―La región montañosa nos queda muy pequeña, y los cananeos que viven en el llano poseen carros de hierro, tanto los de Betsán y sus poblaciones como los del valle de Jezrel.


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