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Jeremías 31:19 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

19 Yo me aparté, pero me arrepentí; al comprenderlo me di golpes de pecho. Me siento avergonzado y humillado porque cargo con el oprobio de mi juventud”.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

19 Porque después que me aparté tuve arrepentimiento, y después que reconocí mi falta, herí mi muslo; me avergoncé y me confundí, porque llevé la afrenta de mi juventud.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Me aparté de Dios, pero después tuve remordimiento. ¡Me di golpes por haber sido tan estúpido! Estaba profundamente avergonzado por todo lo que hice en los días de mi juventud”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Si bien me he descarriado, ahora me arrepiento, me doy cuenta y me golpeo el pecho. Estoy avergonzado y confundido, pues pesa sobre mí mi infame juventud.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 Si me aparté, después me arrepentí: Reconocí mi falta y herí mi muslo; Me avergoncé y aún quedé confuso, Porque llevaba la afrenta de mi juventud.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Porque después de haberme convertido, siento arrepentimiento; y después de haberme conocido, me doy golpes de pecho; estoy avergonzado y compungido, y soporto la infamia de mi juventud'.

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Jeremías 31:19
30 Referans Kwoze  

y le dije en oración: «Dios mío, estoy confundido y siento vergüenza de levantar el rostro hacia ti, porque nuestras maldades se han amontonado hasta cubrirnos por completo; nuestra culpa ha llegado hasta el cielo.


Has dictado contra mí penas amargas; me estás haciendo pagar por los pecados de mi juventud.


El vigor juvenil que hoy sostiene sus huesos un día reposará en el polvo con él.


Antes de sufrir anduve descarriado, pero ahora obedezco tu palabra.


olvida los pecados y transgresiones que cometí en mi juventud. Acuérdate de mí según tu gran amor, porque tú, Señor, eres bueno.


»No temas, porque no serás avergonzada. No te turbes, porque no serás humillada. Olvidarás la vergüenza de tu juventud, y no recordarás más el oprobio de tu viudez.


Yo te hablé cuando te iba bien, pero tú dijiste: “¡No escucharé!” Así te has comportado desde tu juventud: ¡nunca me has obedecido!


¡Acostémonos en nuestra vergüenza, y que nos cubra nuestra desgracia! ¡Nosotros y nuestros antepasados hemos pecado contra el Señor nuestro Dios! Desde nuestra juventud y hasta el día de hoy, no hemos obedecido al Señor nuestro Dios».


Porque desde su juventud el pueblo de Israel y el de Judá no han hecho sino lo malo delante de mí. El pueblo de Israel no ha dejado de provocarme a ira con la obra de sus manos —afirma el Señor—.


»”¡Grita y gime, hijo de hombre, que la espada se perfila contra mi pueblo y contra todos los jefes de Israel! Han sido arrojados contra ella, lo mismo que mi pueblo. Por eso, ¡date golpes de pecho!


También yo daré palmas y aplacaré mi furor. Yo, el Señor, lo he dicho”».


Desde jóvenes se dejaron manosear los senos; en Egipto se prostituyeron y dejaron que les acariciaran sus pechos virginales.


Os daré un nuevo corazón, y os infundiré un espíritu nuevo; os quitaré ese corazón de piedra que ahora tenéis, y os pondré un corazón de carne.


Así os acordaréis de vuestra mala conducta y de vuestras acciones perversas, y sentiréis vergüenza por vuestras propias iniquidades y prácticas detestables.


Los sobrevivientes se acordarán de mí en las naciones donde hayan sido llevados cautivos. Se acordarán de cómo sufrí por culpa de su corazón adúltero, y de cómo se apartaron de mí y se fueron tras sus ídolos. ¡Sentirán asco de ellos mismos por todas las maldades que hicieron y por sus obras repugnantes!


Sobre la casa real de David y los habitantes de Jerusalén derramaré un espíritu de gracia y de súplica, y entonces pondrán sus ojos en mí. Harán lamentación por el que traspasaron, como quien hace lamentación por su hijo único; llorarán amargamente, como quien llora por su primogénito.


¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!”


En cambio, el recaudador de impuestos, que se había quedado a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a alzar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!”


¿Qué fruto cosechabais entonces? ¡Cosas que ahora os avergüenzan y que conducen a la muerte!


y cuando tú y tus hijos os volváis al Señor tu Dios y le obedezcáis con todo el corazón y con toda el alma, tal como hoy te lo ordeno,


Así, humildemente, debe corregir a los adversarios, con la esperanza de que Dios les conceda el arrepentimiento para conocer la verdad,


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