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Jeremías 29:26 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

26 “El Señor te ha puesto como sacerdote en lugar del sacerdote Joyadá, para que vigiles en la casa del Señor. A todo loco que se haga pasar por profeta, lo pondrás en el cepo y en el calabozo.

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Biblia Reina Valera 1960

26 Jehová te ha puesto por sacerdote en lugar del sacerdote Joiada, para que te encargues en la casa de Jehová de todo hombre loco que profetice, poniéndolo en el calabozo y en el cepo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

26 »“El Señor te ha designado para que reemplaces a Joiada como sacerdote a cargo de la casa del Señor. Eres responsable de poner en cepos y grilletes a cualquier loco que afirme ser profeta.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

26 Yavé te ha puesto como sacerdote en lugar de Joyada, para que detengas en la Casa de Yavé a cualquier fanático que quiera pasar por profeta, y le amarres las manos y lo metas en el calabozo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

26 YHVH te ha nombrado sucesor del sacerdote Joiada, como responsable de la Casa de YHVH, para que todo el que se desmande y se haga pasar por profeta, lo lleves al calabozo y lo pongas en el cepo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

26 Yahveh te ha constituido sacerdote en lugar del sacerdote Joadá, para que seas inspector en el templo de Yahveh, vigiles a las personas dementes y pongas en el cepo y en la argolla a quienes pretendan ser profetas.

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Jeremías 29:26
28 Referans Kwoze  

Entonces el sacerdote Joyadá, como no quería que la mataran en el templo del Señor, ordenó a los capitanes que estaban al mando de las fuerzas: «Sacadla de entre las filas; y, si alguien se pone de su lado, ¡matadlo a filo de espada!»


Entonces toda la gente fue al templo de Baal y lo derribó. Destruyeron los altares y los ídolos, y enfrente de los altares degollaron a Matán, sacerdote de Baal. El sacerdote Joyadá apostó guardias en el templo del Señor


Cuando Jehú salió para volver a reunirse con los capitanes, uno de ellos le preguntó: ―¿Todo bien? ¿Qué quería ese loco? ―Vosotros ya lo conocéis —respondió— y sabéis cómo habla.


Asá se enfureció contra el vidente por lo que este le dijo, y lo mandó encarcelar. En ese tiempo, Asá oprimió también a una parte del pueblo.


Decidles que les ordeno echar en la cárcel a ese tipo, y no darle más que pan y agua, hasta que yo regrese sin contratiempos.


¿Por qué, pues, no has reprendido a Jeremías de Anatot, que entre vosotros se hace pasar por profeta?


Y Jeremías se quedó en el patio de la guardia hasta el día en que Jerusalén fue capturada. Jerusalén fue tomada de la siguiente manera:


Ellos tomaron a Jeremías y, bajándolo con cuerdas, lo echaron en la cisterna del patio de la guardia, la cual era de Malquías, el hijo del rey. Pero, como en la cisterna no había agua, sino lodo, Jeremías se hundió en él.


Han llegado los días del castigo, han llegado los días de la retribución. ¡Que lo sepa Israel! Es tan grande tu maldad, y tan intensa tu hostilidad, que al profeta se le tiene por necio, y al hombre inspirado, por loco.


»En aquel día se abrirá una fuente para lavar del pecado y de la impureza a la casa real de David y a los habitantes de Jerusalén.


Jesús entró en el templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo. ―¿Con qué autoridad haces esto? —lo interrogaron—. ¿Quién te dio esa autoridad?


Cuando se enteraron sus parientes, salieron a hacerse cargo de él, porque decían: «Está fuera de sí».


Muchos de ellos decían: «Está endemoniado y loco de remate. ¿Para qué hacerle caso?»


―No te apedreamos por ninguna de ellas, sino por blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces pasar por Dios.


¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Abraham? Él murió, y también murieron los profetas. ¿Quién te crees tú?


Al recibir tal orden, este los metió en el calabozo interior y les sujetó los pies en el cepo.


Muchas veces anduve de sinagoga en sinagoga castigándolos para obligarlos a blasfemar. Mi obsesión contra ellos me llevaba al extremo de perseguirlos incluso en ciudades del extranjero.


Al llegar Pablo a este punto de su defensa, Festo interrumpió. ―¡Estás loco, Pablo! —le gritó—. El mucho estudio te ha hecho perder la cabeza.


―No estoy loco, excelentísimo Festo —contestó Pablo—. Lo que digo es cierto y sensato.


Mientras Pedro y Juan hablaban a la gente, se presentaron los sacerdotes, el capitán de la guardia del templo y los saduceos.


Entonces arrestaron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública.


Al oírlo, el capitán de la guardia del templo y los jefes de los sacerdotes se quedaron perplejos, preguntándose en qué terminaría todo aquello.


pero me bajaron en un canasto por una ventana de la muralla, y así escapé de las manos del gobernador.


No tengas miedo de lo que vas a sufrir. Te advierto que a algunos de vosotros el diablo os meterá en la cárcel para poneros a prueba, y sufriréis persecución durante diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.


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