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Isaías 63:8 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

8 Declaró: «Verdaderamente son mi pueblo, hijos que no me engañarán». Así se convirtió en el Salvador

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 Porque dijo: Ciertamente mi pueblo son, hijos que no mienten; y fue su Salvador.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Él dijo: «Ellos son mi pueblo. Ciertamente no volverán a traicionarme». Y se convirtió en su Salvador.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Dijo: 'En realidad son mi pueblo, hijos que no me harán traición. Y se hizo su salvador'

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Pues dijo: ¡Ciertamente ellos son mi pueblo, Hijos que no se portarán falsamente! Y así, Él se convirtió en el Salvador de ellos,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Dijo: 'Cierto, mi pueblo son ellos, hijos que no engañarán'. Y fue él su salvador

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Isaías 63:8
33 Referans Kwoze  

Estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia, como pacto perpetuo, por todas las generaciones. Yo seré tu Dios, y el Dios de tus descendientes.


Se olvidaron del Dios que los salvó y que había hecho grandes cosas en Egipto:


En ese día el Señor salvó a Israel del poder de Egipto. Los israelitas vieron los cadáveres de los egipcios tendidos a la orilla del mar.


Después tomó el libro del pacto y lo leyó ante el pueblo, y ellos respondieron: ―Haremos todo lo que el Señor ha dicho, y le obedeceremos.


Pero el Señor siguió diciendo: ―Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. Los he escuchado quejarse de sus capataces, y conozco bien sus penurias.


Haré de vosotros mi pueblo; y yo seré vuestro Dios. Así sabrán que yo soy el Señor vuestro Dios, que os libró de la opresión de los egipcios.


¡Dios es mi salvación! Confiaré en él y no temeré. El Señor es mi fuerza, el Señor es mi canción; ¡él es mi salvación!»


Esto servirá en Egipto de señal y testimonio del Señor Todopoderoso. Cuando ellos clamen al Señor por causa de sus opresores, él les enviará un salvador y defensor que los librará.


¿Con qué derecho aplastáis a mi pueblo y pasáis por encima de los pobres?», afirma el Señor, el Señor Todopoderoso.


«Pero tú, Israel, mi siervo, tú, Jacob, a quien he escogido, simiente de Abraham, mi amigo:


Yo, yo soy el Señor, fuera de mí no hay ningún otro salvador.


Yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador; yo he entregado a Egipto como precio por tu rescate, a Cus y a Seba en tu lugar.


»Préstame atención, pueblo mío; óyeme, nación mía: porque de mí saldrá la ley, y mi justicia será luz para las naciones.


»¿Quién te asustó, quién te metió miedo, que me has engañado? No te acordaste de mí, ni me tuviste en cuenta. ¿Será que no me temes porque guardé silencio tanto tiempo?


Te alimentarás con la leche de las naciones, con la riqueza de los reyes serás amamantada. Sabrás entonces que yo, el Señor, soy tu Salvador; que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu Redentor.


A pesar de todo, Señor, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú el alfarero. Todos somos obra de tu mano.


No te enojes demasiado, Señor; no te acuerdes siempre de nuestras iniquidades. ¡Considera, por favor, que todos somos tu pueblo!


Tú, esperanza y salvación de Israel en momentos de angustia, ¿por qué actúas en el país como un peregrino, como un viajero que solo pasa la noche?


«Pero yo soy el Señor tu Dios desde que estabas en Egipto. No conocerás otro Dios fuera de mí, ni otro Salvador que no sea yo.


Dije a la ciudad: “¡Ciertamente me temerás; aceptarás corrección!” Entonces no sería destruida su morada, según todo lo que decreté contra ella. A pesar de todo, se empeñaron en corromper todas sus obras.


Cuando Jesús vio que Natanael se le acercaba, comentó: ―Aquí tenéis un verdadero israelita, en quien no hay falsedad.


Con respecto al evangelio, los israelitas son enemigos de Dios para bien vuestro; pero, si tomamos en cuenta la elección, son amados de Dios por causa de los patriarcas,


Por lo tanto, dejando la mentira, hablad cada uno a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo.


Actuaron contra él de manera corrupta; para vergüenza de ellos, ya no son sus hijos; ¡son una generación torcida y perversa!


¡Sonríele a la vida, Israel! ¿Quién como tú, pueblo rescatado por el Señor? Él es tu escudo y tu ayuda; él es tu espada victoriosa. Tus enemigos se doblegarán ante ti; sus espaldas te servirán de tapete».


Dejad de mentiros unos a otros, ahora que os habéis quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios,


Y nosotros hemos visto y declaramos que el Padre envió a su Hijo para ser el Salvador del mundo.


sea la gloria, la majestad, el dominio y la autoridad, por medio de Jesucristo nuestro Señor, antes de todos los siglos, ahora y para siempre! Amén.


Por amor a su gran nombre, el Señor no rechazará a su pueblo; de hecho, él se ha dignado a haceros a vosotros su propio pueblo.


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