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Isaías 6:11 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

11 Entonces exclamé: ―¿Hasta cuándo, Señor? Y él respondió: «Hasta que las ciudades queden destruidas y sin habitante alguno; hasta que las casas queden deshabitadas, y los campos, asolados y en ruinas;

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Biblia Reina Valera 1960

11 Y yo dije: ¿Hasta cuándo, Señor? Y respondió él: Hasta que las ciudades estén asoladas y sin morador, y no haya hombre en las casas, y la tierra esté hecha un desierto;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Entonces yo dije: —Señor, ¿cuánto tiempo durará esto? Y él contestó: —Hasta que sus ciudades queden vacías, sus casas queden desiertas y la tierra entera quede seca y baldía;

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Yo dije: '¿Hasta cuándo, Señor?' Y él me respondió:'

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Y pregunté: ¿Hasta cuándo, Adonay? Y declaró: Hasta que las ciudades estén asoladas y sin morador, Y no haya hombres en las casas, Y la tierra venga a ser una desolación completa.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 '¿Hasta cuándo, Señor?' -pregunté-. Y él me respondió: 'Hasta que queden las ciudades asoladas y sin habitantes, las casas sin hombres, el campo desolado como un desierto.

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Isaías 6:11
28 Referans Kwoze  

¿Hasta cuándo, oh Dios, se burlará el adversario? ¿Para siempre insultará tu nombre el enemigo?


¿Hasta cuándo, Señor? ¿Vas a estar enojado para siempre? ¿Arderá tu celo como el fuego?


¿Cuándo, Señor, te volverás hacia nosotros? ¡Compadécete ya de tus siervos!


¿Hasta cuándo, Señor, hasta cuándo habrán de ufanarse los impíos?


Vuestro país está desolado, vuestras ciudades son presa del fuego; ante vuestros propios ojos los extraños devoran vuestros campos; vuestro país está desolado, como si hubiera sido destruido por extranjeros.


Voy a hacer que haya menos gente que oro fino, menos mortales que oro de Ofir.


Las puertas de la ciudad gemirán y se vestirán de luto; desolada, la ciudad se sentará en el suelo.


Jerusalén se tambalea, Judá se derrumba, porque su hablar y su actuar son contrarios al Señor: ¡desafían su gloriosa presencia!


La fortaleza será abandonada, y desamparada la ciudad populosa; para siempre convertidas en cuevas quedarán la ciudadela y la atalaya; convertidas en deleite de asnos, en pastizal de rebaños,


Se alegrarán el desierto y el sequedal; se regocijará el desierto y florecerá como el azafrán.


El Señor Todopoderoso me ha dicho al oído: «Muchas casas quedarán desoladas, y no habrá quien habite las grandes mansiones.


»Aunque fuiste abandonada y aborrecida, y nadie transitaba por tus calles, haré de ti el orgullo eterno y la alegría de todas las generaciones.


Tus ciudades santas han quedado devastadas, y hasta Sión se ha vuelto un desierto; Jerusalén es una desolación.


Porque así dice el Señor acerca de la casa real de Judá: «Para mí, tú eres como Galaad y como la cima del Líbano, pero juro que te convertiré en un desierto, en ciudades deshabitadas.


Un león ha salido del matorral, un destructor de naciones se ha puesto en marcha; ha salido de su lugar de origen para desolar tu tierra; tus ciudades quedarán en ruinas y totalmente despobladas.


«Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: “Vosotros habéis visto todas las calamidades que yo traje sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá. Hoy yacen en ruinas, sin morador alguno,


Allí, en el territorio de Jamat, el rey los hizo ejecutar. Así Judá fue desterrado y llevado cautivo.


No importa dónde viváis, vuestras ciudades serán destruidas y vuestros lugares de culto idolátrico serán devastados. Vuestros altares quedarán completamente destrozados; vuestros ídolos, hechos un montón de ruinas; vuestros incensarios, hechos añicos. ¡Todas vuestras obras desaparecerán!


»Escuché entonces que uno de los santos hablaba, y que otro le preguntaba: “¿Cuánto más va a durar esta visión del sacrificio diario, de la rebeldía desoladora, de la entrega del santuario y de la humillación del ejército?”


convertiré en ruinas vuestras ciudades y asolaré vuestros santuarios. No me complaceré más en el aroma de vuestras ofrendas, que me era grato.


Os dispersaré entre las naciones: desenvainaré la espada, y os perseguiré hasta dejar desolada vuestra tierra, y en ruinas vuestras ciudades.


En aquel día se les hará burla, y se les cantará este lamento: “¡Estamos perdidos! Se están repartiendo los campos de mi pueblo. ¡Cómo me los arrebatan! Nuestra tierra se la reparten los traidores”».


Exterminaré las ciudades de tu país y derribaré todas tus fortalezas.


Por lo que a mí toca, te demoleré a golpes, te destruiré por tus pecados.


La tierra quedará desolada por culpa de sus habitantes, como resultado de su maldad.


Y tú, que como pueblo fuiste tan numeroso como las estrellas del cielo, quedarás reducido a unos cuantos por no haber obedecido al Señor tu Dios.


Así como al Señor le agradó multiplicarte y hacerte prosperar, también le agradará arruinarte y destruirte. ¡Serás arrancado de raíz, de la misma tierra que ahora vas a poseer!


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