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Isaías 58:8 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

8 Si así procedes, tu luz despuntará como la aurora, y al instante llegará tu sanidad; tu justicia te abrirá el camino, y la gloria del Señor te seguirá.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 »Entonces su salvación llegará como el amanecer, y sus heridas sanarán con rapidez; su justicia los guiará hacia adelante y atrás los protegerá la gloria del Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Entonces tu luz surgirá como la aurora y tus heridas sanarán rápidamente. Tu recto obrar marchará delante de ti y la Gloria de Yavé te seguirá por detrás.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Entonces nacerá tu luz como el alba, Y tu salvación se dejará ver pronto, Tu justicia irá delante de ti, Y la gloria de YHVH será tu retaguardia.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Entonces despuntará tu luz como la aurora, y tu carne sana en seguida brotará; marchará delante de ti tu justicia, y la gloria de Yahveh será tu retaguardia.

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Isaías 58:8
27 Referans Kwoze  

Tu vida será más radiante que el sol de mediodía, y la oscuridad será como el amanecer.


Para los justos, la luz brilla en las tinieblas. ¡Dios es clemente, compasivo y justo!


Hará que tu justicia resplandezca como el alba; tu justa causa, como el sol de mediodía.


La justicia será su heraldo y le preparará el camino.


La luz se esparce sobre los justos, y la alegría sobre los rectos de corazón.


Entonces el ángel de Dios, que marchaba al frente del ejército israelita, se dio la vuelta y fue a situarse detrás de este. Lo mismo sucedió con la columna de nube, que dejó su puesto de vanguardia y se desplazó hacia la retaguardia,


El que es bondadoso se beneficia a sí mismo; el que es cruel, a sí mismo se perjudica.


El que es generoso prospera; el que reanima será reanimado.


La senda de los justos se asemeja a los primeros albores de la aurora: su esplendor va en aumento hasta que el día alcanza su plenitud.


Abrid las puertas, para que entre la nación justa que se mantiene fiel.


Cuando el Señor ponga una venda en la fractura de su pueblo y sane las heridas que le causó, brillará la luna como el sol, y será la luz del sol siete veces más intensa, como la luz de siete días enteros.


Ningún habitante dirá: «Estoy enfermo»; y se perdonará la iniquidad del pueblo que allí habita.


Pero no tendréis que apresuraros ni salir huyendo, porque el Señor marchará a la cabeza; ¡el Dios de Israel os cubrirá la espalda!


He visto sus caminos, pero lo sanaré; lo guiaré y lo colmaré de consuelo. Y a los que lloran por él


»¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti!


Mira, las tinieblas cubren la tierra, y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos. Pero la aurora del Señor brillará sobre ti; ¡sobre ti se manifestará su gloria!


Por amor a Sión no guardaré silencio, por amor a Jerusalén no desmayaré, hasta que su justicia resplandezca como la aurora, y como antorcha encendida su salvación.


Pero yo te restauraré y sanaré tus heridas —afirma el Señor— porque te han llamado la Desechada, la pobre Sión, la que a nadie le importa”.


»”Sin embargo, les daré salud y los curaré; los sanaré y haré que disfruten de abundante paz y seguridad.


«Yo corregiré su rebeldía y los amaré de pura gracia, porque mi ira contra ellos se ha calmado.


Pero para vosotros que teméis mi nombre, se levantará el sol de justicia trayendo en sus rayos salud. Y saldréis saltando como becerros recién alimentados.


Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible; se les han embotado los oídos, y se les han cerrado los ojos. De lo contrario, verían con los ojos, oirían con los oídos, entenderían con el corazón y se convertirían, y yo los sanaría”.


y me dijo: “Cornelio, Dios ha oído tu oración y se ha acordado de tus obras de beneficencia.


sino que en toda nación él ve con agrado a los que le temen y actúan con justicia.


―¿Qué quieres, Señor? —le preguntó Cornelio, mirándolo fijamente y con mucho miedo. ―Dios ha recibido tus oraciones y tus obras de beneficencia como una ofrenda —le contestó el ángel—.


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