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Isaías 42:1 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

1 »Este es mi siervo, a quien sostengo, mi escogido, en quien me deleito; sobre él he puesto mi Espíritu, y llevará justicia a las naciones.

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Biblia Reina Valera 1960

1 He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 »Miren a mi siervo, al que yo fortalezco; él es mi elegido, quien me complace. He puesto mi Espíritu sobre él; él hará justicia a las naciones.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 He aquí a mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido, al que escogí con gusto. He puesto mi Espíritu sobre él, y hará que la justicia llegue a las naciones.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 He aquí° mi Siervo, a quien Yo sostengo; Mi escogido,° en quien se complace mi alma. He puesto mi Espíritu sobre Él, Y Él traerá la justicia a las naciones.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Mirad a mi siervo, a quien sostengo; a mi elegido, en quien se complace mi alma. Puse mi espíritu sobre él; dictará equidad a las naciones.

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Isaías 42:1
47 Referans Kwoze  

El cetro no se apartará de Judá, ni de entre sus pies el bastón de mando, hasta que llegue el verdadero rey, quien merece la obediencia de los pueblos.


El rey hará justicia a los pobres del pueblo y salvará a los necesitados; ¡él aplastará a los opresores!


“Estableceré tu dinastía para siempre, y afirmaré tu trono por todas las generaciones”». Selah


Él juzgará entre las naciones y será árbitro de muchos pueblos. Convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces. No levantará espada nación contra nación, y nunca más se adiestrarán para la guerra.


La justicia morará en el desierto, y en el campo fértil habitará la rectitud.


«Pero tú, Israel, mi siervo, tú, Jacob, a quien he escogido, simiente de Abraham, mi amigo:


Te tomé de los confines de la tierra, te llamé de los rincones más remotos, y te dije: “Tú eres mi siervo”. Yo te escogí; no te rechacé.


No clamará, ni gritará, ni alzará su voz por las calles.


«Vosotros sois mis testigos —afirma el Señor—, sois mis siervos escogidos, para que me conozcáis y creáis en mí, y entendáis que Yo soy. Antes de mí no hubo ningún otro dios, ni habrá ninguno después de mí.


¿Quién de entre vosotros teme al Señor y obedece la voz de su siervo? Aunque camine en la oscuridad, y sin un rayo de luz, que confíe en el nombre del Señor y dependa de su Dios.


Mirad, mi siervo triunfará; será exaltado, levantado y muy enaltecido.


Después de su sufrimiento, verá la luz y quedará satisfecho; por su conocimiento mi siervo justo justificará a muchos, y cargará con las iniquidades de ellos.


»En cuanto a mí —dice el Señor—, este es mi pacto con ellos: Mi Espíritu que está sobre ti, y mis palabras que he puesto en tus labios, no se apartarán más de ti, ni de tus hijos ni de sus descendientes, desde ahora y para siempre —dice el Señor—.


El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros,


¿Quién es este que viene de Edom, desde Bosra, vestido de púrpura? ¿Quién es este de espléndido ropaje, que avanza con fuerza arrolladora? «Soy yo, el que habla con justicia, el que tiene poder para salvar».


En aquel día —afirma el Señor Todopoderoso— te tomaré a ti, mi siervo Zorobabel hijo de Salatiel —afirma el Señor—, y te haré semejante a un anillo de sellar, porque yo te he elegido”, afirma el Señor Todopoderoso».


»”Escucha, Josué, sumo sacerdote, y que lo oigan tus compañeros, que se sientan en tu presencia y que son un buen presagio: Voy a traer a mi siervo, voy a traer al Renuevo.


Porque, desde donde nace el sol hasta donde se pone, grande es mi nombre entre las naciones. En todo lugar se ofrece incienso y ofrendas puras a mi nombre, porque grande es mi nombre entre las naciones —dice el Señor Todopoderoso—.


Mientras estaba aún hablando, apareció una nube luminosa que los envolvió, de la cual salió una voz que dijo: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él. ¡Escuchadle!»


y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma de paloma. Entonces se oyó una voz del cielo que decía: «Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo».


«El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos,


a pregonar el año del favor del Señor».


Entonces salió de la nube una voz que dijo: «Este es mi Hijo, mi escogido; escuchadle».


Mirad que la hora viene, y ya está aquí, en que seréis dispersados, y cada uno se irá a su propia casa y a mí me dejaréis solo. Sin embargo, solo no estoy, porque el Padre está conmigo.


El enviado de Dios comunica el mensaje divino, pues Dios mismo le da su Espíritu sin restricción.


Trabajad, pero no por la comida que es perecedera, sino por la que permanece para vida eterna, la cual os dará el Hijo del hombre. Sobre este ha puesto Dios el Padre su sello de aprobación.


Me refiero a Jesús de Nazaret: cómo lo ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder, y cómo anduvo haciendo el bien y sanando a todos los que estaban oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.


Al oír esto, se apaciguaron y alabaron a Dios diciendo: ―¡Así que también a los gentiles les ha concedido Dios el arrepentimiento para vida!


»Por tanto, quiero que sepáis que esta salvación de Dios se ha enviado a los gentiles, y ellos sí escucharán».


―¡Ve! —insistió el Señor—, porque ese hombre es mi instrumento escogido para dar a conocer mi nombre tanto a las naciones y a sus reyes como al pueblo de Israel.


Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él. En amor


para alabanza de su gloriosa gracia, que nos concedió en su Amado.


Aunque soy el más insignificante de todos los santos, recibí esta gracia de predicar a las naciones las incalculables riquezas de Cristo,


Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos.


Él nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de su amado Hijo,


Cristo es la piedra viva, rechazada por los seres humanos, pero escogida y preciosa ante Dios. Al acercaros a él,


Así dice la Escritura: «Mirad que pongo en Sión una piedra principal escogida y preciosa, y el que confíe en ella no será jamás defraudado».


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