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Isaías 36:9 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

9 ¿Cómo podrás rechazar el ataque de uno solo de los funcionarios más insignificantes de mi señor, si confías en obtener de Egipto carros de combate y jinetes?

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Biblia Reina Valera 1960

9 ¿Cómo, pues, podrás resistir a un capitán, al menor de los siervos de mi señor, aunque estés confiado en Egipto con sus carros y su gente de a caballo?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Con tu pequeño ejército, ¿cómo se te ocurre desafiar siquiera al contingente más débil de las tropas de mi amo, aunque contaras con la ayuda de los carros de guerra y sus conductores de Egipto?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 ¡Pero ni siquiera eres capaz de hacer retroceder al más insignificante de los generales de mi patrón! Mientras confiabas en Egipto, pensando que te daría carros y caballerías,

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 ¿Cómo podrás resistir al más ínfimo de los siervos de mi señor, aun confiando en que Egipto te dará carros y jinetes?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 ¿Cómo vas a hacer retroceder a un gobernador, a cualquiera de los menores servidores de mi señor? Tú confías en Egipto, en espera de carros y jinetes.

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Isaías 36:9
13 Referans Kwoze  

¿Cómo podrás rechazar el ataque de uno solo de los funcionarios más insignificantes de mi señor, si confías en obtener de Egipto carros de combate y jinetes?


Y era que el Señor había confundido a los sirios haciéndoles oír el ruido de carros de combate y de caballería, como si fuera un gran ejército. Entonces se dijeron unos a otros: «¡Seguro que el rey de Israel ha contratado a los reyes hititas y egipcios para atacarnos!»


Se prepara al caballo para el día de la batalla, pero la victoria depende del Señor.


Pues dice: “¿Acaso no son reyes todos mis jefes?


Y los que confían en Etiopía y se enorgullecen de Egipto quedarán aterrados y avergonzados.


La ayuda de Egipto no sirve para nada; por eso la llamo: «Rahab, la inmóvil».


Los egipcios, en cambio, son hombres y no dioses; sus caballos son carne y no espíritu. Cuando el Señor extienda su mano, tropezará el que presta ayuda y caerá el que la recibe. ¡Todos juntos perecerán!


Mira, tú confías en Egipto, ¡ese bastón de caña astillada, que traspasa la mano y hiere al que se apoya en él! Porque eso es el faraón, el rey de Egipto, para todos los que en él confían.


»Ahora bien, Ezequías, haz este trato con mi señor, el rey de Asiria: Yo te doy dos mil caballos si tú consigues otros tantos jinetes para montarlos.


¡Con qué ligereza cambias de parecer! Pues también Egipto te defraudará, como te defraudó Asiria.


»El rey no deberá adquirir gran cantidad de caballos, ni hacer que el pueblo vuelva a Egipto con el pretexto de aumentar su caballería, pues el Señor te ha dicho: “No vuelvas más por ese camino”.


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