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Isaías 29:9 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

9 Perded el juicio, quedaos pasmados, perded la vista, quedaos ciegos; embriagaos, pero no con vino; tambaleaos, pero no por el licor.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

9 Deteneos y maravillaos; ofuscaos y cegaos; embriagaos, y no de vino; tambalead, y no de sidra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 ¿Estás asombrado y escéptico? ¿No lo crees? Entonces adelante, sé ciego. Eres necio, pero no por culpa del vino; te tambaleas, ¡pero no por causa del licor!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Embrutézcanse y pónganse tontos, anden ciegos, sin vista, quédense ebrios, pero no por el vino, maréense, pero no por el licor.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 ¡Asombraos y quedad atónitos! ¡Deslumbraos y quedad ciegos! ¡Embriagaos, y no de vino! ¡Tambaleaos, y no por el licor!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Espantaos y quedad espantados, ofuscaos y quedad ofuscados, embriagaos y no de vino, tambaleaos y no de licor;

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Isaías 29:9
25 Referans Kwoze  

¡Oíd, cielos! ¡Escucha, tierra! Así dice el Señor: «Yo crie hijos hasta hacerlos hombres, pero ellos se rebelaron contra mí.


El Señor ha infundido en ellos un espíritu de desconcierto. En todo lo que hace Egipto le han hecho perder el rumbo. Como un borracho en su vómito, Egipto se tambalea.


¡Ay, Ariel, Ariel, ciudad donde acampó David! Añadid a un año otro año más, y que prosiga el ciclo de las fiestas.


El Señor ha derramado sobre vosotros un espíritu de profundo sueño; a los profetas les cubrió los ojos, a los videntes les tapó la cara.


Haré que tus opresores se coman su propia carne y se embriaguen con su propia sangre, como si fuera vino. Toda la humanidad sabrá entonces que yo, el Señor, soy tu Salvador; que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu Redentor».


¡Despierta, Jerusalén, despierta! Levántate, tú, que de la mano del Señor has bebido la copa de su furia; tú, que has bebido hasta el fondo la copa que entorpece a los hombres.


Ciegos están todos los guardianes de Israel; ninguno de ellos sabe nada. Todos ellos son perros mudos, que no pueden ladrar. Se acuestan y desvarían; les encanta dormitar.


Haz insensible el corazón de este pueblo; embota sus oídos y cierra sus ojos, no sea que vea con sus ojos, oiga con sus oídos, y entienda con su corazón, y se convierta y sea sanado».


En mi enojo pisoteé a los pueblos, y los embriagué con la copa de mi ira; ¡hice correr su sangre sobre la tierra!»


entonces les responderás que así dice el Señor: “Voy a llenar de vino a todos los habitantes de este país: a los reyes que se sientan en el trono de David, a los sacerdotes y a todos los habitantes de Jerusalén.


¡Espantaos, cielos, ante esto! ¡Temblad y quedad horrorizados! —afirma el Señor—.


En cuanto a los profetas: Se me parte el corazón en el pecho y se me estremecen los huesos. Por causa del Señor y de sus santas palabras, hasta parezco un borracho, alguien dominado por el vino.


«Tú les dirás: “Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: ‘Bebed, emborrachaos, vomitad y caed para no levantaros más, por causa de la espada que envío contra vosotros’ ”.


»En aquel día desfallecerá el corazón del rey y de los jefes; los sacerdotes se llenarán de pánico y los profetas quedarán atónitos», afirma el Señor.


En la mano del Señor Babilonia era una copa de oro que embriagaba a toda la tierra. Las naciones bebieron de su vino y enloquecieron.


¡Regocíjate y alégrate, capital de Edom, que vives como reina en la tierra de Uz! ¡Pero ya tendrás que beber de esta copa, y quedarás embriagada y desnuda!


«¡Mirad a las naciones! ¡Contempladlas y quedaos asombrados! Voy a hacer en estos días cosas tan sorprendentes que no las creeréis aunque alguien os las explique.


Volvió de nuevo a los discípulos y les dijo: «¿Seguís durmiendo y descansando? Mirad, se acerca la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores.


Al volver por tercera vez, les dijo: «¿Seguís durmiendo y descansando? ¡Se acabó! Ha llegado la hora. Mirad, el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores.


Vi que la mujer se había emborrachado con la sangre de los santos y de los mártires de Jesús. Al verla, quedé sumamente asombrado.


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