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Isaías 24:23 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

23 La luna se sonrojará y el sol se avergonzará, porque sobre el monte Sión, sobre Jerusalén, reinará el Señor Todopoderoso, glorioso entre sus ancianos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

23 La luna se avergonzará, y el sol se confundirá, cuando Jehová de los ejércitos reine en el monte de Sion y en Jerusalén, y delante de sus ancianos sea glorioso.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 Entonces, la gloria de la luna menguará, y el resplandor del sol se desvanecerá, porque el Señor de los Ejércitos Celestiales reinará en el monte Sion. Reinará con gran gloria en Jerusalén, a los ojos de todos los líderes de su pueblo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 La luna se pondrá colorada, el sol no sabrá dónde esconderse, avergonzado, cuando Yavé de los Ejércitos sea rey sobre el cerro de Sión, en Jerusalén, y aparezca su Gloria ante sus Ancianos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 La luna° se avergonzará, y el sol° se confundirá, Cuando YHVH Sebaot reine en el Monte Sión y en Jerusalem, Y la gloria esté delante de sus ancianos.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 Enrojecerá la blanquecina, palidecerá el ardoroso cuando reine Yahveh Sebaot en el monte Sión y en Jerusalén y esté ante sus ancianos la gloria.

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Isaías 24:23
36 Referans Kwoze  

¡El Señor es rey! ¡Regocíjese la tierra! ¡Alégrense las costas más remotas!


Miriam les cantaba así: Cantad al Señor, que se ha coronado de triunfo arrojando al mar caballos y jinetes.


¡Canta y grita de alegría, habitante de Sión; realmente es grande, en medio de ti, el Santo de Israel!»


Las estrellas y las constelaciones del cielo dejarán de irradiar su luz; se oscurecerá el sol al salir y no brillará más la luna.


Cuando el Señor ponga una venda en la fractura de su pueblo y sane las heridas que le causó, brillará la luna como el sol, y será la luz del sol siete veces más intensa, como la luz de siete días enteros.


Tus ojos verán al rey en su esplendor y contemplarán una tierra que se extiende hasta muy lejos.


Porque el Señor es nuestro guía; el Señor es nuestro gobernante. El Señor es nuestro rey: ¡Él nos salvará!


¡Qué hermosos son, sobre los montes, los pies del que trae buenas nuevas; del que proclama la paz, del que anuncia buenas noticias, del que proclama la salvación, del que dice a Sión: «Tu Dios reina»!


»¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti!


Ya no será el sol tu luz durante el día, ni con su resplandor te alumbrará la luna, porque el Señor será tu luz eterna; tu Dios será tu gloria.


Tu sol no volverá a ponerse, ni menguará tu luna; será el Señor tu luz eterna, y llegarán a su fin tus días de duelo.


»El perímetro urbano será de nueve mil metros. »Y desde aquel día el nombre de la ciudad será: El Señor está aquí».


pero los santos del Altísimo recibirán el reino, y será suyo para siempre, ¡para siempre jamás!”


Entonces se dará a los santos, que son el pueblo del Altísimo, la majestad y el poder y la grandeza de los reinos. Su reino será un reino eterno, y lo adorarán y obedecerán todos los gobernantes de la tierra”.


El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre antes que llegue el día del Señor, día grande y terrible.


Se oscurecerán el sol y la luna; dejarán de brillar las estrellas.


y los libertadores subirán al monte Sión para gobernar la región montañosa de Esaú. Y el reino será del Señor.


Con las ovejas heridas formaré un remanente, y con las desterradas, una nación poderosa. El Señor reinará sobre ellas en el monte Sión desde ahora y para siempre.


»En aquel día no habrá luz, ni hará frío.


Será un día excepcional, que solo el Señor conoce: no tendrá día ni noche, pues, cuando llegue la noche, seguirá alumbrando la luz.


¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de alegría, hija de Jerusalén! Mira, tu rey viene hacia ti, justo, Salvador y humilde. Viene montado en un asno, en un pollino, cría de asna.


»Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, »“se oscurecerá el sol y no brillará más la luna; las estrellas caerán del cielo y los cuerpos celestes serán sacudidos”.


venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.


Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno”.


Por el contrario, os habéis acercado al monte Sión, a la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente. Os habéis acercado a millares y millares de ángeles, a una asamblea gozosa,


Tocó el séptimo ángel su trompeta, y en el cielo resonaron fuertes voces que decían: «El reino del mundo ha pasado a ser de nuestro Señor y de su Cristo, y él reinará por los siglos de los siglos».


Luego miré, y apareció el Cordero. Estaba de pie sobre el monte Sión, en compañía de ciento cuarenta y cuatro mil personas que llevaban escrito en la frente el nombre del Cordero y de su Padre.


Entonces los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y dijeron: «¡Amén, Aleluya!»


Después oí voces como el rumor de una inmensa multitud, como el estruendo de una catarata y como el retumbar de potentes truenos, que exclamaban: «¡Aleluya! Ya ha comenzado a reinar el Señor, nuestro Dios Todopoderoso.


La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.


Ya no habrá noche; no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios los alumbrará. Y reinarán por los siglos de los siglos.


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