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Isaías 1:28 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

28 Pero los rebeldes y pecadores a una serán quebrantados, y perecerán los que abandonan al Señor.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

28 Pero los rebeldes y pecadores a una serán quebrantados, y los que dejan a Jehová serán consumidos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

28 Pero los rebeldes y los pecadores serán destruidos por completo, y los que abandonen al Señor serán consumidos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

28 rebeldes y pecadores serán destrozados y aquellos que se alejen de Yavé, perecerán.

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La Biblia Textual 3a Edicion

28 Pero la destrucción de impíos y pecadores será simultánea, Y los que abandonan° a YHVH serán consumidos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

28 ¡Ruina sobre rebeldes y pecadores a la vez! Los que abandonaron a Yahveh perecerán.

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Isaías 1:28
38 Referans Kwoze  

»Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele de todo corazón y con buena disposición, pues el Señor escudriña todo corazón y discierne todo pensamiento. Si lo buscas, te permitirá que lo encuentres; si lo abandonas, te rechazará para siempre.


Desde entonces Edom ha estado en rebelión contra Judá, al igual que la ciudad de Libná, que en ese mismo tiempo se sublevó. Esto sucedió porque Jorán abandonó al Señor, Dios de sus antepasados.


Incluso ofreció sacrificios a los dioses de Damasco que lo habían derrotado, pues pensó: «Como los dioses de Siria ayudan a sus reyes, también me ayudarán a mí si les ofrezco sacrificios». Pero esos dioses fueron su ruina y la de todo Israel.


En un solo día, Pécaj hijo de Remalías mató en Judá a ciento veinte mil hombres, todos ellos soldados valientes, porque los habitantes de Judá habían abandonado al Señor, Dios de sus antepasados.


¿No es acaso la ruina para los malvados y el desastre para los malhechores?


los castiga por su maldad para escarmiento de todos,


pues dejaron de seguirlo y no tuvieron en cuenta sus caminos.


Porque el Señor cuida el camino de los justos, mas la senda de los malos lleva a la perdición.


Que desaparezcan de la tierra los pecadores; ¡que no existan más los malvados! ¡Alaba, alma mía, al Señor! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!


Pero a los que van por caminos torcidos deséchalos, Señor, junto con los malhechores. ¡Que haya paz en Israel!


Pero todos los pecadores serán destruidos; el porvenir de los malvados será el exterminio.


Tú destruyes a los mentirosos y aborreces a los tramposos y asesinos.


Perecerán los que se alejen de ti; tú destruyes a los que te son infieles.


Reprendiste a los paganos, destruiste a los malvados; ¡para siempre borraste su memoria!


Ciertamente tus enemigos, Señor, ciertamente tus enemigos perecerán; ¡dispersados por todas partes serán todos los malhechores!


El que es reacio a las reprensiones será destruido de repente y sin remedio.


¡Ay, nación pecadora, pueblo cargado de culpa, generación de malhechores, hijos corruptos! ¡Han abandonado al Señor! ¡Han despreciado al Santo de Israel! ¡Se han vuelto atrás!


La tierra se tambalea como un borracho, se sacude como una choza. Tanto pesa sobre ella su rebelión que caerá para no volver a levantarse.


Por eso vuestra iniquidad se alzará frente a vosotros como un muro alto y agrietado, a punto de derrumbarse: ¡de repente, en un instante, se desplomará!


Los pecadores están aterrados en Sión; el temblor atrapa a los impíos: «¿Quién de nosotros puede habitar en el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros puede habitar en la hoguera eterna?»


Así dice el Señor: «A vuestra madre, yo la repudié; ¿dónde está el acta de divorcio? ¿A cuál de mis acreedores os he vendido? Por causa de vuestras iniquidades, fuisteis vendidos; por vuestras transgresiones fue despedida vuestra madre.


Pero vosotros que encendéis fuegos y preparáis antorchas encendidas, caminad a la luz de vuestro propio fuego y de las antorchas que habéis encendido. Esto es lo que vosotros recibiréis de mi mano: en medio de tormentos quedaréis tendidos.


Porque día tras día me buscan, y desean conocer mis caminos, como si fueran una nación que practicara la justicia, como si no hubieran abandonado mis mandamientos. Me piden decisiones justas, y desean acercarse a mí,


Todos somos como gente impura; todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia. Todos nos marchitamos como hojas; nuestras iniquidades nos arrastran como el viento.


»Pero a vosotros que abandonáis al Señor y os olvidáis de mi monte santo, que para los dioses de la Fortuna y del Destino preparáis mesas y servís vino mezclado,


«Juntos perecerán los que se santifican y se purifican para entrar en los jardines, siguiendo a uno que va al frente, y los que comen carne de cerdo, ratas y otras cosas abominables —afirma el Señor—.


Entonces saldrán y contemplarán los cadáveres de los que se rebelaron contra mí. »Porque no morirá el gusano que los devora, ni se apagará el fuego que los consume: ¡repulsivos serán para toda la humanidad!»


Señor, tú eres la esperanza de Israel, todo el que te abandona quedará avergonzado. El que se aparta de ti quedará como algo escrito en el polvo, porque abandonó al Señor, al manantial de aguas vivas.


Tomaré al resto de Judá, que se empeñó en ir a vivir a Egipto, y todos perecerán allí; caerán a filo de espada, o el hambre los exterminará. Desde el más pequeño hasta el más grande, morirán de hambre o a filo de espada. Se convertirán en objeto de maldición, de horror, de imprecación y de oprobio.


El que es sabio entiende estas cosas; el que es inteligente las comprende. Ciertamente son rectos los caminos del Señor: en ellos caminan los justos, mientras que allí tropiezan los rebeldes.


Cuando estén diciendo: «Paz y seguridad», vendrá de improviso sobre ellos la destrucción, como le llegan a la mujer encinta los dolores de parto. De ninguna manera podrán escapar.


Y ahora, por esa misma palabra, el cielo y la tierra están guardados para el fuego, reservados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos.


Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los asesinos, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican artes mágicas, los idólatras y todos los mentirosos recibirán como herencia el lago de fuego y azufre. Esta es la segunda muerte».


Si persistís en la maldad, tanto vosotros como vuestro rey seréis destruidos.


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