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Hechos 24:26 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

26 Félix también esperaba que Pablo le ofreciera dinero; por eso mandaba llamarlo con frecuencia y conversaba con él.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

26 Esperaba también con esto, que Pablo le diera dinero para que le soltase; por lo cual muchas veces lo hacía venir y hablaba con él.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

26 También esperaba que Pablo lo sobornara, de modo que lo mandaba a llamar muy a menudo y hablaba con él.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

26 Félix tenía esperanza de que Pablo le ofreciese dinero, y por eso lo llamaba a menudo para conversar con él.

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La Biblia Textual 3a Edicion

26 Porque al mismo tiempo esperaba que Pablo le diera° dinero; por lo cual, lo hacía llamar con frecuencia para conversar con él.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

26 Esperaba, por otra parte, que Pablo le daría dinero. Y, por ello, con frecuencia lo mandaba llamar para conversar con él.

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Hechos 24:26
29 Referans Kwoze  

Por eso, temed al Señor y tened cuidado con lo que hacéis, porque el Señor nuestro Dios no admite la injusticia ni la parcialidad ni el soborno».


La compañía de los impíos no es de provecho; ¡las moradas de los que aman el soborno serán consumidas por el fuego!


»No aceptes soborno, porque nubla la vista y tuerce las sentencias justas.


El malvado acepta soborno en secreto, con lo que tuerce el curso de la justicia.


Vara mágica es el soborno para quien lo ofrece, pues todo lo que emprende lo consigue.


Muchos buscan congraciarse con los poderosos; todos son amigos de quienes reparten regalos.


Con justicia el rey da estabilidad al país; cuando lo abruma con tributos, lo destruye.


Tus gobernantes son rebeldes, cómplices de ladrones; todos aman el soborno y van tras los regalos. No abogan por el huérfano, ni se ocupan de la causa de la viuda.


Solo el que procede con justicia y habla con rectitud, el que rechaza la ganancia de la extorsión y se sacude las manos para no aceptar soborno, el que no presta oído a las conjuras de asesinato y cierra los ojos para no contemplar el mal.


Son perros de voraz apetito; nunca parecen saciarse. Son pastores sin discernimiento; cada uno anda por su propio camino. Todos, sin excepción, procuran su propia ganancia.


Los jefes de la ciudad son como lobos que desgarran a su presa; siempre están listos para derramar sangre y para destruir vidas, con tal de lograr ganancias injustas.


Y se te acercan en masa, y se sientan delante de ti y escuchan tus palabras, pero luego no las practican. Me halagan de labios para afuera, pero después solo buscan las ganancias injustas.


Cuando ya no tienen licor, se entregan de lleno a la prostitución, ¡y hasta sus gobernantes aman la deshonra!


Sus gobernantes juzgan por soborno, sus sacerdotes instruyen por paga, y sus profetas predicen por dinero; para colmo, se apoyan en el Señor, diciendo: «¿No está el Señor entre nosotros? ¡No vendrá sobre nosotros ningún mal!»


Nadie les gana en cuanto a hacer lo malo; funcionarios y jueces exigen soborno. Los magnates no hacen más que pedir, y todos complacen su codicia.


En esto, se les aparecieron Moisés y Elías conversando con Jesús.


»Después de una ausencia de varios años, volví a Jerusalén para traer donativos a mi pueblo y presentar ofrendas.


¿No sabéis que los malvados no heredarán el reino de Dios? ¡No os dejéis engañar! Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas, ni los pervertidos sexuales,


No pervertirás la justicia ni actuarás con parcialidad. No aceptarás soborno, pues el soborno nubla los ojos del sabio y tuerce las palabras del justo.


Llevados por la avaricia, estos maestros os explotarán a vosotros con palabras engañosas. Desde hace mucho tiempo su condenación está preparada y su destrucción los acecha.


Aquí me tenéis. Podéis acusarme en la presencia del Señor y de su ungido. ¿A quién le he robado un buey o un asno? ¿A quién he defraudado? ¿A quién he oprimido? ¿Por quién me he dejado sobornar? Acusadme, y pagaré lo que corresponda.


Pero ninguno de los dos siguió el ejemplo de su padre, sino que ambos se dejaron guiar por la avaricia, aceptando sobornos y pervirtiendo la justicia.


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