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Hechos 14:15 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

15 ―Señores, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres mortales como vosotros. Las buenas nuevas que os anunciamos son que dejéis estas cosas sin valor y os volváis al Dios viviente, que hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos.

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Biblia Reina Valera 1960

15 y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

15 «Amigos, ¿por qué hacen esto? ¡Nosotros somos simples seres humanos, tal como ustedes! Hemos venido a traerles la Buena Noticia de que deben apartarse de estas cosas inútiles y volverse al Dios viviente, quien hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

15 Amigos, ¿qué hacen? Nosotros somos humanos y mortales como ustedes, y acabamos de decirles que deben abandonar estas cosas que no sirven y volverse al Dios vivo, que hizo el cielo, la tierra, el mar y cuanto hay en ellos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

15 y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis estas cosas? También nosotros somos hombres semejantes a vosotros, y os anunciamos el evangelio, para que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo, la tierra y el mar, y todas las cosas que hay en ellos;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

15 diciendo a gritos: '¿Qué hacéis, hombres? También nosotros somos hombres, sujetos a las mismas miserias que vosotros, y os traemos la buena noticia de que debéis convertiros de estas vanidades al Dios vivo que hizo el cielo y la tierra y el mar y todo cuanto hay en ellos.

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Hechos 14:15
67 Referans Kwoze  

Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra.


―No soy yo quien puede hacerlo —respondió José—, sino que es Dios quien le dará al faraón una respuesta favorable.


Esto sucedió a raíz de todos los pecados que Basá y su hijo Elá cometieron e hicieron cometer a los israelitas, provocando con sus ídolos inútiles la ira del Señor, Dios de Israel.


Siguió el mal ejemplo de Jeroboán hijo de Nabat, persistiendo en el mismo pecado con que este hizo pecar a Israel y provocando con sus ídolos inútiles la ira del Señor, Dios de Israel.


Presta atención, Señor, y escucha; abre tus ojos, Señor, y mira; escucha las palabras que Senaquerib ha mandado a decir para insultar al Dios viviente.


Tal vez el Señor tu Dios oiga todas las palabras del comandante en jefe, a quien su señor, el rey de Asiria, envió para insultar al Dios viviente. ¡Que el Señor tu Dios lo castigue por las palabras que ha oído! Eleva, pues, una oración por el remanente del pueblo que aún sobrevive”».


Que recibáis bendiciones del Señor, creador del cielo y de la tierra.


Nuestra ayuda está en el nombre del Señor, creador del cielo y de la tierra.


Odio a los que veneran ídolos vanos; yo, por mi parte, confío en ti, Señor.


Por la palabra del Señor fueron creados los cielos, y por el soplo de su boca, las estrellas.


Acuérdate de que en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y que descansó el séptimo día. Por eso el Señor bendijo y consagró el día de reposo.


Porque así dice el Señor, el que creó los cielos; el Dios que formó la tierra, que la hizo y la estableció; que no la creó para dejarla vacía, sino que la formó para ser habitada: «Yo soy el Señor, y no hay ningún otro.


»Reuníos, fugitivos de las naciones; congregaos y venid. Ignorantes son los que cargan ídolos de madera y oran a dioses que no pueden salvar.


Lo levantan en hombros y lo cargan; lo ponen en su lugar, y allí se queda. No se puede mover de su sitio. Por más que clamen a él, no habrá de responderles, ni podrá salvarlos de sus aflicciones.


Todos son necios e insensatos, educados por inútiles ídolos de palo.


¿Acaso hay entre los ídolos falsos alguno que pueda hacer llover? Señor y Dios nuestro, ¿acaso no eres tú, y no el cielo mismo, el que manda los aguaceros? Tú has hecho todas estas cosas; por eso esperamos en ti.


»¡Ah, Señor mi Dios! Tú, con tu gran fuerza y tu brazo poderoso, has hecho los cielos y la tierra. Para ti no hay nada imposible.


»Con su poder hizo el Señor la tierra; con su sabiduría afirmó el mundo; con su inteligencia extendió los cielos.


El clamor de mi pueblo se levanta desde todos los rincones del país: «¿Acaso no está el Señor en Sión? ¿No está allí su rey?» «¿Por qué me provocan con sus ídolos, con sus dioses inútiles y extraños?»


»He decretado que en todo lugar de mi reino la gente adore y honre al Dios de Daniel. »Porque él es el Dios vivo, y permanece para siempre. Su reino jamás será destruido, y su dominio jamás tendrá fin.


Así dice el Señor: «Los delitos de Judá han llegado a su colmo; por tanto, no revocaré su castigo: Porque, dejándose descarriar por sus mentiras, tras las cuales anduvieron sus antepasados, rechazaron la ley del Señor y no obedecieron sus preceptos.


»Los que siguen a ídolos vanos abandonan el amor de Dios.


Esta profecía es la palabra del Señor con respecto a Israel. Afirma el Señor, que extendió los cielos, que echó los cimientos de la tierra, y que puso en el hombre aliento de vida:


―Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro.


Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha concedido al Hijo el tener vida en sí mismo,


El que habla por cuenta propia busca su vanagloria; en cambio, el que busca glorificar al que lo envió es una persona íntegra y sin doblez.


Pero Pedro hizo que se levantara, y le dijo: ―Ponte de pie, que solo soy un hombre como tú.


»Nosotros os anunciamos a vosotros las buenas nuevas respecto a la promesa hecha a nuestros antepasados.


Después de anunciar las buenas nuevas en aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, Pablo y Bernabé regresaron a Listra, a Iconio y a Antioquía,


donde siguieron anunciando las buenas nuevas.


Luego los sacó y les preguntó: ―Señores, ¿qué tengo que hacer para ser salvo?


«Señores, veo que nuestro viaje va a ser desastroso y que va a causar mucho perjuicio tanto para el barco y su carga como para nuestras propias vidas».


Llevábamos ya mucho tiempo sin comer, así que Pablo se puso en medio de todos y dijo: «Señores, debíais haber seguido mi consejo y no haber zarpado de Creta; así os habríais ahorrado este perjuicio y esta pérdida.


Así que ¡ánimo, señores! Confío en Dios que sucederá tal y como se me dijo.


Cuando lo oyeron, alzaron unánimes la voz en oración a Dios: «Soberano Señor, creador del cielo y de la tierra, del mar y de todo lo que hay en ellos,


Al día siguiente, Moisés sorprendió a dos israelitas que estaban peleando. Trató de reconciliarlos, diciéndoles: “Vosotros sois hermanos; ¿por qué queréis haceros daño?”


De modo que, en cuanto a comer lo sacrificado a los ídolos, sabemos que un ídolo no es absolutamente nada, y que hay un solo Dios.


Así que os digo esto y os insisto en el Señor: no viváis más con pensamientos frívolos como los paganos.


Me provocaron a celos con lo que no es Dios como yo, y me enojaron con sus ídolos inútiles. Pues yo haré que ellos sientan envidia de los que no son pueblo; voy a irritarlos con una nación insensata.


Pues ¿qué mortal ha oído jamás la voz del Dios viviente hablarle desde el fuego, como la hemos oído nosotros, y ha vivido para contarlo?


Ellos mismos hablan de lo bien que vosotros nos recibisteis, y de cómo os convertisteis a Dios dejando los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero,


si me retraso, sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad.


Cuidaos, hermanos, de que ninguno de vosotros tenga un corazón pecaminoso e incrédulo que os haga apartaros del Dios vivo.


Elías era un hombre con debilidades como las nuestras. Con fervor oró que no lloviera, y no llovió sobre la tierra durante tres años y medio.


Y añadió: «Ahora sabréis que el Dios viviente está en medio de vosotros, y que de seguro expulsará a los cananeos, los hititas, los heveos, los ferezeos, los gergeseos, los amorreos y los jebuseos.


Gritaba a gran voz: «Temed a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adorad al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales».


Me postré a sus pies para adorarle. Pero él me dijo: «¡No, cuidado! Soy un siervo como tú y como tus hermanos que se mantienen fieles al testimonio de Jesús. ¡Adora solo a Dios! El testimonio de Jesús es el espíritu que inspira la profecía».


Entonces vi a la bestia y a los reyes de la tierra con sus ejércitos, reunidos para hacer guerra contra el jinete de aquel caballo y contra su ejército.


Pero él me dijo: «¡No, cuidado! Soy un siervo como tú, como tus hermanos los profetas y como todos los que cumplen las palabras de este libro. ¡Adora solo a Dios!»


«Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas».


No os alejéis de él por seguir a ídolos inútiles, que no os pueden ayudar ni rescatar, pues no sirven para nada.


David preguntó a los que estaban con él: ―¿Qué dicen que le darán a quien mate a ese filisteo y salve así el honor de Israel? ¿Quién se cree este filisteo pagano, que se atreve a desafiar al ejército del Dios viviente?


Si este tu siervo ha matado leones y osos, lo mismo puede hacer con ese filisteo pagano, porque está desafiando al ejército del Dios viviente.


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