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Hebreos 5:7 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

7 En los días de su vida mortal, Jesús ofreció oraciones y súplicas con fuerte clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su reverente sumisión.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

7 Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Mientras estuvo aquí en la tierra, Jesús ofreció oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía rescatarlo de la muerte. Y Dios oyó sus oraciones por la gran reverencia que Jesús le tenía.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 En los días de su vida mortal presentó ruegos y súplicas a aquel que podía salvarlo de la muerte; éste fue su sacrificio, con grandes clamores y lágrimas, y fue escuchado por su religiosa sumisión.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Quien en los días de su carne, habiendo ofrecido ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía rescatarlo de la muerte,° fue oído a causa de su sumisión.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Cristo, en los días de su vida mortal, presentó, a gritos y con lágrimas, oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado en atención a su piedad reverencial.

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Hebreos 5:7
38 Referans Kwoze  

Porque él no desprecia ni tiene en poco el sufrimiento del pobre; no esconde de él su rostro, sino que lo escucha cuando a él clama.


Sálvame, Dios mío, que las aguas ya me llegan al cuello.


Señor, Dios de mi salvación, día y noche clamo en tu presencia.


Así dice el Señor: «En el momento propicio te respondí, y en el día de salvación te ayudé. Ahora te guardaré, y haré de ti un pacto para el pueblo, para que restaures el país y repartas las propiedades asoladas;


Después de su sufrimiento, verá la luz y quedará satisfecho; por su conocimiento mi siervo justo justificará a muchos, y cargará con las iniquidades de ellos.


Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos.


Luego la llevará a los hijos de Aarón, los sacerdotes; allí tomará un puñado de flor de harina con aceite, junto con todo el incienso, y el sacerdote quemará esa ofrenda memorial en el altar. Es una ofrenda presentada por fuego de aroma grato al Señor.


Como a las tres de la tarde, Jesús gritó con fuerza: ―Elí, Elí, ¿lama sabactani? (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”).


Entonces Jesús volvió a gritar con fuerza, y entregó su espíritu.


A las tres de la tarde, Jesús gritó con fuerza: ―Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”).


Entonces Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró.


Entonces Jesús exclamó con fuerza: ―¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! Y al decir esto, expiró.


Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.


Ya sabía yo que siempre me escuchas, pero lo dije por la gente que está aquí presente, para que crean que tú me enviaste.


Después de que Jesús dijera esto, dirigió la mirada al cielo y oró así: «Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti,


En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana,


Pero, cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley,


No hay duda de que es grande el misterio de nuestra fe: Él se manifestó como hombre; fue vindicado por el Espíritu, visto por los ángeles, proclamado entre las naciones, creído en el mundo, recibido en la gloria.


Y en virtud de esa voluntad somos santificados mediante el sacrificio del cuerpo de Jesucristo, ofrecido una vez y para siempre.


Por eso, al entrar en el mundo, Cristo dijo: «A ti no te complacen sacrificios ni ofrendas; en su lugar, me preparaste un cuerpo;


Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe.


Así que nosotros, que estamos recibiendo un reino inconmovible, seamos agradecidos. Inspirados por esta gratitud, adoremos a Dios como a él le agrada, con temor reverente,


El Dios que da la paz levantó de entre los muertos al gran Pastor de las ovejas, a nuestro Señor Jesús, por la sangre del pacto eterno.


Por tanto, ya que ellos son de carne y hueso, él también compartió esa naturaleza humana para anular, mediante la muerte, al que tiene el dominio de la muerte —es decir, al diablo—,


todo profeta que no reconoce a Jesús no es de Dios, sino del anticristo. Vosotros habéis oído que este viene; en efecto, ya está en el mundo.


Es que han salido por el mundo muchos engañadores que no reconocen que Jesucristo ha venido en cuerpo humano. El que así actúa es el engañador y el anticristo.


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