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Hageo 2:7 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

7 ¡haré temblar a todas las naciones! Sus riquezas llegarán aquí, y así llenaré de esplendor esta casa —dice el Señor Todopoderoso—.

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Biblia Reina Valera 1960

7 y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Haré temblar a todas las naciones y traerán los tesoros de todas las naciones a este templo. Llenaré este lugar de gloria, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Sacudiré a todas las naciones, y todos sus objetos preciosos vendrán a parar aquí, dice Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Estremeceré a todas las naciones, y vendrá el Deseado° de todas las naciones, y llenaré de gloria esta Casa, dice YHVH Sebaot.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Pondré en movimiento a todas las naciones, vendrán los tesoros de todas las naciones y llenaré de gloria este templo -dice Yahveh Sebaot-.

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Hageo 2:7
36 Referans Kwoze  

Puesto que me has obedecido, todas las naciones del mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia.


Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón».


El cetro no se apartará de Judá, ni de entre sus pies el bastón de mando, hasta que llegue el verdadero rey, quien merece la obediencia de los pueblos.


Cuando los sacerdotes se retiraron del Lugar Santo, la nube llenó el templo del Señor.


Y por causa de la nube, los sacerdotes no pudieron celebrar el culto, pues la gloria del Señor había llenado el templo.


Por causa de la nube, los sacerdotes no pudieron celebrar el culto, pues la gloria del Señor había llenado el templo.


Pastor de Israel, tú que guías a José como a un rebaño, tú que reinas entre los querubines, ¡escúchanos! ¡Resplandece


Muy cercano está para salvar a los que le temen, para establecer su gloria en nuestra tierra.


Los hombres se meterán en las cuevas de las rocas, y en las grietas del suelo, ante el terror del Señor y el esplendor de su majestad, cuando él se levante para hacer temblar la tierra.


»Alza los ojos, mira a tu alrededor: todos se reúnen y acuden a ti. Tus hijos llegan desde lejos; a tus hijas las traen en brazos.


En ti se reunirán todos los rebaños de Cedar, te servirán los carneros de Nebayot; subirán como ofrendas agradables sobre mi altar, y yo embelleceré mi templo glorioso.


¡Ruinas, ruinas, todo lo convertiré en ruinas! Esto no sucederá hasta que venga aquel a quien le asiste el derecho, y a quien le pediré que establezca la justicia.


Cuando lo hice bajar al abismo, junto con los que descienden a la fosa, con el estruendo de su caída hice temblar a las naciones. Todos los árboles del Edén, los más selectos y hermosos del Líbano, los que estaban mejor regados, se consolaron en las regiones subterráneas.


En el ardor de mi ira, declaro que en aquel momento habrá un gran terremoto en la tierra de Israel.


Después el hombre me llevó por el camino de la puerta del norte, que está frente al templo. Al ver que la gloria del Señor llenaba el templo, me postré rostro en tierra.


»Id a los montes; traed madera y reconstruid mi casa. Yo veré su reconstrucción con gusto, y manifestaré mi gloria —dice el Señor—.


El Señor Todopoderoso responde: «Yo voy a enviar a mi mensajero para que prepare el camino delante de mí. De pronto vendrá a su templo el Señor a quien vosotros buscáis; vendrá el mensajero del pacto, en quien vosotros os complacéis».


Todos los días enseñaba en el templo, y los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los dirigentes del pueblo procuraban matarlo.


Movido por el Espíritu, fue al templo. Cuando al niño Jesús lo llevaron sus padres para cumplir con la costumbre establecida por la ley,


Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.


Un día, mientras Jesús enseñaba al pueblo en el templo y les predicaba el evangelio, se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, junto con los ancianos.


y toda la gente madrugaba para ir al templo a oírlo.


Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.


En efecto, la Escritura, habiendo previsto que Dios justificaría por la fe a las naciones, anunció de antemano el evangelio a Abraham: «Por medio de ti serán bendecidas todas las naciones».


Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo;


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