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Habacuc 3:2 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

2 Señor, he sabido de tu fama; tus obras, Señor, me dejan pasmado. Realízalas de nuevo en nuestros días, dalas a conocer en nuestro tiempo; en tu ira, ten presente tu misericordia.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, En medio de los tiempos hazla conocer; En la ira acuérdate de la misericordia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 «He oído todo acerca de ti, Señor. Estoy maravillado por tus hechos asombrosos. En este momento de profunda necesidad, ayúdanos otra vez como lo hiciste en el pasado. Y en tu enojo, recuerda tu misericordia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Después de lo que acabo de oír, me llena de terror lo que vas a hacer, oh Yavé, y que realizarás a los muchos años, que darás a conocer en aquellos días. ¡No olvides tu misericordia en el tiempo de tu enojo!

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 ¡Oh YHVH, he oído tu palabra, y estoy atemorizado! En medio de los tiempos, oh, YHVH, Revive tu obra, En medio de los tiempos hazla conocer, Y en medio de la ira, ¡Acuérdate de tener misericordia!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 ¡Yahveh, he oído tu renombre, reverencio tu obra, Yahveh! En el curso de los años renuévala, en el curso de los años dala a conocer. Aun en la ira, recuerda la compasión.

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Habacuc 3:2
45 Referans Kwoze  

»Pero ahora tú, Señor y Dios nuestro, por un breve momento nos has mostrado tu bondad al permitir que un remanente quede en libertad y se establezca en tu lugar santo. Has permitido que nuestros ojos vean una nueva luz, y nos has concedido un pequeño alivio en medio de nuestra esclavitud.


De oídas había oído hablar de ti, pero ahora te veo con mis propios ojos.


Mi cuerpo se estremece por el temor que me inspiras; siento reverencia por tus leyes.


Acuérdate, Señor, de tu ternura y gran amor, que siempre me has mostrado;


Señor, no me reprendas en tu enojo ni me castigues en tu ira.


Oh Dios, nuestros oídos han oído y nuestros padres nos han contado las proezas que realizaste en sus días, en aquellos tiempos pasados:


Me has hecho pasar por muchos infortunios, pero volverás a darme vida; de las profundidades de la tierra volverás a levantarme.


Sin embargo, él tuvo compasión de ellos; les perdonó su maldad y no los destruyó. Una y otra vez contuvo su enojo, y no se dejó llevar del todo por la ira.


¿No volverás a darnos nueva vida, para que tu pueblo se alegre en ti?


¿Quién ha creído nuestro mensaje y a quién se le ha revelado el poder del Señor?


Por un momento, en un arrebato de enojo, escondí mi rostro de ti; pero con amor eterno tendré compasión de ti —dice el Señor, tu Redentor—.


Mira bien desde el cielo; observa desde tu morada santa y gloriosa. ¿Dónde están tu celo y tu poder? ¡Se nos niega tu abundante compasión y ternura!


Fue mi mano la que hizo todas estas cosas; fue así como llegaron a existir —afirma el Señor—. »Yo estimo a los pobres y contritos de espíritu, a los que tiemblan ante mi palabra.


Corrígeme, Señor, pero con justicia, y no según tu ira, pues me destruirías.


¿Quién no te temerá, Rey de las naciones? ¡Es lo que te corresponde! Entre todos los sabios de las naciones, y entre todos los reinos, no hay nadie como tú.


Así dice el Señor: «Cuando a Babilonia se le hayan cumplido los setenta años, yo os visitaré; y haré honor a mi promesa en vuestro favor, y os haré volver a este lugar.


Tú, Jacob, siervo mío, no temas, porque yo estoy contigo —afirma el Señor—. »Aunque aniquile a todas las naciones por las que te he dispersado, a ti no te aniquilaré. Te corregiré con justicia, pero no te dejaré sin castigo».


Nos hace sufrir, pero también nos compadece, porque es muy grande su amor.


»Cuando Gabriel se acercó al lugar donde yo estaba, me sentí aterrorizado y caí de rodillas. Pero él me dijo: “Ten en cuenta, criatura humana, que la visión tiene que ver con la hora final”.


Oración del profeta Habacuc. Según sigionot.


Al oírlo, se estremecieron mis entrañas; a su voz, me temblaron los labios; la carcoma me caló en los huesos, y se me aflojaron las piernas. Pero yo espero con paciencia el día en que la calamidad vendrá sobre la nación que nos invade.


Ante esto, el ángel del Señor replicó: «Señor Todopoderoso, ¿hasta cuándo te negarás a compadecerte de Jerusalén y de las ciudades de Judá, con las que has estado enojado estos setenta años?»


El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.


Sin embargo, no todos los israelitas aceptaron las buenas nuevas. Isaías dice: «Señor, ¿quién ha creído a nuestro mensaje?»


Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en vosotros la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús.


Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe.


Tan terrible era este espectáculo que Moisés dijo: «Estoy temblando de miedo».


¿Quién no te temerá, oh Señor? ¿Quién no glorificará tu nombre? Solo tú eres santo. Todas las naciones vendrán y te adorarán, porque han salido a la luz las obras de tu justicia».


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