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Génesis 37:36 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

36 En Egipto, los madianitas lo vendieron a un tal Potifar, funcionario del faraón y capitán de la guardia.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

36 Y los madianitas lo vendieron en Egipto a Potifar, oficial de Faraón, capitán de la guardia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

36 Mientras tanto, los mercaderes madianitas llegaron a Egipto, y allí le vendieron a José a Potifar, quien era un oficial del faraón, rey de Egipto. Potifar era capitán de la guardia del palacio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

36 Entretanto los madianitas llegaron a Egipto y vendieron a José a Putifar, funcionario del palacio de Faraón y capitán de la guardia.

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La Biblia Textual 3a Edicion

36 Mientras tanto, los madianitas lo habían vendido en Egipto a Potifar, eunuco° de Faraón, jefe de los guardias.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

36 Los madianitas lo vendieron en Egipto a Putifar, eunuco del Faraón y jefe de la guardia.

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Génesis 37:36
12 Referans Kwoze  

así que, cuando los mercaderes madianitas se acercaron, sacaron a José de la cisterna y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de plata. Fue así como se llevaron a José a Egipto.


así que los mandó presos a la casa del capitán de la guardia, que era la misma cárcel donde estaba preso José.


Allí, el capitán de la guardia le encargó a José que atendiera a estos funcionarios. Después de haber estado algún tiempo en la cárcel,


Allí, con nosotros, había un joven hebreo, esclavo del capitán de la guardia. Le contamos nuestros sueños, y a cada uno nos interpretó el sueño.


A los siete días del mes quinto del año diecinueve del reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia, su ministro Nabuzaradán, que era el comandante de la guardia, fue a Jerusalén


Al séptimo día, como a causa del vino el rey Asuero estaba muy alegre, les ordenó a los siete eunucos que le servían —Meumán, Biztá, Jarboná, Bigtá, Abagtá, Zetar y Carcás—


Pero envió delante de ellos a un hombre: a José, vendido como esclavo.


El extranjero que por su propia voluntad se ha unido al Señor no debe decir: «El Señor me excluirá de su pueblo». Tampoco debe decir el eunuco: «No soy más que un árbol seco».


Finalmente Nabuzaradán, el comandante de la guardia, llevó cautivos a Babilonia tanto al resto de la población como a los desertores, es decir, a todos los que quedaban.


Cuando el comandante de la guardia real, que se llamaba Arioc, salió para ejecutar a los sabios babilonios, Daniel le habló con mucho tacto e inteligencia.


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