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Génesis 31:3 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

3 Entonces el Señor le dijo a Jacob: «Vuélvete a la tierra de tus padres, donde están tus parientes, que yo estaré contigo».

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 También Jehová dijo a Jacob: Vuélvete a la tierra de tus padres, y a tu parentela, y yo estaré contigo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Entonces el Señor le dijo a Jacob: «Regresa a la tierra de tu padre y de tu abuelo, y a tus parientes de allí y yo estaré contigo».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Entonces Yavé dijo a Jacob: 'Regresa a tu patria, a la tierra de tus padres, pues yo estaré contigo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Entonces YHVH dijo a Jacob: Vuélvete a la tierra de tus padres y a tu parentela, y Yo estaré contigo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Yahveh dijo entonces a Jacob: 'Vuelve a la tierra de tus padres y a tu parentela. Yo estaré contigo'.

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Génesis 31:3
26 Referans Kwoze  

Yo te daré a ti y a tu descendencia, para siempre, toda la tierra que abarca tu mirada.


En aquel tiempo, Abimélec, que estaba acompañado por Ficol, jefe de su ejército, le dijo a Abraham: ―Dios está contigo en todo lo que haces.


Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, porque yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descendencia».


En el sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia os daré la tierra sobre la que estás acostado.


Yo estoy contigo. Te protegeré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido».


Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendición de Abraham, para que puedas poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham.


Después de que Raquel dio a luz a José, Jacob le dijo a Labán: ―Déjame regresar a mi hogar y a mi propia tierra.


Yo soy el Dios de Betel, donde ungiste una estela y me hiciste una promesa. Vete ahora de esta tierra, y vuelve a la tierra de tu origen”».


puso en marcha todo su ganado, junto con todos los bienes que había acumulado en Padán Aram, y se dirigió hacia la tierra de Canaán, donde vivía su padre Isaac.


También notó que Labán ya no lo trataba como antes.


Jacob mandó llamar a Raquel y a Lea al campo donde estaba el rebaño,


realmente yo, tu siervo, no soy digno de la bondad y fidelidad con que me has privilegiado. Cuando crucé este río Jordán, no tenía más que mi bastón; pero ahora he llegado a formar dos campamentos.


y que ahora tiene vacas, asnos, ovejas, esclavos y esclavas. Te manda este mensaje, con la esperanza de ganarse tu favor».


Entonces Jacob se puso a orar: «Señor, Dios de mi abuelo Abraham y de mi padre Isaac, que me dijiste que regresara a mi tierra y a mis familiares, y que me harías prosperar:


Dios le dijo a Jacob: «Ponte en marcha, y vete a vivir a Betel. Erige allí un altar al Dios que se te apareció cuando escapabas de tu hermano Esaú».


Vámonos a Betel. Allí construiré un altar al Dios que me socorrió cuando estaba yo en peligro, y que me ha acompañado en mi camino».


Tiempo después, José dijo a sus hermanos: «Yo estoy a punto de morir, pero sin duda Dios vendrá a ayudaros, y os llevará de este país a la tierra que prometió a Abraham, Isaac y Jacob».


Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia.


Invócame en el día de la angustia; yo te libraré y tú me honrarás».


Días y años nos has afligido, nos has hecho sufrir; ¡devuélvenos ahora ese tiempo en alegría!


―Yo estaré contigo —le respondió Dios—. Y te voy a dar una señal de que soy yo quien te envía: Cuando hayas sacado de Egipto a mi pueblo, todos vosotros me rendiréis culto en esta montaña.


Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa.


Manteneos libres del amor al dinero, y contentaos con lo que tenéis, porque Dios ha dicho: «Nunca te dejaré; jamás te abandonaré».


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