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Génesis 24:30 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

30 Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su hermana, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos.

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Biblia Reina Valera 1960

30 Y cuando vio el pendiente y los brazaletes en las manos de su hermana, que decía: Así me habló aquel hombre, vino a él; y he aquí que estaba con los camellos junto a la fuente.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

30 Había visto el anillo en la nariz de su hermana y las pulseras en sus muñecas, y había oído a Rebeca contar lo que el hombre le había dicho. Así que corrió hasta llegar al manantial, donde el hombre aún estaba parado al lado de sus camellos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

30 Cuando vio el anillo y los brazaletes que llevaba su hermana, y oyó decir a Rebeca: 'Esto me ha dicho ese hombre..., corrió a buscar al hombre que estaba de pie junto a los camellos, al lado del pozo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

30 y cuando Labán vio el arete y los brazaletes en las muñecas de su hermana, y oyó las palabras de su hermana Rebeca diciendo: Así me habló este hombre; corrió a éste, quien, por cierto, permanecía con los camellos junto a la fuente,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

30 Tan pronto como vio el anillo y los brazaletes en las manos de su hermana y escuchó las palabras de Rebeca, su hermana, que decía: 'Así me habló el hombre' se acercó a él, que seguía de pie al lado de los camellos, junto a la fuente,

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Génesis 24:30
7 Referans Kwoze  

Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le preguntó:


Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente.


―¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos!


pendientes, pulseras, velos,


¿Acaso una joven se olvida de sus joyas, o una novia de su atavío? ¡Pues hace muchísimo tiempo que mi pueblo se olvidó de mí!


Podía escucharse el bullicio de una multitud: eran los sabeos, que venían del desierto. Adornaron a las mujeres poniéndoles brazaletes en los brazos y hermosas coronas sobre la cabeza.


quien le dijo a su madre: ―Con respecto a las mil cien monedas de plata que te robaron y sobre las cuales te oí pronunciar una maldición, yo tengo esa plata; yo te la robé. Su madre le dijo: ―¡Que el Señor te bendiga, hijo mío!


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