Génesis 17:18 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

¹⁸ Por eso le dijo a Dios: ―¡Concédele a Ismael vivir bajo tu bendición!

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

¹⁸ Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti.

Biblia Nueva Traducción Viviente

¹⁸ Así que Abraham le dijo a Dios: —¡Que Ismael viva bajo tu bendición especial!

Biblia Católica (Latinoamericana)

¹⁸ Y dijo a Dios: 'Si al menos aceptaras a Ismael para servir tus designios.

La Biblia Textual 3a Edicion

¹⁸ Y Abraham dijo a ’Elohim: ¡Ojalá Ismael viva delante de ti!

Biblia Serafín de Ausejo 1975

¹⁸ Y dijo a Dios: 'Me contentaré con que des larga vida a Ismael'.

Génesis 17:18 Referans Kwoze

Génesis 17:17

Entonces Abraham inclinó el rostro hasta el suelo y se rio de pensar: «¿Acaso puede un hombre tener un hijo a los cien años, y ser madre Sara a los noventa?»

Génesis 17:19

A lo que Dios contestó: ―¡Pero es Sara, tu esposa, la que te dará un hijo, al que llamarás Isaac! Yo estableceré mi pacto con él y con sus descendientes, como pacto perpetuo.

Génesis 21:11

Este asunto angustió mucho a Abraham porque se trataba de su propio hijo.

Génesis 4:12

Cuando cultives la tierra, no te dará sus frutos, y en el mundo serás un fugitivo errante.

Génesis 4:14

Hoy me condenas al destierro, y nunca más podré estar en tu presencia. Andaré por el mundo errante como un fugitivo, y cualquiera que me encuentre me matará.

Salmos 4:6

Muchos son los que dicen: «¿Quién puede mostrarnos algún bien?» ¡Haz, Señor, que sobre nosotros brille la luz de tu rostro!

Salmos 41:12

Por mi integridad habrás de sostenerme, y en tu presencia me mantendrás para siempre.

Isaías 59:2

Son vuestras iniquidades las que os separan de vuestro Dios. Son estos pecados los que lo llevan a ocultar su rostro para no escuchar.

Jeremías 32:39

Haré que haya coherencia entre su pensamiento y su conducta, a fin de que siempre me teman, para su propio bien y el de sus hijos.

Hechos 2:39

En efecto, la promesa es para vosotros, para vuestros hijos y para todos los extranjeros, es decir, para todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios quiera llamar.