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Ezequiel 5:2 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

2 Cuando se cumplan los días del sitio, quemarás en medio de la ciudad una tercera parte del cabello; otra tercera parte la cortarás con la espada alrededor de la ciudad, y la parte restante la esparcirás al viento. Yo, por mi parte, desenvainaré la espada y perseguiré a sus habitantes.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Una tercera parte quemarás a fuego en medio de la ciudad, cuando se cumplan los días del asedio; y tomarás una tercera parte y la cortarás con espada alrededor de la ciudad; y una tercera parte esparcirás al viento, y yo desenvainaré espada en pos de ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Coloca una tercera parte del cabello en el centro del mapa que hiciste de Jerusalén. Después de representar el ataque a la ciudad, quémalo allí. Esparce otra tercera parte del cabello por todo el mapa y córtalo con una espada. Arroja la otra tercera parte al viento, porque yo esparciré a mi pueblo con la espada.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Quemarás un tercio en medio de la ciudad sitiada. Tomarás otro tercio que irás golpeando con la espada alrededor de la ciudad, y tirarás al viento el último tercio; yo accionaré la espada detrás de ellos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Un tercio lo quemarás a fuego en medio de la ciudad cuando termine el asedio, un tercio lo sacudirás con la espada en torno a la ciudad, y un tercio lo esparcirás al viento, porque desenvainaré la espada tras ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 a una tercera parte le prenderás fuego en medio de la ciudad cuando se cumplan los días del asedio; tomarás luego otra tercera parte, y la cortarás con la espada alrededor de la ciudad; la otra tercera parte la esparcirás al viento, y entonces yo desenvainaré la espada tras de ellos.

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Ezequiel 5:2
19 Referans Kwoze  

«Los dispersaré como a la paja que arrastra el viento del desierto.


Y, si te preguntan: “¿A dónde iremos?”, adviérteles que así dice el Señor: »“Los destinados a la muerte, a la muerte; los destinados a la espada, a la espada; los destinados al hambre, al hambre; los destinados al cautiverio, al cautiverio”.


Enviaré contra ellos espada, hambre y pestilencia, hasta que sean exterminados de la tierra que les di a ellos y a sus antepasados”».


«Así dice el Señor: “El que se quede en esta ciudad morirá de hambre, por la espada o por la peste. Pero el que se pase a los babilonios vivirá. ¡Se entregará como botín de guerra, pero salvará su vida!”


En el mes décimo del año noveno del reinado de Sedequías en Judá, el rey Nabucodonosor de Babilonia y todo su ejército marcharon contra Jerusalén y la sitiaron.


El día nueve del mes cuarto del año undécimo del reinado de Sedequías, abrieron una brecha en el muro de la ciudad,


Por eso, así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: «A este pueblo le daré a comer ajenjo y a beber agua envenenada.


Los dispersaré entre naciones que ni ellos ni sus antepasados conocieron; los perseguiré con espada hasta aniquilarlos».


Dispersaré a los cuatro vientos a todos los que lo rodean, tanto a sus ayudantes como a todas sus tropas, y los perseguiré espada en mano.


Lo mejor de sus tropas caerá a filo de espada, y los que aún queden con vida serán esparcidos a los cuatro vientos. Así sabrán que yo, el Señor, lo he dicho.


Entre vosotros habrá padres que se comerán a sus hijos, y también hijos que se comerán a sus padres. Yo los castigaré, y a quien sobreviva lo dispersaré por los cuatro vientos.


Una tercera parte de tu pueblo morirá en tus calles por la peste y por el hambre; otra tercera parte caerá a filo de espada en tus alrededores, y a la tercera parte restante la dispersaré por los cuatro vientos. Yo desenvainaré la espada y perseguiré a la gente.


Toma algunos de los cabellos y átalos al borde de tu manto.


Os dispersaré entre las naciones: desenvainaré la espada, y os perseguiré hasta dejar desolada vuestra tierra, y en ruinas vuestras ciudades.


Aunque vayan al destierro delante de sus enemigos, allí ordenaré que los mate la espada. Para mal, y no para bien, fijaré en ellos mis ojos».


Las dos terceras partes del país serán abatidas y perecerán; solo una tercera parte quedará con vida —afirma el Señor—.


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