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Ezequiel 47:9 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

9 Por donde corra este río, todo ser viviente que en él se mueva vivirá. Habrá peces en abundancia porque el agua de este río será saneada, y todo lo que se mueva en sus aguas vivirá.

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Biblia Reina Valera 1960

9 Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Vivirán cantidad de criaturas vivientes por donde llegue el agua de este río. Abundarán los peces en el mar Muerto, pues sus aguas se volverán dulces. Florecerá la vida a donde llegue esta agua.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Todo ser viviente, todo lo que se mueva por donde pase el torrente se llenará de vida; la pesca será allí muy abundante. Bastará con que lleguen sus aguas para que haya salud y vida por donde ellas pasen.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Y todo ser viviente que nade por dondequiera que entren estos dos ríos, vivirá, y habrá una gran multitud de peces, porque esas aguas han entrado allí para que todas las cosas sean sanadas y vivan dondequiera que llegue el río.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Adondequiera que llegue el río, todo ser viviente que pulula vivirá, y los peces serán abundantísimos, porque habrá llegado allí esta agua y las aguas del mar habrán quedado saneadas. Por eso, dondequiera que llegue el río habrá vida.

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Ezequiel 47:9
27 Referans Kwoze  

Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias;


hizo que brotaran arroyos de la peña y que las aguas fluyeran como ríos.


Les dijo: «Yo soy el Señor vuestro Dios. Si escucháis mi voz y hacéis lo que yo considero justo, y si cumplís mis leyes y mandamientos, no traeré sobre vosotros ninguna de las enfermedades que traje sobre los egipcios. Yo soy el Señor, que os devuelvo la salud».


Con alegría sacaréis agua de las fuentes de la salvación.


Cuando el Señor ponga una venda en la fractura de su pueblo y sane las heridas que le causó, brillará la luna como el sol, y será la luz del sol siete veces más intensa, como la luz de siete días enteros.


¡Mirad! Ellos vendrán de muy lejos; unos desde el norte, otros desde el oeste, y aun otros desde la región de Asuán».


»¡Venid a las aguas todos los que tengáis sed! ¡Venid a comprar y a comer los que no tengáis dinero! Venid, comprad vino y leche sin pago alguno.


»En aquel día, muchas naciones se unirán al Señor. Ellas serán mi pueblo, y yo habitaré entre ellas. »Así sabréis que el Señor Todopoderoso es quien me ha enviado a vosotros.


Dentro de poco el mundo ya no me verá más, pero vosotros sí me veréis. Y porque yo vivo, también vosotros viviréis.


―Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí.


»Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.


pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.


Ciertamente os aseguro que ya viene la hora, y ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán.


El Espíritu da vida; la carne no vale para nada. Las palabras que os he hablado son espíritu y son vida.


Así pues, los que recibieron su mensaje fueron bautizados, y aquel día se unieron a la iglesia unas tres mil personas.


alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos.


Al oírlo, alabaron a Dios. Luego dijeron a Pablo: «Ya ves, hermano, cuántos miles de judíos han creído, y todos ellos siguen aferrados a la ley.


Pero muchos de los que oyeron el mensaje creyeron, y el número de estos, contando solo a los hombres, llegaba a unos cinco mil.


Y seguía aumentando el número de los que confiaban en el Señor.


Y la palabra de Dios se difundía: el número de los discípulos aumentaba considerablemente en Jerusalén, e incluso muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.


pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.


Así está escrito: «El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser viviente»; el último Adán, en el Espíritu que da vida.


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