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Ezequiel 21:3 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

3 anúnciale que así dice el Señor: “Estoy contra ti. Desenvainaré mi espada y mataré a justos y a malvados por igual.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 Dirás a la tierra de Israel: Así ha dicho Jehová: He aquí que yo estoy contra ti, y sacaré mi espada de su vaina, y cortaré de ti al justo y al impío.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Dile: “Esto dice el Señor: ‘Oh Israel, yo soy tu enemigo y voy a desenvainar mi espada para destruir a tu gente, a justos y a perversos por igual.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Le dirás al bosque del sur: Escucha la palabra de Yavé... Esto dice Yavé: Encenderé en ti un fuego que consumirá todos los árboles: verdes o secos. Ese fuego violento no se apagará y en él arderán todas las personas desde el sur al norte.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 y di a la tierra de Israel: Así dice YHVH: He aquí Yo estoy contra ti; sacaré mi espada de su vaina, y cortaré de ti a inocentes y a culpables.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Di al bosque del Negueb: escucha la palabra de Yahveh. Así dice el Señor Yahveh: 'Mira: voy a prenderte fuego, que devorará en ti todo árbol verde y todo árbol seco; no se apagará la abrasadora llama, de tal modo que arderá toda la superficie desde el sur hasta el norte'.

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Ezequiel 21:3
37 Referans Kwoze  

Todo es lo mismo; por eso digo: “A buenos y a malos destruye por igual”.


¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados!


Bríndale tu apoyo al hombre de tu diestra, al ser humano que para ti has criado.


así persíguelos con tus tormentas y aterrorízalos con tus tempestades.


«Iré tras ellos y les daré alcance —alardeaba el enemigo—. Repartiré sus despojos hasta quedar hastiado. ¡Desenvainaré la espada y los destruiré con mi propia mano!»


Para todos hay un mismo final: para el justo y el injusto, para el bueno y el malo, para el puro y el impuro, para el que ofrece sacrificios y para el que no los ofrece; para el bueno y para el pecador, para el que hace juramentos y para el que no los hace.


«¡Ay de Asiria, vara de mi ira! ¡El garrote de mi enojo está en su mano!


Mi espada se ha embriagado en el cielo; mirad cómo desciende en juicio sobre Edom, pueblo que he condenado a la destrucción total.


El justo perece, y a nadie le importa; mueren tus siervos fieles, y nadie comprende que mueren los justos a causa del mal.


Pero, si no obedecéis mi mandato de observar el reposo del sábado, y de no llevar carga al entrar en sábado por las puertas de Jerusalén, entonces les prenderé fuego a sus puertas, que no podrá ser apagado y que consumirá los palacios de Jerusalén’ ”».


¡Yo estoy contra ti, Jerusalén, reina del valle, roca de la llanura! —afirma el Señor—. Vosotros decís: ‘¿Quién podrá venir contra nosotros? ¿Quién podrá entrar en nuestros refugios?’


Yo os castigaré conforme al fruto de vuestras acciones —afirma el Señor—; a su bosque le prenderé fuego, y ese fuego consumirá todos sus alrededores”».


»Estoy contra ti, nación arrogante —afirma el Señor, el Señor Todopoderoso—; al fin ha llegado el día, el día de tu castigo.


»Tú eres mi mazo, mi arma de guerra; contigo destrozo naciones y reinos.


»Estoy en contra de ti, monte del exterminio, que destruyes toda la tierra —afirma el Señor—. Extenderé mi mano contra ti; te haré rodar desde los peñascos y te convertiré en monte quemado.


»”Por tanto, así dice el Señor omnipotente: A causa de vuestras palabras falsas y visiones mentirosas, aquí estoy contra vosotros. Lo afirma el Señor omnipotente.


»Y, si yo enviara guerra sobre ese país y dejara que la espada arrasara la tierra y eliminara a sus habitantes y a sus animales,


»Así dice el Señor omnipotente: ¡Peor será cuando mande contra Jerusalén mis cuatro castigos terribles: la guerra, el hambre, las bestias feroces y la peste! Con ellas arrasaré a sus habitantes y a sus animales.


«Tú, hijo de hombre, traza dos caminos para que llegue por ellos la espada del rey de Babilonia. Estos dos caminos partirán del mismo país, y a la entrada de cada uno de ellos colocarás una señal que indique a qué ciudad conduce.


»”Porque así dice el Señor omnipotente: »”¡Ay de la ciudad sanguinaria! Yo también amontonaré la leña.


Por eso, así dice el Señor omnipotente: Tiro, yo estoy contra ti, y así como el mar levanta sus olas, voy a hacer que contra ti se levanten muchas naciones.


Por eso me declaro en contra tuya y en contra de tus ríos. Desde Migdol hasta Asuán, y hasta la frontera con Etiopía, convertiré la tierra de Egipto en ruina y desolación total.


Una tercera parte de tu pueblo morirá en tus calles por la peste y por el hambre; otra tercera parte caerá a filo de espada en tus alrededores, y a la tercera parte restante la dispersaré por los cuatro vientos. Yo desenvainaré la espada y perseguiré a la gente.


Por lo tanto yo, el Señor omnipotente, declaro: Estoy contra ti, Jerusalén, y te voy a castigar a la vista de todas las naciones.


Dejaré caer sobre vosotros la espada de la venganza prescrita en el pacto. Cuando os retiréis a vuestras ciudades, os enviaré una plaga, y caeréis en poder del enemigo.


Os dispersaré entre las naciones: desenvainaré la espada, y os perseguiré hasta dejar desolada vuestra tierra, y en ruinas vuestras ciudades.


Buscad al Señor y viviréis, no sea que él caiga como fuego sobre los descendientes de José, fuego que devore a Betel sin que haya quien lo apague.


El Señor omnipotente me mostró entonces otra visión: Vi al Señor llamar a juicio con un fuego que devoraba el gran abismo y consumía los campos.


«Pero ahora yo vengo contra ti —afirma el Señor omnipotente—. Reduciré a cenizas tus carros de guerra y mataré a filo de espada a tus leoncillos. Pondré fin en el país a tus rapiñas, y no volverá a oírse la voz de tus mensajeros».


«¡Aquí estoy contra ti! —afirma el Señor Todopoderoso—. Te levantaré la falda hasta la cara, para que las naciones vean tu desnudez, y los reinos descubran tus vergüenzas.


«También vosotros, cusitas, seréis atravesados por mi espada».


»¡Despierta, espada, contra mi pastor, contra el hombre en quien confío! —afirma el Señor Todopoderoso—. Hiere al pastor para que se dispersen las ovejas y vuelva yo mi mano contra los corderitos.


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