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Ezequiel 20:1 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

1 El día diez del mes quinto del año séptimo, unos jefes de Israel vinieron a consultar al Señor, y se sentaron frente a mí.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Aconteció en el año séptimo, en el mes quinto, a los diez días del mes, que vinieron algunos de los ancianos de Israel a consultar a Jehová, y se sentaron delante de mí.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 El 14 de agosto, durante el séptimo año de cautividad del rey Joaquín, algunos de los líderes de Israel vinieron a pedir un mensaje del Señor. Se sentaron frente a mí en espera de su respuesta.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 El diez del quinto mes del séptimo año, algunos ancianos de Israel habían venido a consultar a Yavé y se hallaban sentados frente a mí.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 En el año séptimo, en el mes quinto, a los diez días del mes, aconteció que algunos de los ancianos de Israel vinieron a consultar a YHVH, y se sentaron delante de mí.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 El año séptimo, el día diez del quinto mes, vinieron algunos de los ancianos de Israel a consultar a Yahveh y se sentaron delante de mí.

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Ezequiel 20:1
27 Referans Kwoze  

Pero Eliseo le dijo al rey de Israel: ―¿Qué tengo yo que ver contigo? Vete a consultar a los profetas de tu padre y de tu madre. ―No —respondió el rey de Israel—, pues el Señor nos ha reunido a los tres para entregarnos en manos de los moabitas.


Mientras Eliseo se encontraba en su casa, sentado con los ancianos, el rey le envió un mensajero. Antes de que este llegara, Eliseo les dijo a los ancianos: ―Ahora vais a ver cómo ese asesino envía a alguien a cortarme la cabeza. Pues bien, cuando llegue el mensajero, atrancad la puerta para que no entre. ¡Ya oigo detrás de él los pasos de su señor!


El Señor dice: «Este pueblo me alaba con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Su adoración no es más que un mandato enseñado por hombres.


Porque día tras día me buscan, y desean conocer mis caminos, como si fueran una nación que practicara la justicia, como si no hubieran abandonado mis mandamientos. Me piden decisiones justas, y desean acercarse a mí,


«Consulta ahora al Señor por nosotros, porque Nabucodonosor, rey de Babilonia, nos está atacando. Tal vez el Señor haga uno de sus milagros, y lo obligue a retirarse».


El rey Sedequías mandó que trajeran a Jeremías al palacio, y allí le preguntó en secreto: ―¿Has recibido alguna palabra del Señor? ―Sí —respondió Jeremías—, serás entregado en manos del rey de Babilonia.


Habían pasado cinco años y cinco meses desde que el rey Joaquín fue deportado.


Allí el Señor me habló diciendo:


El día diez del mes décimo del año noveno, el Señor me habló diciendo:


El día primero del mes primero del año undécimo, el Señor me habló diciendo:


A los doce días del mes décimo del año décimo, el Señor me habló diciendo:


El día primero del mes primero del año veintisiete, el Señor me habló diciendo:


El día siete del mes primero del año undécimo, el Señor me habló diciendo:


El día primero del mes tercero del año undécimo, el Señor me habló diciendo:


El día primero del mes duodécimo del año duodécimo, el Señor me habló diciendo:


Transcurría el año veinticinco del exilio cuando el Señor puso su mano sobre mí, y me llevó a Jerusalén. Esto sucedió al comenzar el año, el día diez del mes primero, es decir, catorce años después de la toma de Jerusalén.


En el día quinto del mes sexto del año sexto, yo estaba sentado en mi casa, junto con los jefes de Judá. De pronto, el Señor puso su mano sobre mí.


Setenta jefes israelitas estaban de pie frente a los ídolos, rindiéndoles culto. Entre ellos se encontraba Jazanías hijo de Safán. Cada uno tenía en la mano un incensario, del cual subía una fragante nube de incienso.


Enviaron algunos de sus discípulos junto con los herodianos, los cuales le dijeron: ―Maestro, sabemos que eres un hombre íntegro y que enseñas el camino de Dios de acuerdo con la verdad. No te dejas influir por nadie porque no te fijas en las apariencias.


Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía.


Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.


y la gente salió a ver lo que había pasado. Llegaron adonde estaba Jesús y encontraron, sentado a sus pies, al hombre de quien habían salido los demonios. Cuando lo vieron vestido y en su sano juicio, tuvieron miedo.


«Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad. Bajo la tutela de Gamaliel recibí instrucción cabal en la ley de nuestros antepasados, y fui tan celoso de Dios como cualquiera de vosotros lo es hoy día.


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