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Ezequiel 19:1 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

1 »Dedícale este lamento a la nobleza de Israel:

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 Y tú, levanta endecha sobre los príncipes de Israel.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 »Entona este canto fúnebre para los príncipes de Israel:

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Vas a pronunciar una lamentación respecto a los príncipes de Israel.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Y tú, entona un canto fúnebre por los príncipes de Israel. Diles:

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 'Y tú, entona una lamentación por los príncipes de Israel.

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Ezequiel 19:1
34 Referans Kwoze  

Luego hizo rey a Eliaquín hijo de Josías en lugar de su padre, y le dio el nombre de Joacim. En cuanto a Joacaz, lo llevó a Egipto, donde murió.


Joaquín, rey de Judá, se rindió, junto con su madre y sus funcionarios, generales y oficiales. Así, en el año octavo de su reinado, el rey de Babilonia capturó a Joaquín.


Joacim murió, y su hijo Joaquín le sucedió en el trono.


Jeremías compuso un lamento por la muerte de Josías; además, hasta este día todos los cantores y las cantoras aluden a Josías en sus cantos fúnebres. Estos cantos, que se han hecho populares en Israel, forman parte de las Lamentaciones.


Por eso, a comienzos del año el rey Nabucodonosor mandó que lo llevaran a Babilonia, junto con los utensilios más valiosos del templo del Señor, e hizo reinar sobre Judá y Jerusalén a Sedequías, pariente de Joaquín.


Sin embargo, el rey de Egipto lo quitó del trono para que no reinara en Jerusalén, y le impuso al país un tributo de cien barras de plata y una barra de oro.


Por eso Nabucodonosor, rey de Babilonia, marchó contra Joacim y lo llevó a Babilonia sujeto con cadenas de bronce.


¿Es Jeconías una vasija despreciable y rota, un objeto que nadie desea? ¿Por qué son arrojados él y su descendencia, y echados a un país que no conocen?


Así dice el Señor: «Anotad a este hombre como si fuera un hombre sin hijos; como alguien que fracasó en su vida. Porque ninguno de sus descendientes logrará ocupar el trono de David, ni reinar de nuevo en Judá».


Después de que Nabucodonosor, rey de Babilonia, deportó de Jerusalén a Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, junto con los jefes de Judá y con los artesanos y herreros, el Señor me mostró dos canastas de higos colocadas frente al templo del Señor.


»”Pero a Sedequías, rey de Judá, y a sus jefes y a los sobrevivientes de Jerusalén —lo mismo a los que se quedaron en este país como a los que viven en Egipto— los trataré como a los higos malos, que de tan malos no se pueden comer —afirma el Señor—.


¡Ojalá mi cabeza fuera un manantial, y mis ojos una fuente de lágrimas, para llorar de día y de noche por los muertos de mi pueblo!


Lloraré y gemiré por las montañas, haré lamentos por las praderas del desierto, porque están desoladas: ya nadie las transita ni se escuchan los mugidos del ganado. Desde las aves del cielo hasta los animales del campo, todos han huido.


También cayó en sus redes el ungido del Señor, que era nuestra razón de vivir. Era él de quien decíamos: ¡Viviremos bajo su sombra entre las naciones!


A nuestros jefes los colgaron de las manos, y ni siquiera respetaron a nuestros ancianos.


De una de sus ramas brotó un fuego, y ese fuego devoró sus frutos. ¡Nada queda de esas vigorosas ramas, aptas para ser cetros de reyes!” Este es un lamento, y debe entonarse como tal».


»“En medio de los leones, tu madre era toda una leona. Recostada entre leoncillos, amamantaba a sus cachorros.


La mano abrió ante mis ojos el rollo, el cual estaba escrito por ambos lados, y contenía lamentos, gemidos y amenazas.


y sobre ti entonarán este lamento: »“¡Cómo has sido destruida, ciudad famosa, habitada por gente del mar! ¡Tú en el mar eras poderosa! ¡Con tus habitantes infundías terror a todo el continente!


«Hijo de hombre, dedícale este canto fúnebre a Tiro,


Entonarán sentidos lamentos, y en tono de amarga queja dirán: ‘¿Quién en medio de los mares podía compararse a Tiro?’


«Hijo de hombre, entona una elegía al rey de Tiro y adviértele que así dice el Señor omnipotente: »“Eras un modelo de perfección, lleno de sabiduría y de hermosura perfecta.


»Este es el lamento que las ciudades de las naciones entonarán sobre Egipto y toda su multitud. Lo afirma el Señor omnipotente».


«Hijo de hombre, entona un lamento sobre las multitudes de Egipto y, junto con las ciudades de las naciones más poderosas, hazlas descender con los que bajan a la fosa, a las regiones más profundas.


«Hijo de hombre, entona este lamento dedicado al faraón, rey de Egipto: »“Pareces un león entre las naciones; pareces un monstruo marino chapoteando en el río; con tus patas enturbias el agua y revuelves sus corrientes.


Oye esta palabra, reino de Israel, este canto fúnebre que por ti entono:


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