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Éxodo 24:10 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

10 y vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había una especie de pavimento de zafiro, tan claro como el cielo mismo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Allí vieron al Dios de Israel. Debajo de sus pies parecía haber una superficie de lapislázuli de color azul brillante, tan clara como el mismo cielo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Contemplaron al Dios de Israel. Debajo de sus pies había algo parecido a un pavimento de zafiro transparente y tan esplendoroso como el mismo cielo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 y vieron al Dios de Israel: Bajo sus pies había como una hechura de piedra de zafiro, semejante en pureza a los mismos cielos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 y vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había como un pavimento de zafiro, tan puro como el mismo cielo.

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Éxodo 24:10
28 Referans Kwoze  

Jacob llamó a ese lugar Penuel, porque dijo: «He visto a Dios cara a cara, y todavía sigo con vida».


Cruzaba Jacob por el lugar llamado Penuel, cuando salió el sol. A causa de su cadera dislocada, iba renqueando.


Micaías prosiguió: ―Por lo tanto, oye la palabra del Señor: Vi al Señor sentado en su trono con todo el ejército del cielo alrededor de él, a su derecha y a su izquierda.


Señor, Dios de Israel, ¡confirma ahora esta promesa que le hiciste a tu siervo David!


Y a pesar de que estos jefes de los israelitas vieron a Dios, siguieron con vida, pues Dios no alzó su mano contra ellos.


Yo soy el Dios de tu padre. Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Al oír esto, Moisés se cubrió el rostro, pues tuvo miedo de mirar a Dios.


Pero debo aclararte que no podrás ver mi rostro, porque nadie puede verme y seguir con vida.


Luego, retiraré la mano y podrás verme la espalda. Pero mi rostro no lo verás».


Sus brazos son barras de oro engarzadas sobre topacios. Su cuerpo es pulido marfil incrustado de zafiros.


¿Quién es esta, admirable como la aurora? ¡Es bella como la luna, radiante como el sol, majestuosa como las estrellas del cielo!


Más radiantes que la nieve eran sus príncipes, y más blancos que la leche; más rosado que el coral era su cuerpo; su apariencia era la del zafiro.


En el día quinto del mes cuarto del año treinta, mientras me encontraba entre los deportados a orillas del río Quebar, los cielos se abrieron y recibí visiones de Dios.


Después miré, y sobre la bóveda que estaba encima de la cabeza de los querubines vi una especie de piedra de zafiro que tenía la forma de un trono.


¿Cómo es posible que yo, que soy tu siervo, hable contigo? ¡Las fuerzas me han abandonado, y apenas puedo respirar!”


Con él hablo cara a cara, claramente y sin enigmas. Él contempla la imagen del Señor. ¿Cómo os atrevéis a murmurar contra mi siervo Moisés?»


Allí se transfiguró en presencia de ellos; su rostro resplandeció como el sol, y su ropa se volvió blanca como la luz.


A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo unigénito, quien es Dios y que vive en unión íntima con el Padre, nos lo ha dado a conocer.


―¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo llevo ya entre vosotros, y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decirme: “Muéstranos al Padre”?


Al Padre nadie lo ha visto, excepto el que viene de Dios; solo él ha visto al Padre.


al único inmortal, que vive en luz inaccesible, a quien nadie ha visto ni puede ver, a él sea el honor y el poder eternamente. Amén.


Nadie ha visto jamás a Dios, pero, si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece entre nosotros, y entre nosotros su amor se ha manifestado plenamente.


En su mano derecha tenía siete estrellas, y de su boca salía una aguda espada de dos filos. Su rostro era como el sol cuando brilla en todo su esplendor.


Resplandecía con la gloria de Dios, y su brillo era como el de una piedra preciosa, semejante a una piedra de jaspe transparente.


El que estaba sentado tenía un aspecto semejante a una piedra de jaspe y de cornalina. Alrededor del trono había un arco iris que se asemejaba a una esmeralda.


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