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Deuteronomio 32:10 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

10 Lo halló en una tierra desolada, en la rugiente soledad del yermo. Lo protegió y lo cuidó; lo guardó como a la niña de sus ojos;

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 Le halló en tierra de desierto, Y en yermo de horrible soledad; Lo trajo alrededor, lo instruyó, Lo guardó como a la niña de su ojo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Él lo encontró en un desierto, en un páramo vacío y ventoso. Lo rodeó y lo cuidó; lo protegió como a sus propios ojos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Lo encontró en el desierto, en la soledad rugiente, y lo cubrió, lo alimentó, lo cuidó como a la niña de sus ojos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Lo halló en una tierra desértica, En el yermo, con aullidos de desolación. Lo envuelve y lo sustenta, Lo protege como a la niña de sus ojos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Lo halla en tierra desierta, en vasta soledad, entre aullidos salvajes; lo rodea de cuidados, lo atiende, lo guarda como a la niña de sus ojos.

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Deuteronomio 32:10
25 Referans Kwoze  

Y les contó a Zeres, su esposa, y a todos sus amigos todo lo que le había sucedido. Entonces sus consejeros y su esposa Zeres le dijeron: ―Si Mardoqueo, ante quien has comenzado a caer, es de origen judío, no podrás contra él. ¡Sin duda acabarás siendo derrotado!


Dios desdeña a los nobles y los hace vagar por desiertos sin senderos.


Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas,


Cumple con mis mandatos, y vivirás; cuida mis enseñanzas como a la niña de tus ojos.


¿Quién es esta que sube por el desierto apoyada sobre el hombro de su amado? Bajo el manzano te desperté; allí te concibió tu madre, allí mismo te dio a luz.


de todas sus angustias. Él mismo los salvó; no envió un emisario ni un ángel. En su amor y misericordia los rescató; los levantó y los llevó en sus brazos como en los tiempos de antaño.


Porque así como el cinturón se ajusta a la cintura del hombre, así procuré que todo el pueblo de Israel y toda la tribu de Judá se ajustaran a mí —afirma el Señor— para que fueran mi pueblo y mi fama, mi honor y mi gloria. ¡Pero no obedecieron!”


¿No te ha pasado todo esto por haber abandonado al Señor tu Dios, mientras él te guiaba por el camino?


Nunca preguntaron: “¿Dónde está el Señor que nos hizo subir de Egipto, que nos guio por el desierto, por tierra árida y accidentada, por tierra reseca y tenebrosa, por tierra que nadie transita y en la que nadie vive?”


Nadie se apiadó de ti ni te mostró compasión brindándote estos cuidados. Al contrario, el día en que naciste te arrojaron al campo como un objeto despreciable.


Así como juzgué a vuestros antepasados en el desierto de Egipto, también os juzgaré a vosotros. Yo, el Señor omnipotente, lo afirmo.


Yo fui quien enseñó a caminar a Efraín; yo fui quien lo tomó de la mano. Pero él no quiso reconocer que era yo quien lo sanaba.


Porque yo fui el que te conoció en el desierto, en esa tierra de terrible aridez.


El Señor tomará posesión de Judá, su porción en tierra santa, y de nuevo escogerá a Jerusalén.


Porque así dice el Señor Todopoderoso, cuya gloria me envió contra las naciones que os saquearon: «La nación que toca a mi pueblo, toca la niña de mis ojos.


que conoces su voluntad y sabes discernir lo que es mejor porque eres instruido por la ley;


Mucho, desde cualquier punto de vista. En primer lugar, a los judíos se les confiaron las palabras mismas de Dios.


»Obedecimos al Señor nuestro Dios y salimos de Horeb rumbo a la región montañosa de los amorreos. Cruzamos todo aquel inmenso y terrible desierto que habéis visto, y así llegamos a Cades Barnea.


y en el desierto. Por todo el camino que habéis recorrido, hasta llegar a este lugar, habéis visto cómo el Señor vuestro Dios os ha guiado, como lo hace un padre con su hijo”.


Desde el cielo te permitió escuchar su voz, para instruirte. Y en la tierra te permitió ver su gran fuego, desde el cual te habló.


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