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Daniel 9:26 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

26 después de las sesenta y dos semanas, se le quitará la vida al príncipe elegido. Este se quedará sin ciudad y sin santuario, porque un futuro gobernante los destruirá. El fin vendrá como una inundación, y la destrucción no cesará hasta que termine la guerra.

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Biblia Reina Valera 1960

26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

26 »Después de este período de sesenta y dos conjuntos de siete, matarán al Ungido sin que parezca haber logrado nada y surgirá un gobernante cuyos ejércitos destruirán la ciudad y el templo. El fin llegará con una inundación; guerra, y la miseria que acarrea, está decretada desde ese momento hasta el fin.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

26 Después de las sesenta y dos semanas, será eliminado un hombre consagrado, sin que se encuentre culpa en él. Llegará un pueblo cuyo jefe destruirá la ciudad y el Templo: todo quedará sumergido y habrá guerras y desastres hasta el fin.

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La Biblia Textual 3a Edicion

26 Después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí. Y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el Santuario, pero su fin será como una inundación, y hasta el fin de la guerra han sido decretados asolamientos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

26 Pasadas las sesenta y dos semanas matarán al ungido y nada quedará. Vendrá un príncipe con su tropa y destruirá la ciudad y el santuario. El final será un cataclismo, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones decretadas.

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Daniel 9:26
39 Referans Kwoze  

―Saúl quiso destruirnos —contestaron ellos—; se propuso exterminarnos y nos expulsó de todo el territorio israelita.


Se ha secado mi vigor como una teja; la lengua se me pega al paladar. ¡Me has hundido en el polvo de la muerte!


Mirad, el Señor cuenta con alguien que es fuerte y poderoso: Este echará todo por tierra con violencia, como tormenta de granizo, como tempestad destructora, como tormenta de aguas torrenciales, como torrente desbordado.


Ahora bien, dejad de burlaros, no sea que se aprieten más vuestras cadenas; porque me ha hecho saber el Señor, el Señor Todopoderoso, acerca de la destrucción decretada contra todo el país.


Después de prenderlo y juzgarlo, le dieron muerte; nadie se preocupó de su descendencia. Fue arrancado de la tierra de los vivientes, y golpeado por la transgresión de mi pueblo.


el Señor está a punto de traer contra ellos las impetuosas crecidas del río Éufrates: al rey de Asiria con toda su gloria. Rebasará todos sus canales, desbordará todas sus orillas;


»¿Quién es ese que sube como el Nilo, como ríos de aguas agitadas?


El mar ha subido contra Babilonia; agitadas olas la han cubierto.


Les llegará a sus hijos el momento de prepararse para la guerra, y reunirán a un gran ejército que, como una inundación, avanzará arrasándolo todo hasta llegar a la fortaleza.


El rey del norte se dispondrá a atacar con todo el poder de su reino, pero hará una alianza con el rey del sur: este le dará a su hija en matrimonio, con miras a derrocar su reino, pero sus planes no tendrán el éxito esperado.


Arrasará como una inundación a las fuerzas que se le opongan; las derrotará por completo, lo mismo que al príncipe del pacto.


»”El rey hará lo que mejor le parezca. Se exaltará a sí mismo, se creerá superior a todos los dioses, y dirá cosas del Dios de dioses que nadie antes se atrevió a decir. Su éxito durará mientras la ira de Dios no llegue a su colmo, aunque lo que ha de suceder sucederá.


Durante una semana ese gobernante hará un pacto con muchos, pero a media semana pondrá fin a los sacrificios y ofrendas. Sobre una de las alas del templo cometerá horribles sacrilegios, hasta que le sobrevenga el desastroso fin que le ha sido decretado”».


Entonces el Señor le dijo a Oseas: «Ponle por nombre: “Pueblo ajeno”, porque ni vosotros sois mi pueblo ni yo soy vuestro Dios.


»¿Y con todo esto no temblará la tierra? ¿No se enlutarán sus habitantes? Subirá la tierra entera como el Nilo; se agitará y bajará, como el río de Egipto.


El Señor omnipotente, el Todopoderoso, toca la tierra, y ella se desmorona. Sube y baja la tierra como las aguas del Nilo, el río de Egipto, y se enlutan todos los que en ella viven.


Pero destruirá a Nínive con una inundación arrasadora; ¡aun en las tinieblas perseguirá a sus enemigos!


«El reino de los cielos es como un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo.


El rey se enfureció. Mandó su ejército a destruir a los asesinos y a incendiar su ciudad.


Pues bien, vuestra casa va a quedar abandonada.


Pero él les dijo: ―¿Veis todo esto? Os aseguro que no quedará piedra sobre piedra, pues todo será derribado.


―¿Ves todos estos grandiosos edificios? —contestó Jesús—. No quedará piedra sobre piedra; todo será derribado.


Cuando escuchéis de guerras y de rumores de guerras, no os alarméis. Es necesario que eso suceda, pero no será todavía el fin.


―Sin duda, Elías ha de venir primero para restaurar todas las cosas —respondió Jesús—. Pero, entonces, ¿cómo es que está escrito que el Hijo del hombre tiene que sufrir mucho y ser rechazado?


Caerán a filo de espada y los llevarán cautivos a todas las naciones. Los gentiles pisotearán Jerusalén, hasta que se cumplan los tiempos señalados para ellos.


―En cuanto a todo esto que veis, llegará el día en que no quedará piedra sobre piedra; todo será derribado.


¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo estas cosas antes de entrar en su gloria?


―Esto es lo que está escrito —les explicó—: que el Cristo padecerá y resucitará al tercer día,


Ya no hablaré más con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo. Él no tiene ningún dominio sobre mí,


Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios.


Cristo nos rescató de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros, pues está escrito: «Maldito todo el que es colgado de un madero».


Para esto fuisteis llamados, porque Cristo sufrió por vosotros, dándoos ejemplo para que sigáis sus pasos.


Él mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados, para que muramos al pecado y vivamos para la justicia. Por sus heridas habéis sido sanados.


Porque Cristo murió por los pecados, una vez por todas, el justo por los injustos, a fin de llevaros a Dios. Él sufrió la muerte en su cuerpo, pero el Espíritu hizo que volviera a la vida.


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